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sábado, 1 de octubre de 2016

¿QUÉ SIGNIFICA CREER EN DIOS?


 
 
 

 


En la Audiencia General del miércoles 23 de enero de 2013, el Papa Benedicto XVI nos recordaba lo que significa creer en Dios:

“Creer en Dios implica adhesión a Él, acogida de su Palabra y obediencia gozosa a su revelación”

No obstante, y a pesar de esta clarísima definición, la pregunta: ¿Qué significa creer en Dios?,  es una interrogación, que hoy en día, algunos cristianos se realizan, porque los que se reconocen creyentes en este paganizado siglo XXI, muchas veces desconocen su verdadero significado y las bases en que se apoya el planteamiento cristiano de la misma. Surge entonces necesariamente otra  pregunta sobre la pregunta: ¿Por qué está sucediendo esto?

Como el Papa San Juan Pablo II enseñaba:

“A pesar de toda su orientación hacia la vida eterna, hacia esa felicidad que se encuentra en Dios mismo, el cristianismo, y especialmente el cristianismo occidental, no ha sido nunca una religión indiferente con respecto al mundo; ha sido siempre abierto al mundo, a sus interrogantes, a sus inquietudes, a sus expectativas. Esto queda expresado de modo especial en la Constitución Gaudium et Spes, debida a la iniciativa especial de Juan XXIII.

 
 



Antes de morir el Papa  Roncalli tuvo aún tiempo de entregarla al Concilio, como deseo personal suyo.
El <aggiornamento> no es sólo la renovación de la Iglesia en sí misma, no es sólo la unidad de los cristianos, <para que el mundo crea>, es también, y sobre todo, la acción salvífica a favor del mundo. Es acción salvífica que se centra en esta <forma del mundo que pasa>, pero que está constantemente orientado hacia la eternidad, hacia la plenitud de la vida” (Cruzando el umbral de la esperanza. Papa Juan Pablo II. Editado por Vittorio Messori. Círculo de lectores).

 

Hermoso razonamiento del Papa San Juan Pablo II que sin duda explica, en parte, por qué muchos cristiano de hoy en día se siguen preguntando: ¿Qué significa creer en Dios?, dado el mimetismo al que se ven sometidos, en una sociedad tan indiferente a las cosas eternas, en definitiva, a las cosas divinas, a las cosas que conducen hacia la plenitud de la vida.

La Profesión de fe (Credo) especifica, no obstante, que: <Dios es el Padre todopoderoso, Creador  del cielo y de la tierra>, y al reflexionar sobre esta verdad absoluta, el Papa Benedicto XVI en su Audiencia General del miércoles 30 de enero de 2013 aseguraba que:

“No es siempre fácil hablar, hoy en día, de paternidad. Sobre todo en el mundo occidental, donde las familias disgregadas, los compromisos de trabajo cada vez más absorbentes, las preocupaciones y a menudo el esfuerzo de hacer cuadrar el balance familiar, la invasión disuasoria  de los <mass media> en el interior de la vida cotidiana, son algunos de los factores que pueden impedir una serena y constructiva relación entre padres  e hijos...
Para quien ha tenido la experiencia de un padre demasiado autoritario e inflexible, o indiferente y poco afectuoso, o incluso ausente, no es fácil pensar con serenidad en Dios como Padre y abandonarse a Él con confianza”     

 

 
La pregunta ¿Qué significa creer en Dios? la realizaba también, dos años antes de esta Audiencia, el Papa Benedicto XVI,  cuando nos hablaba a todos los creyentes, y a los no creyentes, del <Camino de la fe>.
Él argumentaba así una respuesta, a la misma, en su libro: <Los caminos de la vida interior. El itinerario espiritual del hombre>:
“Los cristianos decimos: <Creo en Dios Padre, Creador del cielo y de la tierra, creo en el Espíritu Creador>. Creemos que en el origen está el <Verbo Eterno>, la razón y no la irracionalidad. Con esta fe, no tenemos necesidad de escondernos, no debemos tener miedo de encontrarnos con ella en un callejón sin salida. Nos alegra poder conocer a Dios. Y tratamos de hacer ver también a los demás la racionalidad de la fe, como San Pedro exhortaba explícitamente, en la <Carta a los cristianos> de su tiempo, pero también a nosotros” (Benedicto XVI. Ed. Chronica S.L. 2011)

 


Se refiere en su libro, el Papa, a la primera Carta de San Pedro dirigida, según se cree, a las Iglesias del Asia Menor. No parece, en principio, que Pedro, como Cabeza de la Iglesia, hubiera sido el primer evangelizador de estas Iglesias, sino que fue más bien San Pablo el fundador de las mismas. Sin embargo, en un momento dado, ciertas tribulaciones y calumnias, pusieron en alerta, sobre problemas en las mismas, al primer Papa de la Iglesia de Cristo, y para evitar el peligro que corría  la fe entre sus componentes, les envió esta misiva, con el deseo de poner fin a la situación creada, exhortando a su grey a ser: <Fieles a la fe de Cristo>.



Concretamente en el apartado dedicado a los avisos especiales, San Pedro, entre otras cuestiones, les anima a no tener miedo de obrar el bien (3,13-16):

-¿Quién os hará mal si buscáis con entusiasmo el bien?

-Dichosos si tenéis que padecer por hacer el bien. No temáis las amenazas ni os dejéis amedrentar

-Dad gloria a Cristo, el Señor, estad siempre dispuestos a dar razón de vuestra esperanza a todo el que os pida explicaciones.

-Hacedlo, sin embargo con dulzura y respeto, como quien tiene limpia la conciencia. Así, quienes hablan mal de vuestro buen comportamiento como cristianos, se avergonzarán de sus calumnias

 


Es interesante analizar detenidamente estos versículos de la Carta de San Pedro. En primer lugar, salta a la vista que  nos recuerdan algunas de las Bienaventuranzas de Jesús (Mt 5, 10-12):

*<Bienaventurados los perseguidos por razón de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos>

*<Bienaventurados sois cuando os ultrajaren y persiguieren y dijeren todo mal contra vosotros por mi causa>

*<Gozaos y alborozaos, pues vuestra recompensa es grande en los cielos. Que así persiguieron a los profetas que os precedieron>

 Pedro nos exhorta sobre todo a santificar a Dios: <Dad gloria a Cristo>, el Señor. Palabras estas que parecen tomadas del profeta Isaías (Siglo VIII a.C.) y que demuestran de forma clara, la divinidad de Jesús,  a la que el profeta aludía con estas palabras:

“¡No llaméis conjuración a todo lo que este pueblo denomina conjura!, ni tengáis su mismo temor ni os asustéis / sino a Yahved Sebaod considerad santo, y Él sea vuestro temor y vuestro miedo  (Is 8,12-13)”

 

Por eso, como aseguraba el Papa Benedicto XVI (Ibid):

“La fe es la substancia de la esperanza; sin duda la esperanza en una vida mejor, una vida planteada sobre una base nueva: <La fe otorga a la vida una base nueva>, un nuevo fundamento sobre el que, el hombre, puede apoyarse, de tal manera, que precisamente, el fundamento habitual, la <confianza en la renta material>, queda relativizado”

Una reflexión muy interesante la del Papa Benedicto XVI, que es perfectamente adecuada para  una sociedad que todo lo relativiza, que  pasa de todo, y que sigue preguntándose: ¿Qué significa creer en Dios?...

Recuerda también el Papa Benedicto XVI, en su libro, que muchos hombres y mujeres, desde la antigüedad, descubrieron que la fe es la <substancia de la esperanza>, y no sólo con pruebas tan profundas y dolorosas como la muerte por martirio, sino también con ejemplos dados en las grandes renuncias que condujeron a grandes ejemplos de santidad.

Menciona también entre este grupo de personas a aquellas que en la actualidad pertenecen a Institutos y Movimientos religiosos, que lo han dejado todo por amor a Cristo para llevar a los hombres el mensaje de éste.



Precisamente en la celebración de Vigilia de Pentecostés celebrada en la plaza de San Pedro, el sábado 3 de junio del 2006, el Papa Benedicto XVI tuvo un encuentro con estas nuevas Comunidades y Movimientos religiosos, donde les comunicó su deseo de que prosiguieran por el camino emprendido bajo la dirección del Espíritu Santo.

“Queridos amigos, los Movimientos han nacido precisamente de la sed de la vida verdadera, son Movimientos por la vida en todos sus aspectos. Donde ya no fluye la fuente de la vida, donde sólo se apoderan de la vida en vez de darla, allí está en peligro incluso la vida de los demás; allí están dispuestos a eliminar la vida inerme del que aún no ha nacido, porque parece que les quita espacio a su propia vida.

Si queremos proteger la vida, entonces debemos sobre todo, volver a encontrar la fuente de la vida; entonces la vida misma debe brotar con toda su belleza y sublimidad; entonces debemos dejarnos vivificar por el Espíritu Santo, la fuente creadora de la vida”

 
Por otra parte, les dijo que los católicos debemos hacer el bien no como esclavos, que no pueden obrar de otra forma, sino como hombres libres que aman la verdad y el bien, porque aman al Creador de todas las cosas, y por tanto, a las criaturas por Él creadas, siendo esta libertad aquella a la que nos quiere conducir el Espíritu Santo:

“Los Movimientos eclesiales quieren y deben de ser, escuelas de libertad, de esta libertad verdadera… En este mundo, tan lleno de libertades ficticias que destruyen el ambiente y al hombre, con la fuerza del Espíritu Santo, queremos aprender juntos la libertad verdadera; construir escuelas de libertad; demostrar a los demás, con la vida, que somos libres, y que es muy hermoso ser realmente libres con la verdadera libertad de los hijos de Dios”

Les habló el Papa, así mismo, de que el espíritu Santo quiere la unidad, quiere la totalidad, y por eso su presencia se manifiesta de forma especial en el Espíritu evangelizador, porque de esta forma se comparte aquello hermoso y verdadero que es el mensaje de Cristo, con los demás.

La evangelización, dice también el Papa, debe realizarse sin temor, porque el cristiano católico sabe que ha recibido la filiación adoptiva de Dios. Finalmente aseguraba a los allí presentes, pero también a los ausentes, que debemos ser mucho más colaboradores en el ministerio apostólico universal del Papa, abriendo las puertas a Cristo:
“Este es el mejor servicio de la Iglesia a los hombres y de modo muy especial a los pobres, para que la vida de las personas, un orden más justo en la sociedad y la convivencia pacífica entre las naciones, encuentren en Cristo la <piedra angular>, sobre la cual construir la auténtica civilización del amor.



El Espíritu Santo da a los creyentes una misión superior del mundo, de la vida, de la historia, y los hace custodios de la esperanza que no defrauda”

 
San Maximiliano María Kolbé, sí encontró en Cristo la <piedra angular> sobre la cual construir la auténtica civilización del amor, la forma de responder a la pregunta: ¿Qué significa creer en Dios?

Este santo varón movido por una gran caridad hacia sus semejantes, fue capaz de ofrecer su vida para salvar a un militar, preso como él, en Auschwitz; se trataba de un sargento (Franciszk Gajowniczek), casado y con hijos, el cual había sido elegido junto a otros nueve prisioneros, al azar, para ser ejecutado.
El comandante de campo aceptó el cambio y San Maximiliano fue condenado junto a los otros presos elegidos a morir de hambre. Pasados diez días de sometimiento a este terrible martirio, solamente él quedó aún con vida, y al encontrarlo en esta situación, sus carceleros, le inyectaron fenol, muriendo el 14 de agosto de 1941.
San Maximiliano había nacido en Polonia el 8 de enero 1894, él Zdunska Wola. De familia creyente, a sus trece años ingresó en el seminario de los padres franciscanos en la ciudad polaca de Lvov. Finalizó sus estudios en Roma, y con veinticuatro años se ordenó sacerdote.




Sucedió que era muy devoto de la Virgen María, bajo la advocación de la Inmaculada Concepción, y movido por este sentimiento amoroso hacia la Madre de Dios, en el año 1917 fundó un movimiento de la Iglesia católica con la denominación de: <La Milicia de la Inmaculada>, para luchar con todos los medios morales a su alcance por la construcción del Reino de Dios en todo el mundo.

Se trata de un apóstol del Señor, en este mundo moderno, que se valió de los medios modernos a su alcance para proclamar el mensaje de Cristo y que supo responder a la pregunta de los incrédulos: ¿Qué significa creer en Dios?  

Para ello, inició la publicación de una revista mensual que llevaba el nombre de: <Caballero de la Inmaculada>, con el objetivo de aumentar el conocimiento, el amor y servicio a la Madre de Jesús, y de esta forma convertir muchas almas para Cristo.

Tuvo un gran éxito, teniendo en cuenta la situación de Europa en aquellos momentos históricos. Más tarde en 1929, siendo ya sacerdote, fundó la primera <Ciudad de la Inmaculada>, en el convento franciscano de Niepokalanáw y unos años después, ya en plena guerra mundial, fue apresado junto con otros frailes  y enviados a  campos de concentración en Alemania y Polonia.
Algún tiempo después fue liberado, justamente el día de la Inmaculada Concepción, pero fue hecho prisionero de nuevo en 1941 y tras diversos encarcelamientos, finalmente fue encerrado en el terrible campo de Auschwitz, donde ya hemos recordado como murió por amor a Dios y a los hombres.



En el año 1973 el Papa San Pablo VI lo beatificó, y en 1982 el Papa San Juan Pablo II lo canonizó como mártir de la caridad. Como dato curioso diremos que el hombre al que salvó la vida pudo asistir a estas dos merecidas concesiones, falleciendo a una edad muy avanzada seguramente dándole gracias a Dios, por haber encontrado en el camino de su vida a Cristo a través de la persona de San Maximiliano María Kolbé... 

No sólo en Europa, se dieron casos de hombres verdaderamente santos, en los últimos siglos, también en otros continentes se encuentran numerosos casos de santidad. Concretamente un ejemplo extraordinario fue dado por San Alberto Hurtado, natural de Chile (América del Sur).

Nació este futuro santo, a principios del siglo XX, en Viña del Mar (Chile), perteneciente a la Cuarta Región de este hermoso y extenso país. De origen vasco, tras la muerte de sus padres debido a un acto criminal, se  trasladó a la capital de Chile, Santiago, donde tenía familia, junto con su hermano Miguel.
 
 
 
 
 





Gracias a una beca pudo estudiar en el colegio de San Ignacio de la compañía de Jesús (1908); más tarde estudio derecho en la Universidad católica de Chile, realizando su tesis para optar al título de abogado, sobre los <Trabajos a domicilio>, que por entonces estaban muy mal considerados y pagados, provocando grandes perjuicios para las personas que realizaban este tipo de servicios.

Su vida fue azarosa, llegando incluso a ingresar en el ejército en defensa de su país, ante lo que fue una amenaza ficticia por un posible conflicto armado con Perú. Pasado este primer período de su vida, su vocación religiosa se hizo sentir y al ser llamado a ella bajo la acción del Espíritu Santo en 1923, ingresó en la compañía de Jesús, recorriendo varios países: Argentina, España y Bélgica.
Precisamente fue en este último país donde finalmente fue ordenado sacerdote en la ciudad de Lobaina en 1933.





Tras realizar distintos encargos en Bélgica y Alemania (Donde se  doctoró  en Pedagogía), regresó a Chile su país natal en el año 1936, y allí contactó con un panorama muy apropiado para realizar la labor que Cristo le había encomendado, pues  él, como tantos otros santos, había encontrado la <piedra angular>, la respuesta a la pregunta: ¿Qué significa creer en Dios? sobre la cual construir la auténtica civilización del amor.

Por eso se concentró en el trabajo con los jóvenes y los pobres, sectores de la sociedad, por entonces, muy necesitados de defensa y ayuda material.

Comenzó su campaña contra la pobreza denunciándola primero en un periódico, y luego fundando la institución: <El Hogar de Cristo>, en 1944. Un año después fundó la <Acción Sindical y Económica Chilena>, que al principio fue vista con reticencia por parte de la Conferencia Episcopal de su país. Sin embargo, el Papa Pío XII le recibió en 1947, cuando le solicitó ayuda para preparar a los dirigentes obreros sindicalistas y a los patrones jóvenes en el pensamiento de la doctrina social de la Iglesia Católica.


Trabajó duro en el campo de esta doctrina social de la Iglesia Católica, publicando algunos trabajos sobre el tema, y fundando en 1951 la revista <Mensaje>, de gran interés, para la difusión del pensamiento social católico.

Murió muy joven, de un cáncer de páncreas, enfermedad que llevó con gran entereza y espíritu de sacrificio, dejando una obra tras de sí encomiable, que ha persistido y ha dado frutos en el mundo de la juventud obrera y de los más desfavorecidos, gracias al <El Hogar de Cristo> por él fundado.

Tras la necesaria acreditación, de al menos varios milagros realizados, fue beatificado y posteriormente canonizado en el año 2005, por el Papa Benedicto XVI. Es patrono de los niños pobres, de los trabajadores sociales, y de la Universidad Católica Cecilio Acosta de su país.

Es de justicia recordar, de igual forma, a algunas de aquellas mujeres que han trabajado intensamente en el campo social de la Iglesia católica, en los últimos siglos. Pos supuesto que han sido muchas, nos viene a la memoria, por ejemplo, la fundadora de las religiosas Terciarias Capuchinas de Loano, misionera en América, cuya vida nos ha conmovido por  su deseo inquebrantable según ella misma decía de: <Ser toda de Dios y servirlo en los más pequeños>.

María Francisca Rubatto (1844-1904), ha sido la primera Beata de Uruguay, aunque había nacido en Carmagnola (Turín);  desde muy joven fue perfectamente educada en las cosas de Dios por su propia madre, de forma que no es de extrañar el hecho de que se consagrara siendo aún una adolescente para servir a Cristo y a su causa.

Después de la muerte de su madre, se incorporó en Turín a la labor de la Iglesia en favor de los más pobres, con el deseo de servirles con total dedicación. Tras un episodio luminoso en su vida, en el cual socorrió a un joven obrero herido, sintió una fuerte llamada del Espíritu Santo comprendiendo que debía hacerse religiosa, y así el 25 de enero de 1885 se consagró a Dios bajo el nombre de María Francisca Jesús.



Su ardiente deseo de ayudar a los más pobres y llevarles la palabra del Señor, hizo que muy pronto, tras tomar los hábitos, fuera enviada a América Latina, concretamente a Montevideo, Buenos Aires y Rosario, ciudades donde fundó los <Oratorios Festivos>, para enseñar a aquellos pueblos a amar y servir a Dios. También abrió varias escuelas para <promocionar la educación de los niños y adolescentes> y por supuesto, no se olvidó de atender a los enfermos en los hospitales y aún en sus propios domicilios.

Tras  su intensa labor evangelizadora en Argentina, pasó a Brasil (1899), con el mismo espíritu de generosidad y ansia de servir a Dios en los más pobres. Viajó con un grupo de sus compañeras religiosas a Marañón, ciudad situada al nordeste de Brasil. El viaje se transformó en una nueva prueba que la marcó para siempre, a la vista de la situación tan penosa en la que encontró a las gentes de aquella región brasileña.

Continuó su labor evangelizadora por otros pueblos de América, siguiendo fielmente la obra de San Francisco de Asís, fundando la orden de las religiosas Terciarias Capuchinas de Loano.
 
 


En la Homilía de  la misa de su beatificación (1993), el Papa San Juan Pablo II se expresaba en los términos siguientes:
“Al seguir fielmente las huellas de Francisco, el enamorado de la pobreza evangélica, aprendiste a servir a los pobres y hacerte tú misma pobre, y marcaste a tus hijas espirituales este camino particular de evangelización”

Esta santa mujer murió en Montevideo (Capital de Uruguay) en 1904, y fue sepultada en el cementerio de la Teja, lugar de su servicio misionero en este país, por expreso deseo suyo: <en medio de sus queridos pobres>.

Otra mujer que trabajó sin descanso, en la  advocación social de la Iglesia, casi coetánea de la italiana María Francisca Rubatto, fue  la española Joaquina de Vedruna Vidal (1783-1854).

Esta santa mujer murió en fecha muy próxima al nacimiento de la Beata Francisca, lo que nos lleva a considerar el hecho transcendental, de la gran continuidad en la acción social de la Iglesia  Católica, desde sus inicios, pues casos como estos se han dado constantemente a lo largo su historia.

Santa Joaquina de Vedruna era natural de Barcelona (España). Su familia pertenecía a la nobleza catalana, muy rica y poderosa políticamente y al mismo tiempo de profundas raíces católicas. Desde muy niña, en un ambiente propiciatorio tuvo gran devoción al Niño Jesús, y se apartaba del pecado con gran decisión.



Por todo ello, no es de extrañar que muy pronto surgiera en ella la vocación religiosa, queriendo ingresar en las carmelitas calzadas a los doce años. Sin embargo, debido a su corta edad, la superiora de la orden en aquellos momentos no consideró adecuado este ingreso hasta que la niña madurara en sus sentimientos. Haciendo caso a su familia, finalmente, siguió el camino seglar y se casó con Teodoro de Max, también perteneciente a la aristocracia catalana con sólo dieciséis años, y con él vivió feliz, dando a luz a nueve hijos, que luego aumentaron la familia con los correspondientes nietos. Su esposo también había tenido en su momento vocación religiosa, y esto fue una base extraordinaria para la formación de una familia unida y llena de amor.
En las guerras napolitanas de la época, el esposo de Joaquina tuvo que ir a pelear a Francia, por lo que esta mujer mantuvo a la familia sobrellevando los sufrimientos de la pérdida de algunos de sus hijos, así como de  sus padres; se esmeró en el cuidado y educación de sus hijos en ausencia de su esposo y tuvo la desgracia de perder también parte de los bienes de la familia, precisamente durante la enfermedad de  su esposo que finalmente murió dejándola viuda y sin medios económicos.

Como se había casado muy joven, enviudó también muy joven, de forma que a los cuarenta y siete años se consagró a la vida religiosa fundando la Comunidad de las hermanas Carmelitas de la Caridad, y dedicando el resto de su vida a actividades relacionadas con la labor social de la Iglesia, fundamentalmente la enseñanza y la asistencia a los enfermos.
La congregación de esta santa mujer, se extendió rápidamente por toda España, Hispano América y Asia, debido fundamentalmente a su carisma social, basado sobre todo en el cuidado de los enfermos. También echaron raíces sus hermanas en América latina, concretamente en Argentina, donde se dedicaron a la enseñanza de los más pobres, abriendo un colegio dedicado a la advocación de a la Virgen del Carmen.




Las Carmelitas de la Caridad fundaron conventos, escuelas y hospitales tanto en España como en otros países, y por ello la Iglesia Católica le estará siempre inmensamente agradecida.
Fue beatificada por el Papa Pío XII en 1940, y canonizada en 1959 por el Papa Juan XXIII. Su festividad se celebra el 22 de mayo.


Como demostraron estos santos y santas con sus vidas, <Creer en Dios>, es llevar a la práctica de cada día el <Amor divino>, no sólo a nivel personal, sino también y sobre todo a nivel de la vida del prójimo, especialmente en caso de enfermedad, pobreza, abandono o simplemente desgracia material y /o desgracia espiritual, lo cual está en la línea de esta segunda pregunta:
¿Es posible amar?, realizada por el Papa Benedicto XVI, a la cual respondió con el siguiente razonamiento (Ibid):



“Toda persona siente el deseo de amar y de ser amado. Sin embargo, ¡Qué difícil es amar, cuántos errores y fracasos se producen en el amor! Hay quien llega incluso a dudar si el amor es posible…

El amor es posible y la finalidad de este mensaje mío es contribuir a reavivar en cada uno de vosotros, que sois el futuro y la esperanza de la humanidad, la fe en el amor verdadero, fiel y fuerte; un amor que produce paz y alegría; un amor que une a las personas, haciéndolas sentirse libres en el respeto mutuo. Recorreremos  tres momentos, en  el itinerario hacia el <descubrimiento del amor>.

El primer momento hace referencia a la única fuente de amor verdadero, que es Dios. San Juan lo subraya bien cuando afirma que <Dios es Amor> (I Jn 4,8. 16); con ello no quiere decir sólo que Dios nos ama, sino que el ser mismo de Dios es Amor…

¿Cómo se nos manifiesta Dios – Amor?, estamos aquí en el segundo momento de nuestro itinerario. Aunque los signos del <Amor divino> ya son claros en la creación, la revelación plena del misterio íntimo de Dios, se realizó en la Encarnación, cuando Dios mismo se hace hombre. En Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, hemos conocido el amor en todo su alcance…

Más aún, el Crucificado, que después de la Resurrección lleva para siempre los signos de la propia Pasión, pone de relieve las <falsificaciones> y mentiras sobre Dios que hay tras la violencia, la venganza y la exclusión. Cristo es el Cordero de Dios, que carga con el pecado del mundo y extirpa el odio del corazón del hombre. Esta es su verdadera revolución: <El Amor>.

Llegamos aquí al tercer momento de nuestra reflexión. En la cruz Cristo grita: <tengo sed> (Jn 12,28…) Sólo cuando percibimos la profundidad y la intensidad de este misterio, nos damos cuenta de la necesidad urgente de que lo amemos  <como Él nos ha amado>. Esto comporta también el compromiso, si fuera necesario, de dar la propia vida por los hermanos, apoyados por el amor que Él nos tiene…”

Los santos, son aquellas personas que han <creído en Dios>, y por eso  <han amado a Dios y al prójimo como así mismo>. Así, el grito de Cristo en la Cruz: <Tengo sed> fueron las palabras que hicieron que una mujer como Agnes Gonxha Bojaxiu,  comprendiera lo que el Señor pedía que realizara con su vida…



Ella misma, reconoció que fue <la llamada de Dios, dentro de la llamada>. En efecto, la Madre Teresa de Calcuta, nacida en Skopje (En la actual Macedonia), desde la escuela primaria demostró una clara inclinación hacia las misiones fuera de su país; por eso a los doce años sus hagiógrafos aseguran que ya había decidido dedicar su vida a ayudar a los más desfavorecidos e indefensos de la sociedad, y a los dieciocho años bajo la inspiración del Espíritu Santo, alentada por las informaciones que enviaban a su casa misioneros jesuitas desde Bengala occidental, solicitó ingresar en la comunidad religiosa de las Hermanas de Loreto, porque sabía que estas realizaban la labor evangelizadora en la India, más concretamente en Bengala occidental. Tras un período de información en el convento de estas religiosas en Irlanda, zarpó hacia Calcuta en el año 1929 donde le fue asignado el convento de Loreto en Entally, en el noroeste de Calcuta. Allí pudo dedicarse plenamente a la labor de la enseñanza en un colegio de niñas, al mismo tiempo que perfeccionaba el idioma del país, el cual llegó a dominar de tal forma, que muy pronto recibió el sobrenombre de <Teresa Bengalí>.

Hasta el año 1946 su dedicación a la enseñanza y ayuda a los más pobres, incluso fuera de los muros del convento, llenaron todas sus aspiraciones misioneras. Sin embargo el 10 de septiembre de 1946, siguiendo su costumbre anual, la Madre Teresa decidió hacer un retiro espiritual, y para ello viajó en tren desde Calcuta hacia el norte de la India para llegar a la región montañosa de Darjeeling, donde las hermanas de Loreto tenían una casa muy apropiada para hacer vida de oración y reflexión.

Sucedió, que durante el viaje, la Madre Teresa, recordando las palabras de Jesús en la Cruz, ya en plena agonía: <Tengo sed>, supo con seguridad que las mismas iban dirigidas a ella, supo que Dios <Necesitaba amor>, más aún que <Dios necesitaba el amor de los hombres>, y ese descubrimiento, esa <Llamada, dentro de la llamada>, la hizo recapitular sobre su vida, y desde ese momento luchó hasta que consiguió los permisos de las autoridades eclesiásticas, para salir a las calles de Calcuta en busca de los enfermos, pobres, desfavorecidos de la sociedad, es decir a los <pobres entre los pobres>



Poco a poco se fue abriendo camino en aquel mundo lleno de sufrimientos y pronto fue acompañada por otras hermanas que quisieron seguir su mismo carisma, de forma que a mediados del año 1950 las <hermanas de la caridad de Calcuta>, eran ya muy conocidas en la ciudad por su labor entre las familias sin techo y por haber abierto escuelas para los pobres, y clínicas para los moribundos y los niños en los barrios más miserables.

Su labor comenzó a ser reconocida en el mundo entero en el año 1970 en el que se le concedió el honor más alto de la India, la <Bharat Ratna> (La joya de la India), coronado finalmente con el premio Nobel de la Paz, en el año 1979.

Tras una labor incansable en la tarea social de la Iglesia, la Madre Teresa dejó este mundo en olor de santidad en el año 1997, y poco después de su fallecimiento, fue propuesta por la Iglesia, para iniciar su proceso de beatificación con vistas a su posterior canonización.

La beatificación de la Madre Teresa de Calcuta tuvo lugar el domingo 19 de octubre de 2003 y durante la misa celebrada por el Papa San Juan Pablo II, éste pronunció una homilía muy sentida de la que queremos recordar algunos párrafos:

“¿No es acaso significativo que esta beatificación tenga lugar precisamente en el día en que la Iglesia celebra la <Jornada mundial de las misiones>? Con el testimonio de su vida, Madre Teresa recuerda a todos que la misión evangelizadora de la Iglesia pasa a través de la caridad, alimentada con la oración y la escucha de la Palabra de Dios; es emblemática de este estilo misionero la imagen que muestra a la nueva Beata, mientras  estrecha con una mano, la mano de un niño, y con la otra pasa las cuentas del rosario.

Contemplación y acción, evangelización y promoción humana, Madre Teresa, proclama el evangelio con su vida totalmente entregada a los pobres, pero, al mismo tiempo, envuelta en la oración”

 

El Papa Francisco ha proclamado santa a la Madre Teresa de Calcuta, fundadora de  los <Misioneros y Misioneras de Calcuta>, el domingo  4 septiembre de este mismo año (2016); durante la homilía de la Santa Misa celebrada por el Pontífice dicho domingo y con motivo de este feliz acontecimiento de la Iglesia, ha recordado la figura de la nueva santa con estas palabras:

“Madre Teresa, a lo largo de toda su existencia, ha sido una generosa dispensadora de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos por medio de la acogida y la defensa de la vida humana, tanto la no nacida como la abandonada y descartada.

Se ha comprometido en la defensa de la vida proclamando incesantemente que <el no nacido es el más débil, el más pequeño, el más pobre>. Se ha inclinado sobre las personas desfallecidas, que mueren abandonadas  al borde de las calles, reconociendo la dignidad que Dios les había dado; ha hecho sentir su voz a los poderosos de la tierra, para que reconocieran sus culpas ante  los <crímenes> de la pobreza creada por ellos mismos.

La misericordia ha sido para ella la <sal> que daba sabor a cada obra suya, y la <luz> que iluminaba las tinieblas de los que no tenían  ni siquiera lagrimas para llorar su pobreza y sufrimiento”

 


Como rogó, en su día, el Papa San Juan Pablo II en la  homilía de la misa celebrada durante la beatificación de la santa (Ibid), nos atrevemos a decir:

“Virgen María, reina de todos los santos, ayúdanos a ser mansos y humildes de corazón como ésta intrépida mensajera del amor. Ayúdanos a servir, con la alegría y la sonrisa, a toda persona que encontremos. Ayúdanos a ser misioneros de Cristo, nuestra paz y nuestra esperanza”

 

 

 

 

 

jueves, 29 de septiembre de 2016

JESÚS DIJO (XXIII): TRABAJOS PUBLICADOS POR MRM.MARUS



 
 
 




*¿QUÉ SIGNIFICA SEGUIR A CRISTO?  (1/8/16)

 

 

*JESÚS DIJO (XXI): TRABAJOS PUBLICADOS POR MRM.MARUS  (5/8/16)

 

 

*JESÚS Y EL RETO DE LA EVANGELIZACIÓN SIGLO X (1ª Parte)  (20/8/16)

 

 

*JESÚS Y EL RETO DE LA EVANGELIZACIÓN SIGLO X (2ª Parte)  (2/9/16)

 

 

*JESÚS DIJO (XXII): TRABAJOS PUBLICADOS POR MRM.MARUS  (9/9/16)

 

 

*JESÚS Y EL CAMINO HACIA EL AMOR  (13/9/16)

 

 

 

 

 

 

 

 

Santa Biblia (Traducida de los textos originales en equipo bajo la dirección del Dr. Evaristo Martín Nieto. Ed. San Pablo 1988)

 

 

 

SEGUNDO VIAJE DE PABLO

 

En Berea

 

Al llegar la noche, los hermanos hicieron partir en seguida a Pablo y a Silas hacia Berea. Así que llegaron, fueron a la sinagoga de los judíos. / Los judíos de Berea, eran más abiertos que los de Tesalónica, y recibieron la palabra con buena disposición, estudiando diariamente las Escrituras para ver si todo era así. / Muchos judíos abrazaron la fe, así como gran número de paganos, mujeres distinguidas y hombres. / Cuando los judíos de Tesalónica  supieron que Pablo anunciaba también en Berea la palabra de Dios, fueron allá para agitar y alborotar a la plebe. / Entonces los hermanos hicieron partir a Pablo hacia el mar, y Silas y Timoteo se quedaron allí. / Los que acompañaban a Pablo lo llevaron hasta Atenas, y se volvieron en seguida con el encargo para Silas y Timoteo de que se unieran con él lo más pronto posible.

 

 

En Atenas

 

Mientras Pablo le esperaba en Atenas, se llenaba de indignación al contemplar la ciudad llena de ídolos. / Discutía en la sinagoga con los judíos y con los prosélitos, y diariamente en la plaza con los que se encontraba. / Algunos filósofos epicúreos y estoicos conversaban con él, unos decían: < ¿Qué querrá decir ese charlatán?> Y otros: <Parece ser un predicador de divinidades extranjeras> (Porque anunciaba a Jesús y la resurrección) / Lo llevaron al Areópago, y le preguntaron: < ¿Podemos saber qué doctrina nueva enseñas? / Nos tienes cansados los oídos con cosas extrañas, y queremos saber de qué se trata>. / Todos los atenienses y los extranjeros residentes sólo se entretenían en decir o en oír novedades.

 

 

 

 

Pablo en el Areópago

 

Pablo, puesto en pie en medio del Areópago, dijo: <Atenienses> por todo veo que sois muy religiosos. / Al recorrer vuestra ciudad y contemplar vuestros monumentos sagrados, me he encontrado incluso un altar con esta descripción: <Al Dios desconocido>. Pues bien, lo que veneráis sin conocerlo, eso es lo que yo os vengo a anunciar. / El Dios que ha hecho al mundo y todo lo que hay en él, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos construidos por la mano del hombre. / Ni es servido por manos humanas, como si necesitase algo él, que da a todos la vida, el alimento y todas las cosas; / de un solo hombre ha hecho todo el género humano para que habite sobre toda la superficie de la tierra, determinando los tiempos y los límites de su morada, / para que buscasen a Dios, y a ver si buscando a tientas lo podían encontrar; aunque no está lejos de cada uno de nosotros, / ya que en él vivimos, nos movemos y existimos, como alguno de vuestros poetas ha dicho también: <Porque somos de tu linaje>. / Pues si nosotros somos linaje de Dios, no debemos pensar que la divinidad es semejante a oro o plata o piedra, escultura hecha por el arte y el ingenio del hombre. / Dios, pasando por alto los tiempos de la ignorancia, hace saber ahora a los hombres que todos, en todas partes, se arrepientan, / puesto que ha establecido un día en el que ha de juzgar al universo con justicia por medio de un hombre, a quien ha designado y acreditado ante todos al resucitarlo de entre los muertos, unos se burlaban y otros dijeron: <Te oiremos sobre esto otra vez>. / Así Pablo se separó de ellos. / Algunos, sin embargo, se unieron a él y creyeron; entre ellos se encontraba Dionisio Areopagita, una mujer llamada Dámaris  y algunos otros.

 

 

En Corinto

 

Después de esto, Pablo salió de Atenas y fue a Corinto. / Allí encontró a un judío llamado Aquila, oriundo del Ponto, que acababa de llegar de Italia, con su mujer, Priscila, por haber decretado Claudio que salieran de Roma todos los judíos. Pablo se relacionó con ellos; y como eran del mismo oficio, se quedó trabajando en su casa; se dedicaban a fabricar tiendas de campaña. / Todos los sábados discutía en la sinagoga, intentando convencer a judíos y a griegos. / Cuando Silas y Timoteo llegaron a Macedonia, Pablo se entregó por completo a la predicación de la palabra, proclamando ante los judíos que Jesús era el Mesías. / Como ellos le llevaban la contraria y lo insultaban, se sacudió la ropa y dijo: <Que vuestra sangre caiga sobre vuestras cabezas; yo soy inocente; desde ahora me iré con los paganos>. / Partió de allí, y fue a casa de un prosélito, que vivía junto a la sinagoga. / Crispo, el jefe de la sinagoga, creyó en el Señor con toda su familia; y muchos de los corintios que habían oído a Pablo creyeron y se bautizaron. / Una noche el Señor dijo en visión a Pablo: <No tengas miedo, habla y no calles, / porque yo estoy contigo, y nadie intentará hacerte mal, pues tengo en esta ciudad un pueblo numeroso>. / Y se detuvo allí un año y medio, enseñando entre ellos la palabra de Dios.

 

 

Pablo ante Galión

 

Siendo Galión procónsul en Acaya, los judíos se sublevaron a una contra Pablo y lo llevaron ante el tribunal / con esta acusación: <Éste incita a los hombres  a que den culto a Dios en contra de la ley>. / Pablo iba a hablar, cuando Galión dijo a los judíos: <Si se tratase de un crimen o de un delito grave, yo os escucharía pacientemente, como es de justicia; / pero si es cuestión de palabras y nombres y cosas de vuestra ley, allá vosotros; yo no quiero ser juez de estos asuntos>. / Y los echó del tribunal. / Entonces se apoderaron de Sóstenes, el jefe de la sinagoga, y lo golpearon delante del tribunal, sin que nada de esto le importara a Galión.

 

 

Vuelta a Antioquía de Siria

 

Pablo permaneció aún cierto tiempo en Corinto; después se despidió de los hermanos y se embarcó hacia Siria. Lo acompañaban Priscila y Aquila. En Cencreas se había rapado la cabeza porque había hecho un voto. / Llegaron a Éfeso, donde se separó de ellos. Fue a la sinagoga y estuvo discutiendo con los judíos. / Ellos le pidieron que se quedase más tiempo; pero no accedió; / y se despidió con estas palabras: <Volveré de nuevo, si Dios quiere>. / Zarpó de Éfeso, desembarcó en Cesarea, fue a saludar a la Iglesia y bajó de Antioquía. / Allí estuvo algún tiempo y recorrió nuevamente la región de Galacia y Frigia, alentando a todos los discípulos.