Biblia de Navarra (Ediciones Universidad de Navarra S.A; Pamplona <España>. EUNSA)
TERCER VIAJE APOSTÓLICO DE SAN PABLO
Comienzo por Galacia y Frigia
*Pasó allí algún tiempo y marchó recorriendo una tras otras
las regiones de Galacia y Frigia, confortando a todos los discípulos.
*Un judío que se llamaba Apolo,
de origen alejandrino, hombre elocuente y muy versado en las Escrituras, llegó
a Éfeso. / Había sido instruido en el
Camino del Señor. Hablaba con fervor de espíritu y enseñaba con esmero lo
referente a Jesús, aunque sólo conocía el bautismo de Juan. / Comenzó a hablar
con libertad en la sinagoga. Al oírle Priscila y Aquila le tomaron consigo y le
expusieron con más exactitud el camino de Dios. / Como deseaba pasar a Acaya,
los hermanos le animaron y escribieron a los discípulos para que le recibieran.
Cuando llegó fue de gran provecho, con la gracia divina, para los que habían
creído, / pues refutaba vigorosamente en público a los judíos, demostrando por
las Escrituras que Jesús es el Cristo.
*Discípulos de san Juan Bautista
en Éfeso
Mientras Apolo estaba en Corinto,
Pablo recorrió las regiones altas y llegó a Éfeso. Encontró a algunos
discípulos / y les preguntó: -¿Habéis recibido el Espíritu Santo al abrazar la
fe? -Ni siquiera hemos oído que haya
Espíritu Santo -le respondieron. / Él
les replicó: -¿Entonces con qué bautismo habéis sido bautizados? -Con el bautismo de Juan -dijeron. / Pablo contestó: -Juan bautizó con
un bautismo de penitencia diciendo al pueblo que creyeran en el que iba a venir
detrás de él, es decir, en Jesús. / Cuando oyeron esto se bautizaron en el
nombre del Señor Jesús. / Al imponerles Pablo las manos, vino el Espíritu Santo
sobre ellos, de modo que hablaban en lenguas y profetizaban. / Eran entre todos
unos doce hombres.
*Predicación y milagros de San
Pablo en Éfeso
Entró en la sinagoga y habló
abiertamente durante tres meses, exponiendo lo referente al Reino de Dios y
tratando de convencerles. / Pero como algunos se endurecieron y no creyeron y
maldecían el Camino ante la multitud, se apartó de ellos y se separó con los
discípulos, enseñando todos los días en la escuela de Tirano. / Esto duró dos
años, de forma que todos los habitantes de Asia, judíos y griegos, oyeron la
palabra del Señor. / Dios obraba por manos de Pablo milagros nada corrientes, /
de manera que hasta los pañuelos y las ropas que habían tocado su cuerpo,
aplicados a los enfermos, hacían desaparecer las dolencias y expulsaban los
espíritus malignos. / Algunos exorcistas ambulantes judíos intentaron invocar
el nombre del Señor Jesús sobre quienes tenían espíritus malos diciendo: Os
conjuro por ese Jesús que Pablo predica/Hacían siete hijos de un tal Esceva, de
la aristocracia sacerdotal judía/Pero el espíritu maligno les replicó: -Conozco
a Jesús y sé quién es Pablo, pero
vosotros ¿quiénes sois?- / Y el hombre
en quien estaba el espíritu maligno, abalanzándose sobre ellos, dominó a unos y
otros y pudo con todos, de tal forma que huyeron de aquella casa desnudos y
heridos.
*Quema de libros mágicos
Todos los judíos y griegos que
vivían en Éfeso se enteraron de esto; el temor se apoderó de todos y fue
ensalzado el nombre del Señor Jesús. / Muchos de los que habían creído venían
para confesar y manifestar sus prácticas
supersticiosas. / Bastantes de los que cultivaban la magia trajeron sus libros
y los quemaron delante de todos. Calcularon su valor y resultó ser de cincuenta
mil monedas de plata. / Y así la palabra del Señor se propagaba con fuerza y se
robustecía.
*Proyectos de viaje de San Pablo
Después de esto tuvo Pablo la
inspiración de ir a Jerusalén a través de Macedonia y Acaya, y decía: -Después
de ir allí debo ver también Roma. / Envió a Macedonia a dos de sus
colaboradores, Timoteo y Erasto, y él permaneció algún tiempo en Asia.
*Motín de los plateros de Éfeso
Se produjo en aquella ocasión un
alboroto no pequeño contra el Camino, / pues cierto platero llamado Demetrio,
que fabricaba reproducciones en plata del templo de Artemisa y proporcionaba a
los orfebres abundantes ganancias, / después de reunir a éstos y a los que eran
del mismo oficio, dijo: -Amigos, sabéis que nuestro bienestar viene de este
trabajo, / y estáis viendo y oyendo que no
sólo en Éfeso, sino en casi toda Asia, este Pablo ha apartado a mucha gente
convenciéndoles de que no son dioses los que se fabrican con las manos. / Con
esto no sólo hay peligro de que caiga en descrédito nuestra profesión, sino
también de que el templo de la gran diosa Artemisa sea tenido en nada y vaya a
ser despojada de su majestad aquella a quien toda Asia y la tierra entera
veneran. / Al oír esto comenzaron a gritar llenos de furia: -¡Grande es la
Artemisa de los efesios! / La ciudad se llenó de confusión y todos a una se
precipitaron hacia el teatro, arrastrando a los macedonios Gayo y Aristarco,
compañeros de viaje de Pablo. / Éste quiso presentarse al pueblo, pero los
discípulos no se lo permitieron; / e incluso algunos asiarcas que eran amigos
enviaron a rogarle que no se arriesgase
a ir al teatro. / Unos gritaban una cosa y otros, otra. Estaba la asamblea
confusa y la mayoría no sabía por qué se habían reunido. / Hicieron salir
entonces a Alejandro de entre la multitud, empujado por los judíos. Alejandro
pidió silencio con la mano, para dar explicaciones a la gente; pero cuando
supieron que era judío, todos a la vez gritaron durante unas dos horas:
-¡Grande es la Artemisa de los efesios! / Cuando el magistrado calmó la turba,
dijo: -Efesios, ¿qué hombre hay que no sepa que la ciudad de Éfeso es la
guardiana del templo de la gran Artemisa y de su estatua bajada del cielo? /
Como esto es indiscutible, conviene que estéis tranquilos y no hagáis nada
precipitadamente, / pues habéis traído a estos hombres que no son sacrílegos ni
blasfemos contra nuestra diosa. / Si Demetrio y los orfebres que están con él
tiene queja contra alguno, audiencias y procónsules hay: que presenten sus
acusaciones unos y otros. / Y si pretendéis algo más, debe resolverse en
asamblea legal, / porque corremos el
peligro de ser acusados de sedición por lo de hoy, al no haber ninguna causa
por la que podamos justificar este tumulto. Dicho esto, hizo disolver la
asamblea.
*Paso a Macedonia. Comienza el
regreso
Cuando cesó el alboroto, Pablo hizo
llamar a los discípulos, los animó, se despidió de ellos y partió camino de
Macedonia. / Después de atravesar aquellas regiones y exhortar a todos con
frecuentes conversaciones, llegó a Grecia. / Allí se detuvo tres meses y, como
los judíos tramaron un atentado contra él cuando se disponía a navegar a Siria,
decidió volver a Macedonia. / Le acompañaron Sópatros, hijo de Pirro, de Berea;
Aristarco y Segundo, de Tesalónica; Gayo, de Derbe; y Timoteo, así como Tíquico
y Trófimo, que eran de Asia. / Éstos se adelantaron y nos esperaron en Tróade.
/ Nosotros iniciamos la navegación en Filipos después de los Ácimos y a los
cinco días nos reunimos con ellos en Tróade, donde nos detuvimos siete días.
*Celebración de la Eucaristía y
resurrección de Eutico
El primer día de la semana,
cuando estábamos reunidos para la fracción del pan, Pablo, que debía partir al
día siguiente, hablaba a los discípulos, y su discurso se prolongó hasta la
medianoche. /Había abundantes lámparas en la habitación superior donde nos
encontrábamos. / Un joven que se llamaba Eutico estaba sentado en la ventana y
se quedó profundamente dormido al alargarse el discurso de Pablo, de modo que
vencido por el sueño se cayó desde el tercer piso y lo levantaron ya muerto. /
Bajó Pablo, se echó sobre él y abrazándolo dijo: -No os preocupéis, que su alma
está en él. / Subió luego, partió el pan, lo comió y siguió hablando largo
tiempo hasta el amanecer; entonces se marchó. / Trajeron vivoal joven y se
consolaron muchísimo.
*De Tróade a Mileto
Nosotros nos adelantamos a tomar
la nave y zarpamos rumbo a Asso, donde íbamos a recoger a Pablo, porque él
había decidido hacer el viaje por tierra desde allí. / Cuando se nos unió en
Asso lo recibimos a bordo y llegamos a Mitilene. / Allí nos hicimos a la mar y
llegamos al día siguiente a la altura de Quíos; al otro día atracamos en Samos
y al día siguiente arribamos a Mileto. / Pablo había decidido no detenerse en
Éfeso, para no perder tiempo en Asia. Se daba prisa porque, si era posible,
deseaba estar en Jerusalén el día de Pentecostés.
*Discurso de despedida a los
presbíteros de Éfeso
Desde Mileto envió un mensaje a Éfeso y convocó a los
presbíteros de la iglesia. / Cuando llegaron les dijo: -Vosotros sabéis cómo me
he comportado en vuestra compañía desde el primer día que entré en Asia, /
sirviendo al Señor con toda humildad y lágrimas en medio de dificultades que me
han venido por las insidias de los judíos; / cómo no dejé de hacer nada de
cuanto podía aprovecharos – al predicaros y al enseñaros, en público y en
vuestras casas -, / cuando anunciaba a judíos y griegos la conversión a Dios y
la fe en nuestro Señor Jesús. / Ahora, encadenado por el Espíritu, me dirijo a
Jerusalén, sin saber qué me pasará allí, / excepto que por todas las ciudades
el Espíritu Santo testimonia en mi interior para decirme que me esperan cadenas
y tribulaciones. / Pero en nada estimo mi vida, con tal de consumar mi carrera
y el ministerio que recibí del Señor
Jesús de dar testimonio del Evangelio de la gracia de Dios. / Sé ahora que
ninguno de vosotros, entre quienes pasé predicando el Reino, volverá a ver mi
rostro. / Por eso, en este día doy testimonio de que estoy libre de culpa de la
sangre de todos, / pues no dejé de anunciaros todos los designios de Dios. /
Cuidad de vosotros, y de toda la grey, en la que el Espíritu Santo os puso como
obispos para apacentar la Iglesia de Dios, que Él adquirió con su sangre. / Sé
que después de mi marcha se meterán entre vosotros lobos feroces que no
perdonarán al rebaño, / y que de entre vosotros mismos surgirán hombres que
enseñarán doctrinas perversas, con el fin de arrastrar a los discípulos tras
ellos. / Debéis, por lo tanto vigilar y recordar que durante tres años no cesé
noche y día de exhortaros con lágrimas a cada uno de vosotros. / Ahora os
encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que es poderosa para edificar y
conceder la herencia a todos los santificados. / No he codiciado de nadie
plata, oro o ropas. / Sabéis bien que las cosas necesarias para mí y los que
están conmigo las proveyeron estas manos. / Os he enseñado en todo que
trabajando así es como debemos socorrer a los necesitados, y que hay que
recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: <Mayor felicidad hay en dar
que en recibir>. / En cuanto acabó de hablar se puso de rodillas y oró con
todos ellos. / Entonces rompieron todos a llorar y abrazándose al cuello de
Pablo le besaban, / afligidos sobre todo por lo que había dicho de que no
volverían a ver su rostro. Y le acompañaron hasta la nave.
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