“El hijo de Dios que es una sola cosa con el Padre, y que al entrar en el mundo dijo: He aquí que vengo, ¡Oh Dios, para hacer tu voluntad! Se ha dignado ofrecernos ejemplos de su propia oración”
En efecto, la oración, era para Jesucristo una constante en su vida, y así lo podemos comprobar al leer el Nuevo Testamento. En concreto, en los cuatro Evangelios encontramos muchos ejemplos de la oración de Jesús, porque su actividad diaria estaba tan unida a ella, que incluso se podría decir que semejaba a un rio que a su lado fluia.
El evangelista San Lucas, narró así, la llegada al huerto y la oración del Señor (Lc 22, 39-43):
-Y saliendo de allí, se dirigió,
según costumbre, al monte de los Olivos; y le siguieron también los discípulos.
-Y en llegando al lugar, les dijo:-Orad, para que no entréis en tentación.
-Y El, arrancándose de ellos, se
apartó a la distancia como de un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba
-diciendo: Padre, si quieres
traspasa de mí este cáliz, más no se haga mi voluntad sino la tuyaEl Papa Juan Pablo II, el 9 de abril de 1992, analizó el sufrimiento en Getsemaní del Hombre-Dios (La Biblia de Juan Pablo II, p.185; La Esfera de los libros S.L. 2008):
Todo estaba listo, pero era
necesario esa <Hora> del Getsemaní, aquella vigilia, aquella plegaria
solitaria del Señor. Era necesario un último y definitivo encuentro entre el
Hijo y el Padre…”
Así es, por eso, mediante la oración,
Cristo sale al encuentro de todo hombre para recorrer con él, el camino de la
vida, hasta llevarlo a la plena comunión con Dios, tal como nos indica el Papa
Juan Pablo II, en su Encíclica “Redemptor hominis” (dada en Roma el primer
domingo de Cuaresma del año 1979, primero de su Pontificado).
Por otra parte, Jesús nos enseñó a orar, a todos los hombres, con la plegaria del Padrenuestro (oración fundamental de la Iglesia), durante su Sermón de la Montaña (Mt 6, 9-13) y también durante este mismo Sermón nos pidió que tuviéramos absoluta confianza en los efectos de la oración (Mt 7, 7-11):
-Pedid, y se os dará; buscad, y
hallaréis; llamad, y se os abrirá;
-porque todo el que pide, recibe;
y el que busca halla; y al que llama se le abrirá
-¿O quién habrá entre vosotros a
quién su hijo pidiere pan?
¿Por ventura le dará una piedra?;
-O también le pidiere un pescado,
¿por ventura le dará una serpiente?
-Sí pues, vosotros, con ser
malos, sabéis dar dádivas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más, vuestro Padre
celestial dará bienes a los que se lo pidieren?
Jesús con su vida en oración nos
puso de manifiesto, así mismo, la absoluta necesidad que tenemos todos los
seres humanos de orar, ya que si Él, siendo Hijo Unigénito de Dios y Dios
verdadero, necesitaba de la plegaria para preparar su espíritu, cuanto más
necesitaremos los hombres, hijos adoptivos de Dios, de esta ayuda inestimable.
El mismo Papa, Juan Pablo II, consciente de esta necesidad imperiosa, al comienzo de su Pontificado y frente a los grandes retos a los que tenía que enfrentarse aseguraba en la Encíclica anteriormente mencionada que:
“Frente a tales cometidos, que
surgen a lo largo de las vías de la Iglesia…, nosotros, conscientes de la
absoluta necesidad de todas estas vías, y al mismo tiempo de las dificultades
que se acumulan sobre ellas, sentimos tanto más la necesidad de una profunda
vinculación con Cristo… El mismo Papa, Juan Pablo II, consciente de esta necesidad imperiosa, al comienzo de su Pontificado y frente a los grandes retos a los que tenía que enfrentarse aseguraba en la Encíclica anteriormente mencionada que:
Solamente la oración puede lograr que todos estos grandes cometidos y dificultades que se suceden no se conviertan en fuente de crisis, sino en ocasión y como fundamento, de conquistas cada vez más maduras en el camino del Pueblo de Dios hacia la Tierra Prometida…”.
Ciertamente, en la vida espiritual, de los primeros cristianos, destacaba la práctica de la oración comunitaria e individual, en forma <oral>, y el <Padrenuestro> era tomado siempre, como principal modelo de plegaria.
Según el historiador y teólogo,
Javier Sesé, el <Padrenuestro> era con diferencia la oración más
<alabada, recomendada y comentada>, de tal modo, que muchos Padres de la
Iglesia, han dedicado sus estudios a ella; así lo hicieron, Orígenes, Tertuliano
y San Cipriano.
Dice Javier Sesé, en su libro
“Historia de la espiritualidad”, que en las oraciones personales de la Iglesia
primitiva abundaban las referencias a la Santísima Trinidad y a cada Persona
divina y en particular a Jesucristo, centro sin duda, del culto espiritual de
los creyentes:
“…la oración se hace en nombre
suyo, por Él y en Él, además de dirigirse también a Él”.
Nos recuerda además, este mismo
escritor, que los primeros testimonios sobre este tema, insisten mucho sobre la
necesidad de la plegaria, para recibir el auxilio de Dios <origen de todo
poder divino>:
“Se destaca así la actitud de
confianza absoluta en la plegaria. Se busca y promueve la oración continua; y
se subraya la estrecha relación entre la oración y la penitencia, y de ambas
con la remisión de los pecados” (Ibid)En la actualidad, se debe seguir haciendo hincapié, en todas estas <virtudes> de la oración y aún más, pues como nuestro Papa Benedicto XVI, nos ha dicho en su Encíclica “Caritas in Veritate”:
El “Padrenuestro”, es la oración fundamental de la Iglesia, pues como nos dice así mismo, el Papa Benedicto XVI, en su libro “Jesús de Nazaret” (Primera parte), cuando lo rezamos:
Por otra parte, también según el
Santo Padre, es significativo el hecho
de que el evangelista San Lucas, relacione la oración del Padrenuestro con la
oración personal de Jesucristo y de aquí que resulte esencial escuchar y
entender lo que Jesús dice en la misma.
Debemos, según nos dice el Papa,
intentar descubrir realmente, a lo largo de esta oración, los pensamientos de
Jesús, es decir, lo que nos quería transmitir a través del Padrenuestro,
teniendo en cuenta además que es una plegaria personal del Hijo con el Padre
(Lc 11, 1-4):
-Y sucedió que estando El en
cierto lugar orando, como hubo acabado, le dijo uno de sus discípulos:
-Señor, enséñanos a orar, lo
mismo que Juan enseñó a sus discípulos.
-Díjoles: Cuando os pongáis a
orar, decid: <Padre, sea santificado tu nombre; venga tu reino;
-el pan de nuestra subsistencia
dánoslo cada día;
-y perdónanos nuestros pecados,
porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe; y no nos metas en la
tentación>
Entre las peticiones que el hombre hace al rezar el Padrenuestro tenemos en primer lugar la siguiente:
Que nos recuerda, según el Papa
Benedicto XVI (Ibid), el segundo mandamiento de la
ley de Dios:
<No pronunciarás el nombre del Señor, en falso>
<No pronunciarás el nombre del Señor, en falso>
La segunda petición del
Padrenuestro es:
<Venga tu reino>
Y con ella recocemos la primacía de Dios, pues como nos dice el
Papa Benedicto XVI (Ibid):
<Donde Él no está, nada puede
ser bueno. Donde no se ve a Dios, el hombre decrece y decrece también el mundo>
<Con la petición <Venga tu
reino> (¡no el nuestro!), el Señor nos quiere llevar precisamente a este
modo de orar y establecer las prioridades de nuestro obrar>
<El Reino de Dios llega a través
del que escucha. Ese es su camino. Y por eso nosotros hemos de rezar siempre>Todas las peticiones del Padrenuestro son importantísimas, pero quizás la que supera a todas, es la última:
<No nos metas en tentación>, o lo que es lo mismo, <No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal >
ya que el maligno siempre está al acecho y el hombre, pide ayuda urgente, con esta plegaria al Padre, porque desea ser redimido por Él, de ese Mal que le acecha a cada paso, a lo largo de su vida.
Jesús sabía, que el hombre
necesitaba apoyarse en la oración, para contrarrestar la acción del maligno,
pues aunque espiritualmente, muchas veces, se encuentre dispuesto a asumir las
dificultades del día a día, la carne le lleva por los derroteros del mal, para
su desgracia, y es por ello que Jesucristo con su vida en oración nos quiere dar
el ejemplo a seguir.
A tal propósito, recordemos con
cuanta humildad se dirige Jesús al Padre del cielo, para pedirle por los
<suyos>, por aquellos que Él le había dado, para que continuaran su labor
evangelizadora, después de su Pasión, Muerte y Resurrección (Jn 17, 6-10):
Manifesté tu nombre a los
hombres que me distes del mundo, tuyos
eran, y tú me los distes; y tu palabra han guardado. Ahora han conocido que
todo cuanto me has dado de ti viene;
-pues las palabras que me
confiaste, yo las he comunicado a ellos, y ellos las recibieron, y conocieron
verdaderamente que de ti salí, y creyeron que tú me enviaste.
-Por ellos yo ruego: no ruego por
el mundo, sino por aquellos que me has encomendado, pues tuyos son…Esta oración sacerdotal, pudo ser realizada por el Señor, antes de encaminarse con sus Apóstoles hacía el huerto de Getsemaní, donde había de producirse su apresamiento, por la traición de Judas Iscariote.
Se trata de un ejemplo maravilloso de amor y de humildad, que nos da Jesús con una oración que viene de Dios y va hacia Dios…
Pero nosotros los hombres, podriamos preguntarnos, cuando rezamos: ¿De dónde viene la oración?
la respuesta la podemos encontrar en el Catecismo de la Iglesia Católica:
Esta definición del Catecismo
está en total concordancia con la <oración testamental de Jesucristo> En
ella Jesús proclama su tarea reveladora del Padre; le glorifica, manifiesta su
nombre, le da su palabra, es en definitiva el enviado del Padre, al que retorna
una vez que ha cumplido su misión, en perfecta unión con Él.
El Señor como hombre nacido en el pueblo de Israel, rezaba muchas veces con el Salterio, el libro por excelencia para orar desde la antigüedad. Todos los Salmos del Antiguo Testamento son excelentes para sobrellevar las dificultades de la vida del ser humano, que ha cambiado poco a lo largo de los siglos, desde el punto de vista, de la presencia del demonio y sus consecuencias.
Entre los mismos, en primer lugar, recordaremos el Salmo 2 del rey David, tantas veces recitado por el pueblo de Israel con ocasión de grandes desgracias o alegrías, como sucedió cuando los Apóstoles, Pedro y Juan, se libraron de la cárcel, donde injustamente los mantenían los sanhedritas (Hechos de los Apóstoles 4, 23-31 ):
-Puestos en libertad (los dos apóstoles), se fueron a
los suyos y les refirieron todo cuanto los sumos sacerdotes y los ancianos les
habían hecho.
-Ellos, como lo oyeron, movidos
de un mismo sentimiento, elevaron la voz hacia Dios y dijeron: <Señor, tú
eres el Dios que hizo el cielo, la
tierra y la mar y todo cuanto existe en ellos>
-el que por el Espíritu Santo por
boca de nuestro padre David, tu siervo, dijo
¿Por qué se embravecieron las
naciones y los pueblos tramaron vanidades?
-Acudieron los reyes de la
tierra, y los jefes juntáronse en un haz, en contra del Señor y en contra de su
Ungido
En esta plegaria espontánea, de
la primitiva iglesia de Cristo, se puede apreciar, en primer lugar, la
seguridad absoluta de sus miembros en la inspiración divina de las Sagradas
Escrituras, al asegurar, que David fue el instrumento del Espíritu Santo, para
crear tan hermosa oración; y en segundo lugar, se pone de manifiesto, el significado profundo que la
misma tenía para los seguidores de Cristo, al igual que la tuvo en su tiempo para
el antiguo pueblo de Israel; ya que este Salmo y otros muchos, como por
ejemplo, el 15(16), el 21(22), el 44(45), el 105(106) y el 136, son llamados
<Salmos reales> y tienen carácter <mesiánico>, porque
proféticamente anuncian la llegada del Mesías.
Aunque los <Salmos
regios>, desde el aspecto estrictamente literario, según algunos autores, no
tengan necesidad de interpretarse en el sentido <mesiánico>, lo cierto es
que la Iglesia de Cristo y en particular los Santos Padres y lo que es más importante,
nuestro Señor Jesucristo, le han dado éste carácter, justificable sin duda, por
la realidad de los hechos acaecidos y profetizados por ellos.
Por otra parte, el Salmo 2 puede considerarse el <Salmo mesiánico>, por excelencia, porque nos habla del <Ungido>, en referencia al Hijo del hombre, que había de venir, lo cual se cumplió en la persona de Jesús, que fue perseguido y humillado por los hombres <malvados> y ensalzado y Resucitado por el Padre, en beneficio de toda la humanidad. Así mismo el Salmo 2, es uno de los más nombrados en la Santa Biblia ya que lo que nos viene a decir es que:
“El Mesías, es el Rey de Sión y de toda la tierra”
Cuestión comprobada a lo largo de toda la historia de la Iglesia de Cristo, pues como profetiza el Salmo a pesar de los constantes ataques de los hombres <malvados> al Señor y su Ungido, en el pasado, y también en la actualidad, la Iglesia ha permanecido <firme en la fe> y perseverante por encima del mal, y así será hasta el fin de los siglos...
Por otra parte, el Salmo 2 puede considerarse el <Salmo mesiánico>, por excelencia, porque nos habla del <Ungido>, en referencia al Hijo del hombre, que había de venir, lo cual se cumplió en la persona de Jesús, que fue perseguido y humillado por los hombres <malvados> y ensalzado y Resucitado por el Padre, en beneficio de toda la humanidad. Así mismo el Salmo 2, es uno de los más nombrados en la Santa Biblia ya que lo que nos viene a decir es que:
“El Mesías, es el Rey de Sión y de toda la tierra”
Cuestión comprobada a lo largo de toda la historia de la Iglesia de Cristo, pues como profetiza el Salmo a pesar de los constantes ataques de los hombres <malvados> al Señor y su Ungido, en el pasado, y también en la actualidad, la Iglesia ha permanecido <firme en la fe> y perseverante por encima del mal, y así será hasta el fin de los siglos...
El Salterio (Tehil-lim) está
constituido por 150 Salmos que por sus argumentos y contenidos presentan una
gran variedad de estilos, por lo que se hace difícil clasificarlos
adecuadamente, de una forma definitiva. De cualquier manera, no sólo representa
el ejemplo más expresivo de la lírica del pueblo judío, además de la obra
religiosa de carácter poético más perfecta y acabada, sino que constituye
sobre todo el mejor libro de oraciones, que los hombres han utilizado en todos
los tiempos, para hablar con Dios, en todas
las situaciones de sus vidas, pues el ser humano debe confiar siempre en el
Señor que castiga el mal y perdona a los <humildes de corazón>.
El Papa Juan
Pablo II quiso restablecer la utilidad del Salterio para realizar la
<oración oral>, que bien hecha, es un medio ideal para relacionarnos con
el Señor ,y decidió, llevar a cabo una serie de catequesis, para mostrar a los
fieles la riqueza de los Salmos en oración:
“En la carta apostólica <Novo
millennio ineunte> he manifestado mi deseo de que la Iglesia se caracterice
cada vez más por el arte de la oración, aprendiéndola siempre de manera
renovada de los labios del Divino Maestro. Este compromiso debe ser vivido
especialmente en la Liturgia, fuente y culmen de la vida eclesiástica. En esta
línea es importante prestar una mayor atención pastoral a la promoción de la <Liturgia
de las Horas>, como oración de todo el Pueblo de Dios.
De hecho, si bien los sacerdotes y los religiosos tienen un preciso deber de celebrarla, se propone también vivamente a los laicos. Este fue el objetivo que se planteó hace ya 30 años, mi venerado predecesor, Pablo VI, con la constitución <Laudis canticum> en la que determinaba el modelo vigente de esta oración, con el deseo de que los Salmos y los Cánticos, que dan ritmo a la <Liturgia de las Horas>, fueran comprendidos <con amor renovado por el Pueblo de Dios>”
De hecho, si bien los sacerdotes y los religiosos tienen un preciso deber de celebrarla, se propone también vivamente a los laicos. Este fue el objetivo que se planteó hace ya 30 años, mi venerado predecesor, Pablo VI, con la constitución <Laudis canticum> en la que determinaba el modelo vigente de esta oración, con el deseo de que los Salmos y los Cánticos, que dan ritmo a la <Liturgia de las Horas>, fueran comprendidos <con amor renovado por el Pueblo de Dios>”
Salmo 5 (Oración matutina), Salmo
8 (Gloria del Creador y dignidad del hombre), Salmo 10 ( No te olvides de los hombres), Salmo 18(17) (Himno
a Dios creador), Salmo 20(19) (Acción de gracias por la victoria del Rey-Mesías)…,
Salmo 140(139) (Oración en el peligro), Salmo 141(140) (Tu eres mi refugio) etc.
Por su parte, el Papa Benedicto
XVI ha querido seguir con esta labor iniciada por su predecesor en la Silla
Papal, dispensándonos también, con el beneficio de sus enseñanzas sobre el
Salterio, y hasta la fecha, ha comentado un gran número de ellos, entre los que
cabe destacar los siguientes:
Salmo 120(119) (El guardián de
Israel), Salmo 122(121) (El Señor, esperanza del pueblo), Salmo 125(124) (Dios,
alegría y esperanza nuestra), Salmo 126(125) (El esfuerzo humano es inútil sin
Dios), Salmo 135(134) (Himno pascual)…, Salmo 137(136) (Himno de acción de
gracias), Salmo 138(137) (Dios lo ve todo) etc.
Ambos Papas han coincidido, al menos en dos ocasiones en sus catequesis sobre los Salmos, y así nos encontramos, por ejemplo, que los Salmos 134 y 143, han sido comentados y analizados en profundidad por ellos, pero antes de recordar brevemente algunas de las ideas desarrolladas por los Santos Padres en los mimo, es necesario tener en cuenta las palabras de Juan Pablo II, sobre la comprensión de éstos (Audiencia General del miércoles 28 marzo de 2001):
“Podríamos introducirnos en la
comprensión de los Salmos a través de diferentes caminos...Nuestra lectura
buscará sobre todo hacer emerger el significado religioso de los Salmos,
mostrando cómo, a pesar de estar escritos hace muchos años para creyentes
judíos, pueden ser asumidos en la oración
de los discípulos de Cristo…De hecho, Jesús resucitado se aplicó a sí
mismo los Salmos, cuando dijo a sus discípulos:
<Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí >(Lc 24, 44).
Los Padres añaden que los Salmos se dirigen a Cristo e incluso que es el mismo Cristo quién habla en ellos. Al decir esto, no pensaban sólo en la persona individual de Jesús sino en el <Christus totus>, el Cristo total, formado por Cristo cabeza y por sus miembros…El libro del Salterio sigue siendo, la fuente ideal de oración cristiana, y en él seguirá inspirándose la Iglesia en el nuevo milenio”
<Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí >(Lc 24, 44).
Los Padres añaden que los Salmos se dirigen a Cristo e incluso que es el mismo Cristo quién habla en ellos. Al decir esto, no pensaban sólo en la persona individual de Jesús sino en el <Christus totus>, el Cristo total, formado por Cristo cabeza y por sus miembros…El libro del Salterio sigue siendo, la fuente ideal de oración cristiana, y en él seguirá inspirándose la Iglesia en el nuevo milenio”
La primera parte del Salmo 143,
fue comentado por el Papa Juan Pablo II en su Audiencia General del miércoles
día 21 de mayo de 2003, y tres años después, en la Audiencia General del
miércoles 11 de enero de 2006, el Papa Benedicto XVI, también dedicó su
catequesis a este Salmo que dice así:
-Bendito sea
Yahveh, la Roca mía,
que mis manos enseña a la batalla
(y dispone) mis
dedos a la guerra;
-misericordia mía,
alcázar mío,
mi fortaleza, y
quien del mal me libra,
mi pavés, el
lugar de mi refugio,
el que los
pueblos rinde a mi dominio
-¿Qué es el
hombre, Yahveh, que de él te cuidas;
el hijo del
hombre, para que en él pienses?
-Semeja el hombre
al soplo de las auras;
sus días son
sombras cual se pasan
-Yahveh, inclina
los cielos y desciende;
toca los montes y exhalarán humo;
…..
Para el Papa Juan Pablo II, esta plegaria tiene las características de un Salmo real, entretejido con otros textos bíblicos, para dar vida a una nueva composición de oración, y quien habla, en primera persona es el mismo rey davinico, reconociendo el origen divino de sus éxitos, (Audiencia General, 21 de mayo de 2003):
“El Señor es
presentado con imagines marciales, según la antigua tradición simbólica. En
efecto, aparece como un instructor militar, un alcázar inexpugnable, un escudo
protector, un triunfador. De esta forma se quiere exaltar la personalidad de
Dios, que se compromete contra el mal de la historia: no es un poder oscuro o
una especie de hado, ni un soberano impasible e indiferente respecto a las
vicisitudes humanas. Las citas y el tono de esta celebración divina guardan
relación con el himno de David que se conserva en el Salmo 17 y en el capítulo
22 del segundo libro de Samuel…
Sólo con el apoyo de Dios podemos superar los
peligros y las dificultades que encontramos diariamente en nuestra vida, sólo
contando con la ayuda del cielo podremos esforzarnos por caminar, <como el
antiguo rey de Israel>, hacia la liberación de toda opresión”
Termina el Papa
Juan Pablo II su catequesis, recordando las palabras del sacerdote, asceta y
Padre de la Iglesia, Juan Casiano, venerado por la Iglesia como santo, nacido
en la actual Dobruja en Rumania, entre los años 360 - 365, y que murió en
Marsella(Francia) en el año 435, (Audiencia General de Juan Pablo II
anteriormente mencionada):
“Concluyamos,
entonces, con una consideración que nos sugiere San Juan Casiano…En su obra (La
encarnación del Señor), tomando como punto de partida el versículo 5 de nuestro
Salmo <Señor, inclina tu cielo y desciende>, ve en estas palabras la
esperanza del ingreso de Cristo en el mundo”
Por su parte, Benedicto XVI, también considera que este Salmo real tiene carácter mesiánico, (Audiencia General, 11 de enero de 2006):
“El himno
comienza con una bendición, es decir, con una exclamación de alabanza dirigida
al Señor, celebrado con una pequeña letanía de títulos salvíficos: es la roca
segura y estable, es la gracia amorosa, es el alcázar protegido, el refugio defensivo,
la liberación, el escudo que mantiene alejado todo asalto del mal. También se
utiliza la imagen marcial de Dios que adiestra a los fieles para la lucha a fin
de que sepan afrontar las hostilidades del ambiente, las fuerzas oscuras del
mundo”
Recuerda
Benedicto XVI, al gran teólogo y Padre de la Iglesia griega, Orígenes (Siglo
III), en su análisis de este mismo Salmo (Audiencia de 11 de enero de de 2006):
“Volvamos a
Orígenes, que dice: No podrás salvar esta miseria que es el hombre, si tú mismo
no la tomas sobre ti <Señor, inclina tu cielo y desciende>…
Has descendido,
has abajado el cielo y has extendido tu mano desde lo alto, y te has dignado
tomar sobre ti la carne del hombre, y muchos han creído en ti. Para nosotros,
los cristianos, Dios ya no es, como en la filosofía anterior al cristianismo,
una hipótesis, sino una realidad, porque Dios <ha inclinado su cielo y ha
descendido>
El cielo es Él mismo y ha descendido en medio
de nosotros. Con razón Orígenes ve en la parábola de la oveja perdida, a la que
el pastor toma sobre sus hombros, la parábola de la Encarnación de Dios. Sí, en
la Encarnación él descendió y tomó sobre sus hombros nuestra carne, a nosotros
mismos”
La primera parte del Salmo 134, fue comentada
por el Papa Juan Pablo II, en su Audiencia General del miércoles 9 de abril de
2003, y dos años después, en la Audiencia General del miércoles 28 de
septiembre de 2005, el Papa Benedicto XVI, trató también sobre éste Salmo en su
catequesis.
El Salmo
134(Primera parte), dice así:
-¡Aleluya! Alabad a
Yahveh su (santo) nombre,
alabadle los siervos
de Yahveh,
-los que estáis del
Señor en la morada,
en los atrios del
templo de Dios nuestro.
-Alabad a Yahveh,
porque es benigno;
su nombre salmead,
porque es amable,
-porque a Jacob
tiene Yahveh elegido,
porque eligió a
Israel por su peculio
Esto sé bien: que es
Yahveh grande, y antes
el Señor nuestro que
todos otros dioses.
-Lo que quiera
Yahveh en la tierra y cielos
hace en el mar y en todos los abismos
Nubes alza de fines
de la tierra;
desata los
relámpagos en lluvia;
saca los vientos de
sus receptáculos….
-Yahveh, tu nombre dura eternamente;
tu memoria de edades
en edades.
-Porque Yahveh
defensa es de su pueblo,
y con sus siervos
muéstrose propicio
El Papa Juan
Pablo II, consideró que este Salmo era el “gran Hallel”, es decir, la alabanza
solemne y festiva que es preciso elevar al Señor con ocasión de la Pascua
(Audiencia General de 9 de abril de 2003):
“Al inicio nos
encontramos con la característica invitación a la alabanza, un elemento típico
de los himnos dirigidos al Señor en el Salterio. La invitación a cantar el
aleluya se dirige a los <siervos del Señor>, que en el origen hebreo se
presentan <erguidos>en el recinto Sagrado del Templo, es decir, en el
actitud de la oración.
Participan en
la alabanza ante todo los ministros del culto, sacerdotes y levitas, que viven
y actúan <en los atrios de la casa de
nuestro Dios>. Sin embargo, a estos <siervos del Señor>se asocian
idealmente todos los fieles. En efecto, inmediatamente después se hace mención
de la elección de todo el pueblo de Israel para ser aliado y testigo del amor
del Señor:<Él se escogió a Jacob…>. Desde
esta perspectiva se celebran dos cualidades fundamentales de Dios: es
<bueno> y es <amable>. El vínculo que existe entre nosotros y el
Señor está marcado por el amor, por la intimidad y por la adhesión gozosa.
Finaliza el
Santo Padre, su catequesis, recordando a su vez la catequesis del Papa del
siglo I, San Clemente Romano, tercer sucesor de Pedro (cuarto Papa), que murió
mártir en el año 87, bajo el reinado del emperador Trajano, sobre éste el Salmo
134 (Carta a los Corintios):
“Fijemos
nuestra mirada en el Padre y Creador de todo el Universo y adhirámonos a los
magníficos y sobrenaturales dones y beneficios de su paz. Mirémosle con nuestra
mente y contemplemos con ojos del alma su magnífico designio…
Consideremos
cuan blandamente se porta con toda la creación. Los cielos, movidos por su
disposición, le están sometidos en paz. El día y la noche recorren la carrera
por él ordenada, sin que mutuamente se impidan…
Todas estas
cosas ordenó el grande Artífice y Soberano de todo el Universo que se
mantuvieran en paz y concordancia, derramando sobre todas sus beneficios, y más
copiosamente sobre nosotros, que nos hemos refugiado en su misericordia por
medio de nuestro Señor Jesucristo. A él sea la gloria y la grandeza por la
eternidad, Amén”.
Por su parte,
el Papa Benedicto XVI, inicia su catequesis sobre el Salmo 134, con las
palabras siguiente:
“Se presenta
ahora ante nosotros la primera parte del Salmo 134, un himno de índole
litúrgica, entretejida, de alusiones,
reminiscencias y referencias a otros textos bíblicos. En efecto, la liturgia
compone a menudo sus textos tomando del gran patrimonio de la Biblia un rico
repertorio de temas y de oraciones, que sostienen el camino de los fieles.
Sigamos la
trama orante de esta primera sección, que se abre con una amplia y apasionada
invitación a alabar al Señor. El llamamiento se dirige a los <siervos del Señor que estáis en la casa
de nuestro Dios>.
Por tanto,
estamos en clima vivo del culto que se desarrolla en el templo, el lugar
privilegiado y y comunitario de oración. Allí de modo eficaz la presencia de
<nuestro Dios>, un Dios <bueno> y <amable>, el Dios de la
elección y de la alianza...”
También Benedicto XVI, recuerda la <Carta a los Corintios> del Papa San Clemente Romano que decía así:
“Oh Señor,
muestra tu rostro sobre nosotros para bien en la paz, para ser protegidos por
tu poderosa mano, y líbrenos de todo pecado tu brazo excelso y de todos cuantos
nos aborrecen sin motivos. Danos concordancia y paz a nosotros y a todos los
que habitan sobre la tierra, como se la diste a nuestros padres que te
invocaron santamente en fe y verdad…”
Después de este
recuerdo del mensaje del Papa San Clemente, Benedicto XVI hace el siguiente
comentario en la Audiencia General, mencionada anteriormente:
“Si, esta
oración de un Papa del primer siglo la podemos rezar también nosotros, en nuestro
tiempo, como nuestra oración el día de hoy: Oh Señor, haz resplandecer tu
rostro, para el bien de la paz. Concédenos en estos tiempos concordia y paz a
nosotros y a todos los habitantes de la tierra, por Jesucristo, que reina de
generación en generación y por los siglos de los siglos. Amén”.
Han pasado ya
seis años desde que nuestro actual Papa, pronunció estas palabras, y la paz no
llega a la faz de la tierra, más aún, en los últimos tiempos, parecen empeñados
los hombres en que no se cumplan los deseos de Dios, que en definitiva no son
otros que <nos amemos unos a otros como él nos ha amado>. No obstante, no
debemos desesperar, porque Dios sigue protegiendo a la humanidad, debemos tener
la esperanza de que al final, el bien, derrotará al mal, y por eso recordaremos el mensaje de Fr. Justo Pérez de Urbel :
“La divina
energía de la paz, de la alegría, flota a través de este mundo, como flota el
aire que respiramos, aunque son muchos los que no quieren aprovecharse de ello,
poniendo el acto de nuestra voluntad, que es necesario para apropiárnoslas, es
decir la oración”
Los Salmos son
oraciones maravillosas para estos tiempos, que nos pueden servir para
aprovecharnos de esos beneficios que flotan en el aire, como nos indica el Rmo.
P. Fr. Justo Pérez de Urbel (Misal y Devocionario del hombre católico), porque
como nos recuerda nuestro Papa Benedicto XVI, en su libro Jesús de Nazaret
(segunda parte):
“En estos
Salmos la historia pasada se convierte siempre en momento presente. La acción
de gracias por la liberación es al mismo tiempo un grito de socorro en medio de
las pruebas y las amenazas siempre nuevas…”
Sí, pues como
sigue diciéndonos Fr.Justo, Nuestro Señor Jesucristo:
“Al abandonar
nuestra tierra, nos dejó esa <arma divina>, esa <fuerza omnipotente>,
esa <fuente de alegría> que se llama la oración, soplo celeste que
renueva las esperanzas del alma, como el incienso aviva la llama. Restauremos
los bellos usos de nuestros padres, que rezaban por la mañana y la noche,
cuando la campana les invitaba a hablar con Dios, cuando empezaban el trabajo y
al tomar el alimento diario. La oración era el descanso de sus fatigas y el
orgullo de su trabajo; y cuando llegaba el domingo se acercaban alegres a su
Dios con el traje de fiesta y el alma iluminada también con blancuras de honradez
y de alegría...”
Honradez y
alegría es lo que necesitan ciertos países de este viejo Continente, que se
burlan de las cosas de Dios, que piensan que todas estas cosas, son cosas
trasnochadas, del pasado que nada tiene que ver con la Ciencia y la Tecnología,
que el hombre ha desarrollado en los últimos siglos, y que le han hecho creerse
todopoderoso, pero no, se olvidan de que deben pagar por sus pecados, todos
tenemos que dar cuenta de ellos, cuando llegue nuestra hora, y eso no hay
Ciencia en este mundo que lo pueda evitar. Tengamos, sin embargo, esperanzas en
el futuro de la Iglesia, que se renueva cada día con el aporte de la sabía
nueva de otros países más jóvenes, que han llegado, más tarde, a la fe en
Jesucristo y que en un futuro, tendrán en sus manos la evangelización, nueva y
siempre actual, de estos países ahora tan alejados del Señor. Todos podemos
ayudar para que esto suceda, con esa <arma divina de la oración> que
podemos realizar, siempre, en cualquier lugar en que nos encontremos, oralmente
o mentalmente, como sea posible en cada caso, pero no dejemos de acudir a la
Casa de Dios, porque el Templo es, como dice nuestro Papa Benedicto, el <lugar
privilegiado y comunitario de oración>, para los creyentes.
Tengamos en
cuenta, que aunque como dice el Catecismo de la Iglesia Católica <Cristo es
el verdadero templo de Dios>, los hombres necesitan lugares para orar y donde de forma conjunta con otros creyentes
puedan celebrar la liturgia (Catecismo de la Iglesia Católica. Compendio, 245):
“Los edificios
sagrados son las casa de Dios, símbolo de la Iglesia que vive en aquel lugar e
imagen de la morada celestial. Son lugares de Oración, en los que la Iglesia
celebra sobretodo la Eucaristía y adora a Cristo realmente presente en el
tabernáculo”
Ya, en el
Antiguo Testamento, se nos narra el solemne juramento que pronunció el rey
David, al Señor, asegurándole que no descansaría en paz, hasta conseguir para
ÉL, una morada digna, y aunque fue el rey Salomón el que por fin logró esta
dicha (Templo de Jerusalén), no deja de ser significativa dicha promesa, que
nos demuestra la importancia de los edificios sagrados que los hombres, a lo
largo de los siglos, ha construido para orar y dar culto a Dios.
El Salmo
131(primera parte), dice así:
-No entraré en el
pabellón de mi casa, ni al lecho- de
mi estrado yo
subiré,
-ni a mis ojos-
sueño (reparador) he dar, ni a mis
parpados-ninguna
diversión,
-hasta que pueda
hallar-lugar para el Señor, y algún
-albergue-al “Fuerte
de Jacob”.
Nuestro Papa Benedicto XVI, en su Audiencia General del miércoles 14 de septiembre de 2005, recordando este juramento del rey David, nos dice lo siguiente:
“…se dice que,
una vez superado el duro contraste que tuvo con su predecesor el rey Saúl, juró
al Señor e hizo voto al <Fuerte de Jacob>.
El contenido de
este compromiso solemne, es claro: el soberano no pisará el palacio real de
Jerusalén, no irá tranquilo a descansar, si antes no ha encontrado una morada
para el arca del Señor.
Y esto es muy
importante, porque demuestra que en el centro de la vida social de una ciudad,
de una comunidad, de un pueblo, debe estar una presencia que evoca el misterio
de Dios trascendente, precisamente un espacio para Dios, una morada para Dios.
El hombre no puede caminar bien sin Dios, debe caminar juntamente con Dios en
la historia, y el templo, la morada de Dios, tiene la misión de indicar de modo
visible esta comunión, este dejarse guiar por Dios”