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viernes, 5 de agosto de 2016

JESÚS DIJO (XXI): TRABAJOS PUBLICADOS POR MRM.MARUS


 
 
 
 
 





*Amar el mundo apasionadamente (23/4/16)

 

*El valor de la sanción como estímulo y el Sacramento de la Penitencia (1/5/16)

 

*Jesús y la Divina Providencia (I) (7/5/16)

 

*Jesús y la Divina Providencia (II) (16/5/16)

 

*Jesús dijo que el diablo es el padre de la mentira (21/5/16)

 

*Si negamos la Resurrección de Cristo vana sería nuestra fe  y la Iglesia se derrumbaría (29/5/16)

 

 





Santa Biblia (Traducida de los textos originales en equipo bajo la dirección del Dr. Evaristo Martín Nieto. Ed. San Pablo 1988)

 

 

 

 

                                                    CONCILIO DE JERUSALÉN (15, 1-35)

Algunos que vinieron de Judea, enseñaban a los hermanos: <si no os circuncidáis según el rito de Moisés, no podéis salvaros>. / Después de un altercado y discusión no pequeña de Pablo y Bernabé contra ellos, se decidió que Pablo y Bernabé y algunos otros de entre ellos, fueran a Jerusalén para tratar esta cuestión con los apóstoles y los presbíteros. / Ellos, enviados por la Iglesia atravesaron Fenicia y Samaría, narrando la conversación de los paganos y causando un gran gozo a todos los hermanos. / Al llegar a Jerusalén, fueron acogidos por la Iglesia, los apóstoles y los presbíteros, y entonces contaron todo lo que Dios había hecho con ellos. / Algunos de la sexta de los fariseos que habían abrazado la fe, se levantaron y dijeron que los paganos debían circuncidarse y guardar la ley de Moisés. / Los apóstoles y los presbíteros se reunieron para estudiar el asunto.

Tras una larga discusión, se levantó Pedro y les dijo: <hermanos, vosotros sabéis  que hace mucho tiempo Dios me eligió entre vosotros para que los paganos oyesen de mis labios la palabra del evangelio y abrazaran la fe. / Y Dios, conocedor de los corazones, dio testimonio en su favor dándoles el Espíritu Santo, igual que a nosotros; / y no ha hecho diferencia alguna entre ellos y nosotros, purificando sus corazones con la fe. / Ahora bien, ¿Por qué tentáis a Dios imponiendo sobre el cuello de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido soportar? / Nosotros creemos que nos salvamos por la gracia de Jesús, el Señor, igual que ellos. / Toda la asamblea guardó silencio para escuchar a Bernabé y Pablo, que contaban todos los prodigios y milagros que había hecho Dios entre los paganos por medio de ellos.

Cuando ellos terminaron, intervino Santiago: <hermanos, escuchadme. / Simón ha contado como Dios dispuso desde el principio escoger entre los paganos un pueblo consagrado a su nombre. / Con esto, están de acuerdo las palabras de los profetas según está escrito: después de esto volveré y restauraré la choza caída de David; y repararé sus ruinas y la volveré a levantar, para que los demás hombres busquen al Señor y todas las naciones que han sido consagradas a mi nombre dice el Señor autor de estas cosas, conocidas desde la eternidad.

Por eso yo creo que no hay que inquietar a los paganos que se convierten a Dios, / sino escribirles que se abstengan de las contaminaciones de los ídolos, de la fornicación, de comer sangre o carne de animales ahogados. / Pues en cada ciudad hay desde antiguo quienes leen y proclaman la ley de Moisés los sábados en la sinagoga>.

 



DECRETO CONCILIAR

Entonces los apóstoles y los presbíteros, con toda la Iglesia, decidieron elegir a algunos de entre ellos, y enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas Barsabás y Asilas, hombres eminentes entre los hermanos. / Por medio de ellos le mandaron esta carta: <los apóstoles y los presbíteros, vuestros hermanos, a los hermanos de Antioquía, Siria y Cilicia procedentes del paganismo. / Nos hemos enterado de que algunos de los nuestros, sin nuestro mandato, os han inquietado y alarmado con sus palabras. / Hemos decidido de común acuerdo elegir unos delegados y enviarlos a vosotros, con nuestros queridos Bernabé y Pablo, / hombres que han entregado sus vidas por nuestro Señor Jesucristo. / Os enviamos a Judas y Asilas, que os dirán lo mismo de palabra. / Porque el Espíritu Santo y nosotros hemos decidido no poneros ninguna carga más que éstas imprescindibles: / abstenerse de la fornicación, de comer sangre y carne sacrificada a los ídolos o de animales ahogados. Haréis bien de guardaros de estas cosas. Adiós. / Los delegados fueron a Antioquía, reunieron a la gente y entregaron la carta. / Al leerla se llenaron de alegría por su contenido alentador. / Judas y Silas que eran también profetas, alentaron y confortaron a los hermanos en una larga conversación. / Al cabo de cierto tiempo, los despidieron con saludos de paz para los hermanos que los habían delegado. / Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía, enseñando y evangelizando la Palabra del Señor en unión de otros muchos.

 

 

 

 

lunes, 1 de agosto de 2016

¿QÚE SIGNIFICA SEGUIR A CRISTO?


 
 
 
 
 
 



Por eso, muchos hombres de la Iglesia católica, de mente clara y espíritu recto, se han hecho esta pregunta: ¿Qué significa seguir a Cristo? El Papa Benedicto XVI fue uno de estos hombres; se hizo esta pregunta, para después responderla con autoridad y valentía en su libro: <Los caminos de la vida interior. El itinerario espiritual del hombre> (Ed. Chrónica S.L. 2011): “Se trata de un cambio interior de la existencia. Me exige que ya no esté encerrado en mi yo, considerando mi auto realización como la razón principal de mi vida. Requiere que me entregue libremente al otro, por la verdad, por amor, por Dios que, en Jesucristo, me precede y me indica el camino.
Se trata de la decisión fundamental de no considerar ya los beneficios y el lucro, la carrera y el éxito como fin último de mi vida, sino de reconocer como criterios auténticos la <verdad y el amor>. Se trata de la opción entre vivir solo para mí mismo, o entregarme por lo más grande. Y tengamos muy presente que <verdad y amor> no son valores  abstractos; en Jesucristo se han convertido en Persona. Siguiéndolo a Él, entro al servicio de la <verdad y del amor>. Perdiéndome, me encuentro”

 
 
 
Una  reflexión magnífica y exacta de lo que supone hoy en día, y siempre ha supuesto, seguir a Cristo. Pero  en este descreído siglo XXI estas palabras parecen más autenticas, quizás, porque da la sensación de que nos encontramos mucho más cerca de la <Parusía>, de la segunda venida de Jesucristo al mundo, aunque nadie sabe cuando esto sucederá…

 
 
Como sigue diciendo el Santo Padre  a este respecto (Ibid): “¡Cuán importante es hoy en día precisamente no dejarse llevar de un lado a otro en la vida, no contentarse con lo que todos piensan, dicen y hacen, escrutar a Dios y buscar a Dios, no dejar que el interrogante sobre Dios se disuelva en mi alma, el deseo de lo que es más grande, el deseo de conocerlo a Él, de ver su rostro!..."


Por supuesto que sí, esta idea es esencial: Si no nos interesáramos por conocer a Cristo, que sería  lo mismo que ver su rostro en nuestro prójimo,  difícilmente podamos llamarnos auténticos seguidores de Él. Tristemente esto está sucediendo ya, en una gran parte de las sociedades más desarrolladas, en países de Europa y América, los cuales recibieron el mensaje de Cristo desde hace siglos, pero que han sufrido, en los últimos, un retroceso enorme, en cuanto a tener como criterio auténtico  la <verdad y el amor>.
Por otra parte, ciertas corrientes filosóficas, tienden a hacer desaparecer a Dios, para poner al hombre en su lugar, induciendo a ello, sobre todo a los más jóvenes y aún a algunos no tan jóvenes, para imitación de una supuesta mayoría...Recordemos lo que sucedió en la primera venida del Señor y como entonces hasta Pilatos se lavó las manos ante la muchedumbre injusta... 


Los Papas llevan hablando de todos estos temas desde hace mucho tiempo, prácticamente desde el momento en que  bajo nuevos nombres y movimientos, la increencia y el desamor a Dios se ha  hecho patente, especialmente en  el llamado viejo continente.

Las clásicas preguntas: ¿Si existe Dios, por qué se esconde? ¿No sería más sencillo que su existencia fuera evidente?, son propuestas retóricas, es cierto, pero que han hecho y siguen haciendo mucho daño al pueblo de Dios.

Son preguntas que surgieron bajo el empuje de una nueva filosofía y que retrata de forma evidente lo que está sucediendo en los últimos siglos, pero que no son difíciles de responder, porque Dios ha dado la mayor prueba que se podría dar para demostrar que no se esconde al hombre: ¡ Haciéndose igual a uno de ellos!

 
 
 
 
Sin embargo, incluso esta prueba irrefutable es puesta en tela de juicio, porque como dicen algunos: <Dios ha provocado al hombre, queriendo hacerse como él en su Hijo Jesucristo, naciendo de la Virgen>


El Papa San Juan Pablo II no podía aceptar estos  razonamientos, y por eso a estas preguntas insensatas, contestaba así (Cruzando el umbral de la esperanza. Editado por Vittorio  Messori. Círculo de Lectores, S.A. por cortesía de Plaza & Janés Editores, S.A. 1995):

 
 
“Intentemos ser imparciales en nuestro razonamiento: ¿Podría Dios ir más allá en su condescendencia, en su acercamiento al hombre, conforme a sus posibilidades cognoscitivas? Verdaderamente,  parece que haya ido todo lo lejos que era posible. Más allá no podía ir. En cierto sentido, ¡Dios ha ido demasiado lejos! ¿Cristo no fue acaso escándalo para los judíos, y necedad para los paganos? (I Co 1,23).
Precisamente porque llamaba a Dios, Padre suyo, porque lo manifestaba tan abiertamente en Sí mismo, no podía de dejar de causar la impresión de que era demasiado… El hombre ya no estaba en condiciones de soportar tal cercanía, y comenzaron las protestas…”

 
 
 
Las primeras protestas surgieron, muy pronto, dentro de su propio pueblo, dentro del pueblo elegido por Él. Después vinieron otros pueblos a lo largo de los tiempos que copiaron esta aptitud frente al Altísimo, pero lo cierto y verdad es que sólo la religión cristiana acepta un Dios que se ha revelado al hombre, humillándose al extremo de dar la vida por su salvación, como en su día advirtió el Papa San Juan Pablo II (Ibid): “Desde una cierta óptica es justo decir que Dios se ha desvelado al hombre incluso demasiado en lo que tiene de divino, en lo que es su vida íntima; se ha desvelado en el propio Misterio.

No ha considerado el hecho de que tal desvelamiento lo había en cierto modo obscurecido a los ojos de los hombres, porque el hombre no es capaz de soportar el exceso de Misterio, no quiere ser invadido y superado.

Sí, el hombre sabe que Dios es Aquel en el que <vivimos, nos movemos y existimos> (Hch 17,28) ¿Pero por qué eso ha tenido que ser confirmado por su Muerte y Resurrección?

Sin embargo San Pablo escribe: <pero si Cristo no ha resucitado, entonces es vana nuestra predicación y es vana también nuestra fe> (I Co 15,14)”



Los enemigos de Cristo, quieren hacernos creer que es un atrevimiento de los católicos el considerar que Jesús era el Hijo de Dios, y por tanto verdadero Dios. Ellos nos interpelan con preguntas como estas: ¿Por qué Jesús no podría ser solamente un sabio, como Sócrates, o un profeta, como Mahoma, o incluso un iluminado como Buda? ¿Cómo mantener esta inaudita certeza de que este hebreo condenado a muerte en una obscura provincia es Hijo de Dios, de la misma naturaleza del Padre?

Dicen más, dicen por ejemplo que: <Esta pretensión cristiana no tiene parangón, por su radicalidad, con ninguna otra creencia religiosa>
Por eso, si queremos seguir a Cristo, si queremos ser verdaderos seguidores de Cristo, todas estas preguntas, todas estas  propuestas deben causarnos un rechazo absoluto; ¡Cristo es irrepetible! como aseguraba el Papa San Juan Pablo II (Ibid):



Así es, tal como defendía el Papa San Juan Pablo II y defiende todo estudioso sincero de las religiones (Ibid):
“A pesar de algunos aspectos convergentes, Cristo no se parece ni a Mahoma, ni a Sócrates, ni a Buda. Es del todo original e irrepetible. La originalidad de Cristo, señalada en las palabras pronunciadas por Pedro junto a Cesarea de Filipo, constituye el centro de la fe de la Iglesia expresada en este símbolo: <Yo creo en Dios, Padre omnipotente, creador del cielo y de la tierra; y en Jesucristo, Su único Hijo, nuestro Señor, el cual fue concebido del Espíritu Santo, nació de María Virgen, padeció bajo Poncio Pilatos, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos; el tercer día resucitó de la muerte; subió al cielo, se sentó a la derecha de Dios omnipotente> Este llamado <Símbolo Apostólico> es la expresión de la fe de Pedro y de toda la Iglesia”

 
 
 
Ciertamente el  que niegue  estos dogmas de fe nunca podrá llamarse seguidor auténtico de Cristo, aunque esté bautizado... Tengamos esto siempre presente los que deseamos llegar a ser, algún día, verdaderos seguidores de Cristo...pero de cualquier forma, la Iglesia de Cristo, no podemos obviarlo, se encuentra en una  cierta crisis desde hace ya demasiado tiempo...


 
 

 


El hombre podía tener religión si quería, pero eso era algo solamente subjetivo, y por tanto, no podía tener relación con un contenido objetivo común, vinculante y dogmático; cualquier dogma era considerado una contradicción para la razón humana. A pesar de estos vientos contrarios de la historia, la Iglesia se ha mantenido haciéndoles frente, y así continuará siempre”

 
 
 
Verdaderamente, la última frase de esta reflexión de Benedicto XVI nos parece acertadísima porque desde que la pronunció (Mediados del siglo XX), hasta nuestros días (Camino ya hacia el primer tercio del siglo XXI), la Iglesia sigue y tendrá que seguir así hasta el final de la vida del hombre sobre la tierra, haciendo siempre frente no ya a los <vientos> de siglos pasados, sino a los <huracanes> venideros , y a las <terribles borrascas> actuales en contra del mensaje de Cristo, y sobre todo en contra de la naturaleza divina-humana de Cristo.


El Papa Benedicto XVI en su reflexión señala algunas de las causas por las que la Iglesia ha sido tan tremendamente atacada y seguirá siéndolo mucho tiempo más, por una parte de la humanidad, que en resumen se identifican con el concepto de <poder> inherente a la naturaleza humana.

Se ha querido crear con la ayuda de las teorías de algunos eruditos  como una especie de dogma en el que se acusa a la Iglesia de basarse sobre todo en el poder y la opresión, porque según las fuerzas del mal, de la que ellos forman parte,  todo lo que perdura se debe al <poder>. Es una ideología que ha  implantado, la llamada <cultura de la muerte>, que está provocando grandes estragos entre la juventud. Pero para el Papa Benedicto XVI, como para otros tantos Padres de la Iglesia, esa ideología corrompe a la humanidad, y destruye a la Iglesia, porque da una visión falsa de la misma asegurando que el <poder> es el fin último que ésta persigue. El Papa niega rotundamente esta idea asegurando que (Ibid):
 
 
 
“Si pertenecer a la Iglesia tiene algún sentido, es sólo porque la Iglesia nos da la vida eterna, es decir, la auténtica vida. Todo lo demás es secundario. De no ser así, todo <poder>, en la Iglesia, que entonces no sería más que una asociación, no sería otra cosa que un teatro absurdo. Hay que dejar de lado ya esa idea del <poder> y ese reduccionismo de la Iglesia, que yo creo que aún perdura como consecuencia de un recelo de ciertas corrientes políticas…”



Ciertamente, seguir a Cristo significa, como recordaba Benedicto XVI, dejar de lado el concepto de <poder> basado en el lucro, la carrera, y el éxito como fin último de la vida, para centrarse en el <Poder de Salvación> que Cristo trajo a los seres humanos. En este sentido recordemos las palabras de Jesús a aquel joven rico que se acercó a Él para preguntarle que debía hacer para heredar la vida eterna. La respuesta del Señor fue que debía vender todo lo que tenía y  lo que obtuviera lo entregara a los más pobres, y no le gustó...

 
 
 
 
Al verle Jesús entristecer por su respuesta dijo (Lc 18, 23-24): "¡Que difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen riquezas! / Porque es más fácil a un camello pasar por el ojo de una aguja que a un rico entrar en el Reino de Dios"


Ante la situación actual de una sociedad paganizada, que pone sus intereses en el poder y la riqueza  debemos recordar de nuevo las palabras del Papa Benedicto XVI (Ibid):
Cuando nos creemos dueños de nosotros mismos y con poder para juzgarlo todo, nos destruimos. Porque no estamos en una isla con nuestro propio yo, no nos hemos creado a nosotros mismos;  hemos sido creados y creados por amor, para la entrega, para la renuncia, sabiendo negarnos a nosotros mismos. Sólo si nos damos, sólo si perdemos la vida –como dijera Cristo- tendremos vida.Esta decisión fundamental debe ser tomada con determinación y se ofrece a la libertad del hombre. Pero hay que dejar bien claro que vivir sólo de derechos no es una buena receta para la vida…

 
 
 
 
Actualmente es frecuente que la gente joven cada vez se sienta menos exigida. Esto explica, en parte, que se marchen de la Iglesia y tomen interés por ciertas sectas de exigencias muy radicales; primero porque quieren estar a buen seguro, quieren ser protegidos, pero, al mismo tiempo, porque quieren sentirse exigidos. De algún modo, el hombre tiene conciencia innata de que tiene que ser sometido a prueba, y que debe confrontarse con una unidad de medida superior, y también que debe aprender a darse y a perderse”


Esto que parece una contradicción, al ser la religión católica la más exigente para el hombre, ya que Cristo puso el listón muy alto a este respecto, está sucediendo desgraciadamente y nos preguntamos lógicamente: ¿Por qué? Aquí entra en escena los posibles  <defectos de la Iglesia> entre los cuales habría que citar, y no es uno menor, la dificultad de comunicación con una nueva grey en un mundo complejo, y en gran parte también una discrepancia creciente entre el estado de la conciencia del hombre moderno y la doctrina cristiana.
 
 
 
 



Es fundamental, la Iglesia católica, en su totalidad debe dar ejemplo de vida, y tenemos que reconocer que en muchas ocasiones se ha fallado. Todavía se cierne sobre nuestras cabezas la corrupción existente en los últimos tiempos entre algunos sectores de la grey de Cristo, a la cual todos los cristianos pertenecemos. Por otra parte, las fuerzas del mal, es decir Satanás  y sus acólitos, que por supuesto, existen y son una multitud, se encargan de ensuciar la conciencia  del hombre creyente, de ensuciar todo lo referente a la Iglesia católica y al mismo tiempo de echarle en cara el no ser suficientemente maternal y acogedora para sus hijos:

 
 
 
“Cuando habla la Iglesia, mucha gente sólo conserva en la memoria alguna prohibición moral –casi siempre relacionada con la sexualidad- y por eso, les parece que la Iglesia sólo se ocupa de juzgar y de restringir la vida. Tal vez se haya dicho demasiado, y demasiadas veces, en unos tonos que no siempre lo relacionaban suficientemente con la verdad y el amor. Pero también dependen mucho de la selección que hagan los medios de comunicación, para posterior difusión. Las prohibiciones tienen interés como aviso, como advertencias dentro de un contexto y con un contenido comprensible. Si la Iglesia sólo hablara de Dios, de Jesucristo, o de puntos centrales de la fe, no llegaría a utilizar el lenguaje secular y no se llegaría a oír nada de lo que se dijera… De modo que cabría preguntarse si, en vez de quejarse de los medios, la Iglesia podría dosificar mejor su propia exposición ante la opinión pública… La Iglesia tiene que reflexionar sobre como hallar la manera más conveniente del enunciado interior, que de expresión a una común estructura de la fe y lo que dice al mundo, en el que sólo puede haber comprensiones parciales…” (Papa Benedicto XVI; Ibid)

 
 
 
 
Ante este excelente razonamiento, cabría preguntarse si efectivamente la Iglesia está consiguiendo ya esa <común estructura de la fe y lo que dice al mundo>; el Papa Francisco lo está intentando saliendo a las periferias de la Iglesia, y ésta sigue en lo posible su ejemplo y su mandato de hacer lo mismo. ¿Pero realmente con ello se está consiguiendo que haya una comprensión total de la fe y no una comprensión parcial por parte del mundo? La respuesta no es fácil, debemos esperar aún algún tiempo, para recoger los frutos de esta nueva forma de actuación de la Iglesia frente al mundo…
 
 
 
"Entre tanto, los verdaderos seguidores de Cristo deberíamos tener en cuenta que: En la época actual post moderna se necesita, quizás, aún más que nunca, un Salvador, porque la sociedad en la que se vive se  ha vuelto más compleja y se han hecho más insidiosas las amenazas para su integridad personal y moral…<Salvator Noster>, Cristo es también el Salvador del hombre de hoy ¿Quién hará resonar en cada rincón de la Tierra de manera creíble este mensaje de esperanza? ¿Quién se ocupará de que como condición  para la paz, se reconozca, tutele y promueva el bien integral de la persona humana, respetando a todo hombre y a toda mujer en su dignidad? ¿Quién ayudará a comprender que con buena voluntad, racionalidad y moderación, no sólo se puede evitar que los conflictos se agraven, sino llevarlos también hacia soluciones equitativas?...San Pablo había comprendido muy bien que sólo en Cristo la humanidad puede encontrar redención y esperanza. Por ello, sentía apremiante y urgente la misión de: Anunciar la promesa de la vida en Cristo Jesús (2 Tm 1,1), -nuestra esperanza- (1 Tm 1,1), para que todas las gentes pudieran compartir la misma herencia, siendo partícipes de la promesa por medio del Evangelio (Ef 3,6).

 
 
 
San Pablo era consciente de que la humanidad, privada de Cristo, está <sin esperanza y sin Dios en el mundo>; <sin esperanza por estar sin Dios>, efectivamente, quien no conozca a Dios, aunque tenga múltiples esperanzas, en el fondo esta sin esperanza, sin la gran esperanza que sostiene toda la vida (Ef 2,12)” (Los caminos de la vida interior. Papa Benedicto XVI. Ed. Chrónica 2011)