“Y al día tercero se celebraron
unas bodas en Caná de Galilea, y estaba allí la Madre de Jesús / Fueron también
invitados a las bodas Jesús y sus discípulos / Y como faltaba el vino, la Madre
de Jesús le dijo: <no tienen vino> / Y le dice Jesús: ¿Qué tenemos que
ver tú y yo mujer? ¿Todavía no ha llegado mi hora? / dice su Madre a los que
servían: todo cuanto Él os diga hacedlo / Había allí seis tinajas de piedra
destinadas a la purificación de los judíos, cada una de las cuales podía contener
de dos a tres metretas (38,88 litros) / Dice Jesús: llenad de agua las tinajas.
Y las llenaron hasta arriba / Y les dice: sacad ahora y llevarlo al maestre
sala. Y lo llevaron / más cuando gustó el maestre sala el agua hecha vino y no
sabía de donde era, pero sabiéndolo los que servían, que habían sacado el agua,
llama al esposo el maestre sala / y le dice: Todo hombre pone primero el buen
vino, y cuando estén ya bebidos, pone el peor, tú has reservado el vino bueno
hasta ahora”
El Papa san Juan Pablo II
refiriéndose a este primer milagro del Señor en su Audiencia General del
miércoles 26 de febrero de 1997 nos decía: “En el episodio de las bodas de
Caná, san Juan presenta la primera intervención de María en la vida pública de
Jesús y, como para sugerir que esa presencia estaba en el origen de la invitación
dirigida por los esposos al mismo Jesús y a sus discípulos, añade: <Fue
invitado a la boda también Jesús con sus discípulos>. Con estas palabras.
San Juan parece indicar que en Caná, como acontecimiento fundamental de la
Encarnación, María es quien introduce al Salvador.
El significado y el papel que
asume la presencia de la Virgen se manifiesta cuando llega a faltar el vino.
Ella, como experta y solicita ama de casa, inmediatamente se da cuenta e
interviene para que no decaiga la alegría de todos y, en primer lugar, para
ayudar a los esposos en dificultad. Dirigiéndose a Jesús con las palabras: <No tienen vino>”
“En Caná, la Virgen muestra una vez más su total disponibilidad a Dios. Ella que, en la Anunciación, creyendo en Jesús antes de verlo, había contribuido al prodigio de la concepción virginal, aquí, confiando en el poder de Jesús, provoca su <primer signo>, la prodigiosa transformación del agua en vino.
La primera pregunta que nos podríamos hacer al leer este milagro es: ¿Qué sentido habría que darle a la considerable cantidad de vino que Jesús proporcionó a los invitados de aquellas bodas?
“La sobreabundancia de Caná es el
Signo que indica que ha comenzado la
fiesta de Dios con la humanidad, su entregarse así mismo por los hombres. El
marco del episodio, las bodas, se convierte así en la imagen que, más allá de
sí misma, señala la hora mesiánica: La hora de las nupcias de Dios con su
pueblo ha comenzado con la venida de Jesús. La promesa escatológica irrumpe en
el presente…
Jesús se presenta aquí como el (novio) de las nupcias prometidas de Dios con su pueblo, introduciendo así misteriosamente su existencia, Él mismo, en el misterio de Dios. En Jesús, de manera insospechada, Dios y el hombre se hacen uno, se celebran las <bodas>, las cuales, sin embargo, y esto es lo que Jesús subraya en su respuesta, pasan por la Cruz, por el momento en el que el novio <será arrebatado>”
“Cuando Jesús, en aquel instante,
habla a María de su hora, está relacionando precisamente este momento con el
del misterio de la Cruz concebido como su glorificación. Esa hora no había
llegado todavía… Y no obstante, Jesús, tiene el
poder de anticipar esta <hora> misteriosamente con un <signo>. Por
tanto, el milagro de Caná se caracteriza como una anticipación de la
<hora> y está íntimamente relacionado con ella”.
Por eso asegura Benedicto XVI (Ibid):
“¿Cómo podríamos olvidar que este
conmovedor misterio de la anticipación de la hora se sigue produciendo todavía?
Así como Jesús, ante el ruego de su Madre, anticipa simbólicamente su hora y,
al mismo tiempo, se remite a ella, lo mismo ocurre siempre de nuevo en el
Sacramento de la Eucaristía: Ante la oración de la iglesia, el Señor anticipa
en ella su segunda venida, viene ya, celebra ahora la boda con nosotros, nos
hace salir de nuestro tiempo lanzándonos hacia aquella <hora>”
“Algunos estudiosos del texto
sagrado, siguiendo la interpretación de san Agustín, identifican esa
<hora> con el acontecimiento de la Pasión. Para otros, en cambio, se
refiere al primer milagro en que se revelaría el poder mesiánico del profeta de
Nazaret”
Como también aseguraba el Papa
Benedicto XVI refiriéndose a la auto-revelación de Jesús y su gloria (Ibid):
“El agua, que sirve para la
purificación virtual se convierte en vino, en signo y don de la alegría
nupcial. Aquí aparece algo del cumplimiento de la ley, que llega a su
culminación en el ser y actuar de Jesús… El agua se convierte en vino. El
don de Dios, que se entrega así mismo viene ahora en ayuda de los esfuerzos del
hombre, y con ello crea la fiesta de la alegría, una fiesta que solamente la
presencia de Dios y de su don pueden instituir”
Por último es interesante señalar
también que: “La exhortación de María:
<Haced lo que Él os diga>, conserva un valor siempre actual para los
cristianos de todos los tiempos, y está destinado a renovar su efecto
maravilloso en la vida de cada uno. Invita a una confianza sin vacilaciones,
sobre todo cuando no se entienden el sentido y la utilidad de lo que Cristo
pide”
No hay comentarios:
Publicar un comentario