*El valor de la sanción como
estímulo y el Sacramento de la Penitencia (1/5/16)
*Jesús y la Divina Providencia
(I) (7/5/16)
*Jesús y la Divina Providencia
(II) (16/5/16)
*Jesús dijo que el diablo es el
padre de la mentira (21/5/16)
*Si negamos la Resurrección de
Cristo vana sería nuestra fe y la
Iglesia se derrumbaría (29/5/16)
Santa Biblia (Traducida de los textos originales en equipo bajo la dirección del Dr. Evaristo Martín Nieto. Ed. San Pablo 1988)
CONCILIO DE JERUSALÉN (15, 1-35)
Algunos que vinieron de Judea,
enseñaban a los hermanos: <si no os circuncidáis según el rito de Moisés, no
podéis salvaros>. / Después de un altercado y discusión no pequeña de Pablo
y Bernabé contra ellos, se decidió que Pablo y Bernabé y algunos otros de entre
ellos, fueran a Jerusalén para tratar esta cuestión con los apóstoles y los
presbíteros. / Ellos, enviados por la Iglesia atravesaron Fenicia y Samaría,
narrando la conversación de los paganos y causando un gran gozo a todos los
hermanos. / Al llegar a Jerusalén, fueron acogidos por la Iglesia, los
apóstoles y los presbíteros, y entonces contaron todo lo que Dios había hecho
con ellos. / Algunos de la sexta de los fariseos que habían abrazado la fe, se
levantaron y dijeron que los paganos debían circuncidarse y guardar la ley de
Moisés. / Los apóstoles y los presbíteros se reunieron para estudiar el asunto.
Tras una larga discusión, se
levantó Pedro y les dijo: <hermanos, vosotros sabéis que hace mucho tiempo Dios me eligió entre
vosotros para que los paganos oyesen de mis labios la palabra del evangelio y
abrazaran la fe. / Y Dios, conocedor de los corazones, dio testimonio en su
favor dándoles el Espíritu Santo, igual que a nosotros; / y no ha hecho
diferencia alguna entre ellos y nosotros, purificando sus corazones con la fe.
/ Ahora bien, ¿Por qué tentáis a Dios imponiendo sobre el cuello de los
discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros hemos podido soportar? /
Nosotros creemos que nos salvamos por la gracia de Jesús, el Señor, igual que
ellos. / Toda la asamblea guardó silencio para escuchar a Bernabé y Pablo, que
contaban todos los prodigios y milagros que había hecho Dios entre los paganos
por medio de ellos.
Cuando ellos terminaron,
intervino Santiago: <hermanos, escuchadme. / Simón ha contado como Dios
dispuso desde el principio escoger entre los paganos un pueblo consagrado a su
nombre. / Con esto, están de acuerdo las palabras de los profetas según está
escrito: después de esto volveré y restauraré la choza caída de David; y
repararé sus ruinas y la volveré a levantar, para que los demás hombres busquen
al Señor y todas las naciones que han sido consagradas a mi nombre dice el
Señor autor de estas cosas, conocidas desde la eternidad.
Por eso yo creo que no hay que
inquietar a los paganos que se convierten a Dios, / sino escribirles que se
abstengan de las contaminaciones de los ídolos, de la fornicación, de comer
sangre o carne de animales ahogados. / Pues en cada ciudad hay desde antiguo
quienes leen y proclaman la ley de Moisés los sábados en la sinagoga>.
DECRETO CONCILIAR
Entonces los apóstoles y los
presbíteros, con toda la Iglesia, decidieron elegir a algunos de entre ellos, y
enviarlos a Antioquía con Pablo y Bernabé. Eligieron a Judas Barsabás y Asilas,
hombres eminentes entre los hermanos. / Por medio de ellos le mandaron esta
carta: <los apóstoles y los presbíteros, vuestros hermanos, a los hermanos
de Antioquía, Siria y Cilicia procedentes del paganismo. / Nos hemos enterado
de que algunos de los nuestros, sin nuestro mandato, os han inquietado y
alarmado con sus palabras. / Hemos decidido de común acuerdo elegir unos
delegados y enviarlos a vosotros, con nuestros queridos Bernabé y Pablo, /
hombres que han entregado sus vidas por nuestro Señor Jesucristo. / Os enviamos
a Judas y Asilas, que os dirán lo mismo de palabra. / Porque el Espíritu Santo
y nosotros hemos decidido no poneros ninguna carga más que éstas
imprescindibles: / abstenerse de la fornicación, de comer sangre y carne
sacrificada a los ídolos o de animales ahogados. Haréis bien de guardaros de
estas cosas. Adiós. / Los delegados fueron a Antioquía, reunieron a la gente y
entregaron la carta. / Al leerla se llenaron de alegría por su contenido
alentador. / Judas y Silas que eran también profetas, alentaron y confortaron a
los hermanos en una larga conversación. / Al cabo de cierto tiempo, los
despidieron con saludos de paz para los hermanos que los habían delegado. /
Pablo y Bernabé se quedaron en Antioquía, enseñando y evangelizando la Palabra
del Señor en unión de otros muchos.
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