Cuenta san Mateo en su evangelio (10, 34-39) que poco después de que
Jesús eligiera a sus Doce Apóstoles y les diera instrucciones para que realizaran
la misión evangelizadora de los hombres, por todo el mundo, les advertía sobre
el hecho de que Él no había venido a traer paz a la tierra. ¿Pero que quería
decir el Señor con estas extrañas palabras?
El Papa Benedicto XVI en su Ángelus del domingo 19 de agosto de 2007,
comentando esta advertencia del Señor a sus discípulos, también recogida en el
evangelio de san Lucas, aunque en un tiempo ya próximo a su Pasión y Muerte, se
expresaba en los siguientes términos:
“Mientras va camino de Jerusalén, donde le espera la muerte en la cruz,
Cristo dice a sus discípulos: < ¿Pensáis que he venido a traer al mundo la
paz? No, sino división>.
Y añade: <En adelante, una familia de cinco estará dividida: tres
contra dos y dos contra tres; estarán divididos: el padre contra el hijo y el
hijo contra el padre, la madre contra la hija, y la hija contra la madre, la
suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra (Lc 12, 51-53).
Quien conozca, aunque sea mínimamente, el evangelio de Cristo, sabe que
es un mensaje de paz por excelencia; Jesús mismo, como escribe san Pablo,
<es nuestra paz> (Ef 2, 14) muerto y resucitado para derribar el muro de
la enemistad e inaugurar el reino de Dios, que es amor, alegría y paz.
¿Cómo se explica, entonces, esas palabras suyas? ¿A qué se refiere el
Señor cuando dice – según el evangelio de san Lucas – que ha venido a traer
división, o -según el evangelio de san
Mateo – la <espada>?.
Esta expresión de Cristo significa que la paz que ha venido a traer no
es sinónimo de simple ausencia de conflictos. Al contrario, la paz de Jesús es
fruto de una lucha constante contra el mal.
El combate que Jesús está decidido a librar no es contra hombres o
poderes humanos, sino contra el enemigo de Dios y del hombre, contra Satanás. Quien quiera resistir a este enemigo permaneciendo fiel a Dios y al
bien, debe afrontar necesariamente incomprensiones y a veces auténticas
persecuciones”
Ciertamente como nos hace ver el Papa Benedicto XVI, quien desea
resistir y resiste hasta el fin frente al acoso constante del enemigo común,
suele acabar muy mal, primero cerca de los propios familiares, que en ocasiones
no se encuentran ya en el camino de Dios, y luego por el rechazo de una mayoría
poderosa que quiere dominar el mundo desde el inicio…
Así les sucedió a dos santos mártires de siglo III (d.C), Crisanto y Daría,
un matrimonio que hacia el año 283 fue
enterrado vivo en Roma, al ser acusado de hacer proselitismo en favor del
Mensaje de Cristo.
La tradición cuenta que Crisanto era el hijo único de un senador romano
de Alejandría, aunque él vivió y creció en Roma donde se convirtió al
cristianismo, aún en contra de su propio padre, el cual le obligó a casarse con
una sacerdotisa pagana de nombre Daría con la idea de que entrara en razón y
abandonara sus creencias.
No fue así, por el contrario fue Daría la que abandonó el paganismo
para hacerse cristiana y junto a su esposo se dedicó a la evangelización,
logrando miles de seguidores, y esto como era de esperar exaspero a las
autoridades del imperio que veían en el cristianismo un peligro inminente para
sus intereses…
Así suele suceder y ha sucedido a lo largo de la historia de la
humanidad, aquellas personas que han escuchado el Mensaje de Cristo y lo han
seguido con todas sus consecuencias, en muchas ocasiones, han llegado a perder
hasta la vida por amor a Dios y a sus semejantes.
Como advertía el Papa Benedicto XVI (Ibid): “Por eso, todos los que quieran seguir a Jesús y comprometerse sin
componendas en favor de la verdad, deben saber que encontrarán oposiciones y se
convertirán, sin buscarlo, en signo de división
entre las personas, incluso en el seno de sus mismas familias.
En efecto, el amor a los padres es un mandamiento sagrado, pero para
vivirlo de modo auténtico no debe anteponerse jamás al amor a Dios y a Cristo.
De este modo, siguiendo los pasos del Señor Jesús, los cristianos se
convierten en <instrumentos de
paz>, según la célebre expresión de san Francisco de Asís.
No de una paz inconsistente y
aparente, sino real, buscada con valentía y tenacidad en el esfuerzo diario por
vencer el mal con el bien (Rm 12, 21) y pagando personalmente el precio que
esto implique”
Sí, porque la actitud de los cristianos frente a su prójimo, debe
cumplir según el Mensaje de Cristo, recordada por san Pablo, con una caridad libre de hipocresía,
abominando el mal y adhiriéndonos al bien. Se lo decía así a los romanos, con el fin de preparar su llegada a la
capital del Imperio, en el invierno-primavera del año 57-58, desde Corinto
mediante una Epístola en la quería dejar claro que la <justicia de Dios>,
es una gracia divina, un don, que no depende del cumplimiento de las obras
prescritas por la Ley de Moisés , más aún que no es posible cumplirla toda,
sino interviene la gracia divina, porque la justificación y salvación vienen
por la fe, que Dios mismo otorga de modo gratuito.
El apóstol del Señor entre otras muchas recomendaciones escribía así, a
los romanos (Rm 12, 17-21):
“No devolváis a nadie mal por mal: buscad hacer el bien delante de
todos los hombres / Si es posible, en lo que está de vuestra parte, vivid en
paz con todos los hombres / No os venguéis, queridísimos, sino dejad el castigo
en manos de Dios, porque está escrito: <Mía es la venganza, yo redistribuiré
lo merecido, dice el Señor> / Por el contrario, si tu enemigo tuviese
hambre, dale de comer; si tuviese sed, dale de beber; al hacer esto,
amontonarás ascuas de fuego sobre su cabeza / No te dejes vencer por el mal; al
contrario, vence el mal con el bien”
El Papa Benedicto XVI terminaba su reflexión sobre las palabras del
Señor en favor de la lucha constante contra el mal, con estas sentidas palabras
(Ibid): “La Virgen María, Reina de la paz, compartió hasta el martirio del alma
la lucha de su Hijo Jesús contra el Maligno, y sigue compartiéndola hasta el
fin de los tiempos.
Invoquemos su intercesión materna para que nos ayude a ser siempre
testigos de la paz de Cristo, sin llegar jamás a componendas con el mal”
No hay comentarios:
Publicar un comentario