-LA RESURRECCIÓN DESCUBRE LA
RELACION ENTRE LA PALABRA Y EL DESTINO DE JESÚS (20/8/2019)
-EL MATRIMONIO Y LA FAMILIA:
DONES PRECIOSOS PARA LA SOCIEDAD (1/9/2019)
-LA VIRGINIDAD DE MARÍA: MADRE DE
DIOS (7/9/2019)
-LA PROPIEDAD DE UN BIEN HACE DE
SU DUEÑO UN ADMINISTRADOR DE LA PROVIDENCIA (12/9/2019)
-LA ESPERANZA ES UNA VIRTUD
TEOLOGAL FUNDAMENTAL (II) (22/9/2019)
-LA IGLESIA DE CRISTO Y EL
DIALOGO INTERRELIGIOSO (1/10/2019)
-MARIA INMACULADA: LA LLENA DE
GRACIA (6/10/2019)
LA BIBLIA (Edición popular); La
Casa de la Biblia (1993); Traducción aprobada por la Conferencia Episcopal Española
CARTA A LOS ROMANOS (COMENTARIO
PREVIO A LA CARTA)
Roma era el centro del mundo.
Casi un millón de personas de todo tipo componían la población de la capital
del imperio. Entrar en contacto con Roma fue para san Pablo como una obsesión.
La carta que escribió a los cristianos de Roma constituyó en su día una especie
de hito en su tarea evangelizadora y ha constituido, después, en la historia de
la Iglesia un punto de referencia permanente en las tareas teológicas.
LOS CRISTIANOS DE ROMA Y PABLO
El mensaje de Jesús fue llevado
tempranamente a Roma por judíos procedentes de Palestina. Pero en el año 49
d.C. el emperador Claudio expulsó a todos los judíos que habitaban en la
ciudad. Entre los desterrados marcharon muchos cristianos de origen hebreo.
Durante el tiempo que duró la expulsión (hasta el año 54 d.C. aproximadamente)
la comunidad siguió funcionando por medio de los cristianos venidos del
paganismo. De hecho, cuando regresaron los judíos, la mayoría de los seguidores
del Señor eran de origen pagano.
Cuatro años después, el apóstol
Pablo se dirige a la comunidad mediante una carta. Quiere representar a ella y
solicitar su acogida cuando visite aquella Iglesia no fundada por él. Pero
también desea explicarles, con cierta amplitud, las ideas centrales de su
predicación.
LA CARTA Y SUS PECULIARIDADES
Pablo escribió esta carta desde
Corinto al final de su actividad misionera en la parte oriental del imperio.
Sin llegar a ser una síntesis completa de su enseñanza, sí es su criterio más
extenso y de más envergadura doctrinal. Es como si Pablo viera en Roma, corazón
del paganismo, el mejor símbolo del carácter universal de la Iglesia cristiana.
La organización de la carta es
sencilla: Introducción (Rom 1 1-15) / Sección teórica (Rom 1 16-11 36) / Parte
exhortativa (Rom 12 1-15 13) / Conclusión (Rom 15 14-16 27)
JESÚS ES LA FUERZA SALVADORA DE
DIOS
Después de anunciar tantas veces
el evangelio, Pablo se queda con muy pocas cosas fundamentales. Sin duda, Jesús
es el centro, la fuerza liberadora para todos los que lo acogen con fe.
Es cierto que toda criatura sufre
el poder destructor del pecado; pero no es menos cierto que Dios Padre se ha
compadecido de los hombres y les ha entregado a su Hijo, a Jesús muerto en
cruz, para ofrecer la salvación plena.
La buena noticia, provoca en los
oyentes un proceso de liberación que desemboca necesariamente en una nueva
vida. La fe convencida origina una moral dinámica, de exigencias concretas, en
constante progreso y en incesante combate.
-SALUDO Y PROFESIÓN DE FE (1,
1-7)
“Soy Pablo, siervo de Cristo
Jesús, elegido como apóstol y destinado a proclamar el evangelio que Dios /
había prometido por medio de sus profetas en las Escrituras santas. / Este
evangelio se refiere a su Hijo, nacido, en cuanto hombre, de la estirpe de
David / y constituido por su resurrección de entre los muertos Hijo poderoso de
Dios según el espíritu santificador: Jesucristo, Señor nuestro, / por quien he
recibido la gracia de ser apóstol, a fin de que para su gloria, respondan a la
fe de todas las naciones, / entre las cuales también estáis vosotros que habéis
sido elegidos por Jesucristo. / A todos los que estáis en Roma y habéis sido
elegidos amorosamente por Dios para constituir su pueblo, gracia y paz de parte
de Dios nuestro Padre y de Jesucristo el Señor.
Ante todo, doy gracias a mi Dios
por vosotros mediante Jesucristo, porque todo el mundo se hace lenguas de
vuestra fe. / Dios, a quien rindo culto de todo corazón anunciando el evangelio
de su Hijo, es testigo de que os recuerdo sin cesar. / Continuamente pido a
Dios que me conceda ir a visitaros. / Deseo ardientemente veros, para
comunicaros algún don espiritual que os fortalezca; / o más bien para
confortarnos mutuamente en la fe común, la vuestra y la mía. / Debéis saber,
hermanos, que he intentado muchas veces ir a visitaros, pero hasta el presente
me lo han impedido. Pretendía recoger algún fruto también entre vosotros, lo
mismo que en los demás pueblos. / Y es que me debo por igual a civilizados y a
no civilizados, a sabios y a ignorantes. Así que, por lo que a mí toca, estoy
pronto a anunciaros el evangelio también a vosotros, los que estáis en Roma.
Pues no me avergüenzo del
evangelio, que es fuerza de Dios para que se salve todo el que cree, tanto si
es judío como si no lo es. / Porque en él, se manifiesta la fuerza salvadora de
Dios a través de una fe en continuo crecimiento, como dice la Escritura: Quien
alcance la salvación por la fe, ese vivirá.
En efecto, la ira de Dios se
manifiesta desde el cielo contra la impiedad e injusticia de aquellos hombres
que obstaculizan injustamente la verdad. / Pues lo que se puede conocer de
Dios, lo tienen claro ante sus ojos, por cuanto Dios se lo ha revelado. / Y es que lo invisible de
Dios, su eterno poder y su divinidad, se ha hecho visible desde la creación del
mundo, a través de las cosas creadas. Así que no tienen excusa, / porque,
habiendo conocido a Dios, no lo han glorificado, ni le han dado gracias, sino
que han puesto sus pensamientos en cosas sin valor y se ha oscurecido su
insensato corazón. / Alardeando de sabios, se han hecho necios / y han trocado
la gloria del Dios incorruptible por representaciones de hombres corruptibles,
e incluso de aves, de cuadrúpedos y de reptiles. / Por eso Dios los ha
entregado, siguiendo el impulso de sus apetitos, a una impureza tal que degrada
sus propios cuerpos. / Es la consecuencia de haber cambiado la verdad de Dios
por la mentira, y de haber adorado y dado culto a la criatura en lugar de al
Creador, que es bendito por siempre, Amén. / Así pues, Dios los ha entregado a
pasiones vergonzosas. Sus mujeres han cambiado las relaciones naturales del
sexo por usos antinaturales; / e igualmente hombres, dejando la relación
natural con la mujer, se han abrasado en deseos de unos por otros. Hombres con
hombres comenten acciones ignominiosas y reciben en su propio cuerpo el pago
merecido por su extravío. / Y por haber rechazado el verdadero conocimiento de
Dios, Dios los ha dejado a merced de su depravada mente, que los impulsa a
hacer lo que no deben. / Están llenos de injusticia, malicia, codicia y
perversidad; son envidiosos, homicidas, camorristas, mentirosos, malintencionados,
chismosos, / calumniadores, impíos, insolentes, soberbios, fanfarrones,
inventores de maldades, rebeldes a sus padres, / inconsiderados, desleales,
desamorados y despiadados. / Conocen bien el decreto de Dios según el cual los
que cometen tales acciones son dignos de muerte, pero no contentos con
hacerlas, aplauden incluso a los que las cometen.
Por tanto, no tienes excusa tú,
quienquiera que seas, cuando juzgas a los demás, pues juzgando a otros tú mismo
te condenas, ya que haces lo mismo que condenas. / Y sabemos que el juicio de
Dios es riguroso contra quienes hacen tales cosas. / Y tú que condenas a los
que hacen las mismas cosas que tú haces ¿piensas que escaparás al castigo de
Dios? / ¿Desprecias acaso la inmensa bondad de Dios, su paciencia y su
generosidad, ignorando que es la bondad de Dios la que te invita al
arrepentimiento? / Por el endurecimiento y la impenitencia de tu corazón estás
atesorando ira para el día de la ira, cuando Dios se manifieste como justo juez
/ y dé a cada uno según su merecido: / a los que perseverando en la práctica del
bien buscan gloria, honor e inmortalidad, les dará vida eterna; / pero los que
por egoísmo rechazaron la verdad y se abrazaron a la injusticia, tendrán un
castigo implacable. / Tribulación y angustia para los que no lo son; / gloria,
honor y paz para los que hacen el bien; para los judíos, desde luego, pero
también para quienes no lo son, / pues en Dios no hay lugar a favoritismos.
En efecto, todo el que haya
pecado sin estar bajo la ley, también perecerá sin que intervenga la ley; y
todo el que haya pecado estando bajo la ley, será juzgado por esa ley. / Porque
no salvará Dios a los que simplemente escuchan la ley, sino a aquellos que la
cumplen. / Y es que cuando los paganos que no están bajo la ley, cumplen lo que
atañe a la ley por inclinación natural, aunque no tengan ley, se constituyen en
ley para sí mismos. / Llevan los preceptos de la ley escritos en su corazón,
como lo atestigua su conciencia y también sus propios razonamientos que los
acusarán o defenderán / en el día en que Dios juzgue las cosas ocultas de los
hombres por medio de Jesucristo y conforme al evangelio que yo anuncio. / ¿Y
qué decir de ti? Presumes de judío, te apoyas en la ley y te glorías en Dios. /
Te precias de conocer su voluntad e, instruido por la ley, sabes discernir lo que
es bueno. / Te jactas de ser guía de ciegos, luz de los que están en tinieblas,
/ educador de ignorantes, maestro de analfabetos, y crees poseer en la ley la
clave del conocimiento y de la verdad. / Pues bien, tú que enseñas a otros,
¿Por qué no te enseñas a ti mismo? Tú que proclamas que no se debe robar, ¿por
qué robas? / Tú que condenas el adulterio, ¿por qué cometes adulterio? Tú que
reniegas de los ídolos, ¿por qué deshonras a Dios al no cumplirla? / Pues como
dice la Escritura: Por vuestra culpa el nombre de Dios es ultrajado entre los
paganos.
En cuanto a la circuncisión, es
útil ciertamente si cumples la ley; pero si no lo cumples, es igual estar
circuncidado que no estarlo. / Por tanto, si uno que no está circuncidado
observa los preceptos de la ley, ¿no deberá ser considerado como si lo
estuviera? / De hecho, el que no está físicamente circuncidado, pero cumple la
ley, te juzgará a ti que, a pesar de estar circuncidado y poseer la letra de la
ley, conculcas esa ley. / Porque ser judío no consiste en lo exterior, ni la
verdadera circuncisión es la que se hace visiblemente en el cuerpo. / El
verdadero judío loes por dentro y la genuina circuncisión es la del corazón, la
que es obra del Espíritu y no de la letra; no esa que alaban los hombres, sino
la que alaba Dios.
Así pues, ¿es en algo superior el
judío? ¿Tiene alguna utilidad el estar circuncidado? / Mucha, en todos los sentidos.
En primer lugar, porque a ellos les fueron confiadas las palabras de Dios. /
¿Qué algunos no creyeron? ¿Y qué? ¿Acaso la incredulidad va anular la fidelidad
de Dios? / ¡De ninguna manera! Dios es siempre veraz, aunque todo hombre sea
mentiroso; ya lo dice la Escritura: Tus palabras mostrarán que eres fiel y
triunfarás cuando sea juzgado. / Pero si nuestra maldad sirve para demostrar la
fuerza salvadora de Dios, ¿no deberíamos decir – hablando a lo humano – que
Dios es injusto en descargar su ira sobre nosotros? / ¿De ninguna manera! Si
no, ¿cómo podría Dios juzgar al mundo? / Y si mi mentira sirve para resaltar y
glorificar la verdad de Dios, ¿por qué he de ser considerado como pecador? /
¿Habrá que hacer el mal para que venga el bien, como algunos calumniadores
dicen que yo enseño? ¿Bien merecida tienen esos tales su condenación!
-TODOS BAJO EL PECADO (3, 9-19)
Por tanto, ¿qué? ¿Tenemos o no
tenemos ventaja los judíos? No del todo, ya que hemos demostrado que todos,
tanto judíos como no judíos, están bajo el pecado, / como dice la Escritura: No
hay ni siquiera un justo, / no hay un solo sensato, no hay quien busque a Dios.
/ Todos andan extraviados, todos están pervertidos. No hay ni uno que haga el
bien. / Sepulcro abierto es su garganta, fuente de engaños su lengua, veneno de
serpientes hay en sus labios, / su boca rebosa maldición y acritud. / Rápidos
son sus pies para verter sangre, / desolación y miseria en sus caminos. / No
conocieron la senda de la paz; / ni hay temor de Dios ante sus ojos. / Ahora
bien, sabemos que lo que dice la ley, lo dice para quiénes están bajo la ley.
Con ello, todo hombre queda en evidencia y el mundo entero debe reconocerse
culpable ante Dios. / Porque nadie alcanzará la salvación divina por el
cumplimiento de la ley; el papel de la ley era hacernos conscientes del pecado.
-LA SALVACIÓN POR LA FE (3,
21-31)
Pero ahora, con independencia de
la ley, se ha manifestado la fuerza salvadora de Dios, atestiguada por la ley y
los profetas. / Fuerza salvadora de Dios que, por medio de la fe en Jesucristo,
alcanzará a todos los que crean. Y no hay distinción: / todos pecaron y todos
están privados de la gloria de Dios; / pero ahora Dios los salva gratuitamente
por su bondad en virtud de la redención de Cristo Jesús, / a quien Dios ha
hecho, mediante la fe en su muerte, instrumento de perdón. Ha manifestado así
su fuerza salvadora pasando por alto los pecados cometidos en el pasado, /
porque Dios es paciente. Pero es ahora, en este momento, cuando manifiesta su
fuerza salvadora, al ser él mismo salvador, y salvar a todo el que cree en
Jesús. / ¿De qué, pues, podemos presumir si toda jactancia ha sido excluida? ¿Y
en razón de qué ha sido excluida? ¿Acaso por las obras realizadas? No, sino en
razón de la fe. / Pues estoy convencido de que el hombre alcanza la salvación
por la fe y no por el cumplimiento de la ley. / Y Dios ¿lo es sólo de los
judíos? ¿No lo es también de los paganos? Sí, también de los paganos, / ya que
uno solo es el Dios que salva a cuantos tienen fe, estén circuncidados o no lo
estén. / Entonces, ¿estaremos anulando la ley al dar tanto valor a la fe? ¿De
ninguna manera! Más bien estamos confirmando el valor de la ley.
4 ¿Y qué diremos del caso de
Abrahán, padre de nuestra raza? / Si Abrahán hubiera alcanzado la salvación por
sus obras, tendría razón para presumir; pero no sucedió así ante Dios. / Pues
ya lo dice la Escritura: Creyó Abrahán a Dios y ello le fue tenido en cuenta
para alcanzar la salvación. / Es sabido que al que trabaja no se le cuenta el
jornal como favor, sino como deuda; / por eso, al que no se apoya en sus obras,
es decir, al que ha puesto su fe en un Dios que salva al impío, ese fe le será
tenida en cuenta para alcanzar la salvación. / Del mismo modo David llama
dichoso al hombre a quien Dios salva independientemente de las obras: /
¡Dichosos aquellos a quienes Dios ha perdonado sus maldades, aquellos cuyos
pecados han sido sepultados! / ¡Dichoso el hombre a quien el Señor no toma en
cuenta su pecado! / ¡A quién se aplica esta bienaventuranza? ¿Sólo a los que
están circuncidados, o también a los que no lo están? Hemos dicho que la fe le
fue tenida en cuenta a Abrahán para alcanzar la salvación. Pero ¿cuándo? ¿Ya
circuncidado a antes de estarlo? Sin duda que no después, sino antes. / Fue
después cuando recibió la circuncisión como una señal, como una garantía de
que, ya antes de estar circuncidado, poseía la salvación que se alcanza por la
fe. De este modo se ha convertido en padre de todos los creyentes que no están
circuncidados, para que también a ellos le sea concedida la salvación. /
Asimismo se ha convertido en padre de los circuncidados que no se contentan con
serlo, sino que siguen los pasos de la fe que, antes de circuncidarse, tenía ya
nuestro padre Abrahán.
-FE, PROMESA Y HERENCIA (4,
13-25)
Cuando Dios prometió a Abrahán y
a su descendencia que heredarían el mundo, no vinculó la promesa a la ley, sino
a la fuerza salvadora de la fe. / Ahora bien, si los herederos lo fueran en
virtud de la ley, entonces la fe resultaría ineficaz y vana la promesa. / Toda
ley lleva aparejada su sanción, pero donde no hay ley tampoco puede haber
transgresión. / Por eso la herencia depende de la fe, es pura gracia, de modo
que la promesa se mantenga segura para toda la posteridad de Abrahán,
posteridad que es sólo la que procede de la ley, sino también la que procede de
la fe de Abrahán. El es el padre de todos nosotros, / como dice la Escritura:
Te he constituido padre de muchos pueblos; y lo es ante Dios en quien creyó, el
Dios que da vida a los muertos y llama a la existencia a las cosas que no
existen. / Contra toda esperanza creyó Abrahán que sería padre de muchos
pueblos, según le había sido prometido: Así será en ti descendencia. / Y no
decayó su fe al ver que su cuerpo estaba en vigor – tenía casi cien años – y
que Sara ya no podía concebir. / Tampoco vaciló por falta de fe ante la promesa
de Dios; al contrario, se consolidó en su fe dando así gloria a Dios, /
plenamente convencido de que Dios tiene poder para cumplir lo que promete. / Lo
cual le fue tenido en cuenta para alcanzar la salvación. / Estas palabras de la
Escritura no se refieren solamente a Abrahán. / Se refieren también a nosotros,
que alcanzaremos la salvación si creemos en aquel que resucitó de entre los
muertos a Jesús nuestro Señor, / entregado a la muerte por nuestros pecados y
resucitado para nuestra salvación.
No hay comentarios:
Publicar un comentario