Cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará fe sobre la tierra? (Lc 18, 8)
¡Qué interrogación tan misteriosa la del Señor! que hace a los hombres también en este siglo preguntarse: ¿Por ventura hallará fe el Hijo del hombre al venir por segunda vez?...
Es una pregunta apocalíptica e inquietante si tenemos en cuenta la falta de fe en estos días, de una gran mayoría de la humanidad, habiéndose llegado ya al tercer milenio desde la primera venida del Mesías…
Sin duda Dios conocía y
conoce bien al género humano, Él lo ha creado, sabe de su inconstancia en la
verdad y su tendencia al mal, después del pecado original, y también sabe de la
envidia del diablo hacia los hombres, a
los que trata de incitar hacia el
mal, la perversión y la injusticia; por eso no debería extrañarnos la pregunta
del Señor: ¿Por ventura hallará la fe el Hijo del hombre en su venida? Porque
Cristo ciertamente vendrá al final de los tiempos para hacer justicia.
No obstante, Jesús nos aseguró
también que en la Parusía, no será reacio a la causa de sus
escogidos, y hará la justicia que día y
noche le reclaman. Y es que el Señor es <justo y misericordioso>, Él
quiere que todas sus criaturas se salven y por eso en su primera venida al mundo,
nos habló de la gloria de su Padre, nos avisó de su segunda venida al mundo y
nos aseguró que impartiría justicia
entre los hombres (Mt 16, 24-28):
-Entonces Jesús dijo a sus discípulos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo y tome a cuestas su cruz y sígame.
-Pues quién quisiere poner a
salvo su vida, la perderá; más quién perdiere su vida por causa de mí, la
hallará.
-Pues ¿qué provecho sacara un
hombre si ganare el mundo entero, pero malograre su alma?
-Porque ha de venir el Hijo del
hombre en la gloria de su Padre; acompañado de sus ángeles, y entonces dará un
pago a cada cual conforme sus actos
A este respecto, es interesante
recordar la conversación mantenida por el Papa Juan Pablo II con el periodista
Vittorio Massori reflejada en el libro <Cruzando el umbral de la
esperanza> en la que el Pontífice,
respondía así a una pregunta del mismo:
“Desde siempre el problema del
infierno ha perturbado a los grandes pensadores de la Iglesia desde los
comienzos, desde Orígenes, hasta nuestros días, hasta Michail Bulgakov y Hans
Urs von Balthasar. En verdad que los antiguos Concilios rechazaron la teoría de
la llamada <apocatástassis final>, según la cual el mundo sería regenerado
después de la destrucción, y toda criatura humana se salvaría; una teoría que
indirectamente abolía el infierno. Pero el problema permanece ¿Puede Dios, que
ha amado tanto al hombre, permitir que éste Lo rechace hasta el punto de querer
ser condenado a perennes tormentos? Y sin embargo, las palabras de Cristo son unívocas.
En Mateo se habla claramente de los que
irán al suplicio eterno.”
Se refiere el Papa San Juan Pablo II a la <Apocalipsis
Sinóptica> del Evangelio de San Mateo y más concretamente al <juicio
final> en él contenido, donde Jesucristo nos habla claramente sobre el fuego
eterno preparado para el diablo y para sus acólitos… (Mt 25, 31-36):
-Y cuando viniere el Hijo del
hombre en su gloria, y todos los ángeles con él, entonces se sentará en el
trono de la gloria,
-y serán congregados en su
presencia todas las gentes, y los separará unos de otros, como el pastor separa
las ovejas de los cabritos;
-y colocará a las ovejas a la
derecha y los cabritos a la izquierda.
-Entonces dirá el Rey a los de la
derecha: Venid, vosotros los benditos de mi Padre, y entrad en posesión del
reino que os está preparado desde la creación del mundo…
-Entonces dirá también a los de
su izquierda: Apartaos de mí, vosotros los malditos, al fuego eterno preparado
para el diablo y para sus ángeles…
-E irán éstos al tormento eterno;
pero los justos, a la vida eterna.
El Papa Francisco
refiriéndose a estos versículos del
<juicio final> anunciado por Jesús según el Evangelio de San Mateo ha
dicho lo siguiente:
“La imagen utilizada por el evangelista
es la del pastor que separa las ovejas de las cabras. A la derecha se
coloca a quienes actuaron según la voluntad de Dios, socorriendo al prójimo
hambriento, sediento, extranjero, enfermo, encarcelado…; mientras que a la
izquierda van los que no ayudaron al prójimo. Estos nos dice que serán juzgados
por Dios según la caridad, según como la hayan practicado con sus hermanos,
especialmente con los más débiles y necesitados”
Sin duda este pasaje del Nuevo
Testamento siempre ha inquietado e incluso asustado, a los hombres en la antigüedad, pero también en cualquier momento de la
historia de la humanidad y
con mayor razón en estos últimos siglos si tenemos en cuenta su evidente alejamiento de Dios, tal como nos advierte la respuesta del Papa Benedicto XVI al periodista Seewal, cuando le preguntó sobre si todavía deberíamos dar crédito a lo que en el Evangelio de San Mateo se dice sobre el <juicio final> (“Luz del mundo. Benedicto XVI. Ed. 2110):
con mayor razón en estos últimos siglos si tenemos en cuenta su evidente alejamiento de Dios, tal como nos advierte la respuesta del Papa Benedicto XVI al periodista Seewal, cuando le preguntó sobre si todavía deberíamos dar crédito a lo que en el Evangelio de San Mateo se dice sobre el <juicio final> (“Luz del mundo. Benedicto XVI. Ed. 2110):
“Es un juicio real el que tendrá
lugar sin embargo se podría decir que se
avecina al hombre, siempre, ya en la muerte. El gran escenario que se esboza en
el Evangelio de San Mateo, con las ovejas y los cabritos, es una parábola
propuesta por el Señor de lo inimaginable. Nosotros los hombres no podemos
imaginarnos ese proceso inaudito en el que todo el Cosmos se halla ante el
Señor y la historia entera ante Él…
Como será esto visualmente escapa a nuestra capacidad de imaginación.
Como será esto visualmente escapa a nuestra capacidad de imaginación.
Pero que Él es el juez, que
tendrá lugar un juicio real, que la humanidad será separada y que, entonces,
existe también la posibilidad de la perdición, y que las cosas no son
indiferentes, son datos muy importantes.
Hoy la gente tiende a decir:
<bueno, tan malas no serán las cosas. Al fin y al cabo, es muy difícil que
Dios obre así>. Pero no, Él toma en serio las cosas de los hombres. Está
además, el hecho de la existencia del mal, que permanece y tiene que ser
condenado. En tal sentido, aún con la alegre gratitud por el hecho de que Dios
es tan bueno y nos da su gracia, deberíamos percibir también e inscribir en
nuestro programa de vida la seriedad del mal…”
“Hay algo en la misma conciencia
moral del hombre que reacciona ante una tal perspectiva: ¿El Dios que es Amor,
no es también Justicia infinita? ¿Puede Él admitir que los terribles crímenes
puedan quedar impunes? ¿La pena definitiva no es en cierto modo necesaria para
obtener el equilibrio moral en tan intrincada historia de la humanidad? ¿El
infierno, no es en cierto sentido <la última tabla de salvación> para la
conciencia moral humana?”
Con estas palabras del Papa nos
adentramos ya en el tema trascendental de la <conciencia errónea>, porque cuando el pecador ha perdido incluso el discernimiento para
aceptar que hace el mal, porque ve un comportamiento perverso como normal y hasta lógico, las posibilidades que
tiene de salvación son destruidas, al impedir así el posible arrepentimiento de
algo que no acepta como pecado, siéndolo en sí mismo.
Esta es una situación terrible que aqueja a una gran parte de la sociedad actual y que forma igualmente parte del día a día de los seres humanos en estos tiempos de gran paganismo. Y aún más, si tenemos en cuenta que algunos que se consideran <eruditos> se empeñan en tratar de demostrar que la <conciencia errónea> protegería al hombre de la <onerosa exigencia de conocer la verdad>, y así alcanzaría la salvación de una manera más cómoda. Sin embargo, como nos aseguró el Papa Benedicto XVI, cuando aún era el Cardenal Ratzinger (“El elogio de la conciencia. La verdad interroga al corazón):
Esta es una situación terrible que aqueja a una gran parte de la sociedad actual y que forma igualmente parte del día a día de los seres humanos en estos tiempos de gran paganismo. Y aún más, si tenemos en cuenta que algunos que se consideran <eruditos> se empeñan en tratar de demostrar que la <conciencia errónea> protegería al hombre de la <onerosa exigencia de conocer la verdad>, y así alcanzaría la salvación de una manera más cómoda. Sin embargo, como nos aseguró el Papa Benedicto XVI, cuando aún era el Cardenal Ratzinger (“El elogio de la conciencia. La verdad interroga al corazón):
“Parece más bien que esta
<conciencia errónea>, es la cáscara de la subjetividad, bajo la cual el
hombre puede huir de la realidad, ocultándola”
Esta aptitud ante la vida, la
podemos observar en el comportamiento de muchas de las personas que conocemos y
tratamos a diario con mayor o menor intimidad, y así en aras de un cierto
bienestar temporal, estas criaturas se ven abocadas a los mayores errores sin
darse cuenta de que se encuentran instaladas en la mentira que dispensa al ser
humano de conocer la verdad de sus actos y por tanto de arrepentirse de sus
malas acciones, tal como denunciaba el futuro Papa Benedicto XVI (Ibid):
“La <conciencia errónea> se transforma, así, en la justificación de la subjetividad del conformismo social, el cual, en cuanto mínimo común denominador de las diferentes subjetividades, desempeña el cometido de hacer posible la vida en sociedad. Se viene abajo el deber de buscar la verdad, al igual que se desvanecen las dudas sobre las tendencias generales predominantes en la sociedad o sobre cuanto en ellas se ha hecho costumbre. Basta con estar convencido de las propias opiniones y adaptarse a la de los demás. El hombre queda reducido, así, a sus convicciones superficiales y cuanto menos profundas sean, tanto mejor para él…”
Sí, cuántas veces hemos escuchado
la machacona frase: <cuanto menos pienses…más tranquilo vivirás>; con
este planteamiento ante los problemas de la vida, el hombre se inmuniza ante
los mayores agravios al prójimo, y en particular si este prójimo es el más
desprotegido por la sociedad actual, como son los no natos o los ancianos.
Panorama muy triste el que nos muestra el Papa, reflejo, sin duda de una <civilización> basada en el materialismo, ajena a Dios, hundida en el relativismo, que se atreve a hacer preguntas como las siguientes:
¿Cómo es posible que de la fe
brote la alegría? ¿Para qué trasmitir la fe a los demás? ¿Por qué no nos
ahorramos este esfuerzo? ¿No será mejor olvidarnos de la fe?...Panorama muy triste el que nos muestra el Papa, reflejo, sin duda de una <civilización> basada en el materialismo, ajena a Dios, hundida en el relativismo, que se atreve a hacer preguntas como las siguientes:
Estas preguntas merecen una
respuesta como la dada por el Papa Benedicto XVI (Ibid):
“En los últimos años, preguntas
como estas han paralizado visiblemente el impulso evangelizador, quien entiende
la fe como un pesado fardo, como una imposición de exigencias morales, no puede
invitar a los demás a creer, sino que prefiere dejarlos en la presunta libertad
de su buena fe”Efectivamente, los análisis realizados en este sentido son descorazonadores, es tal la situación de abandono en muchos campos de la evangelización en los últimos siglos, que ya en el año 2007, el Papa Benedicto XVI concedió al Cardenal Prefecto para la Doctrina de la Fe, permiso para publicar una nota muy interesante acerca de <algunos aspectos de la evangelización> que estaban siendo sometidos a ciertas críticas mal intencionadas.
En esta nota dada en Roma el 3 de diciembre de 2007, entre otras muchas cuestiones podemos leer que el Concilio Vaticano II, afirma el deber y el derecho de todo hombre a buscar la verdad en materia de religión, y añade que:
"la verdad debe buscarse de modo apropiado a la
dignidad de la persona humana, y a su naturaleza social, es decir, mediante una
libre investigación, sirviéndose del magisterio, o de la educación, de la
comunicación y del dialogo, por medio de los cuales unos exponen a otros la
verdad que han encontrado o que creen haber encontrado. En cualquier caso, la
verdad <no se impone de otra manera, sino por la fuerza de la verdad"
Por tanto, la inteligencia y la libertad personal hacia el encuentro con Cristo y su Evangelio es un ofrecimiento legitimo y un servicio que puede hacer más fecunda la relación entre los hombres
Por tanto, la inteligencia y la libertad personal hacia el encuentro con Cristo y su Evangelio es un ofrecimiento legitimo y un servicio que puede hacer más fecunda la relación entre los hombres
De cualquier forma, hay que recordar que lo primero y principal es dar ejemplo de vida, ya que como también podemos leer en dicha nota:
“La transmisión del Evangelio, la
Palabra y el Testimonio de vida van unidos; para que la luz de la verdad llegue
a todos los hombres, se necesita ante todo, el testimonio de la santidad. Si la
Palabra es desmentida por la conducta, difícilmente, será acogida”
No podemos cerrar los ojos a la
evidencia, todos conocemos personas imbuidas de la <conciencia errónea>; la
cuestión sin embargo no es nueva, recordemos como el Mesías se preguntaba:
"¿Por ventura encontrará fe el Hijo del hombre en su segundo advenimiento a la Tierra?"
Por otra parte, también en el Antiguo Testamento encontramos ejemplos claros de este problema, tal como nos recuerda el Papa Benedicto XVI (Ibid); en concreto, en el libro de los Salmos podemos leer (Salmos 19, 13):
“¿Quién advierte sus propios
errores? ¡Libradme de las culpas que no veo!”"¿Por ventura encontrará fe el Hijo del hombre en su segundo advenimiento a la Tierra?"
Por otra parte, también en el Antiguo Testamento encontramos ejemplos claros de este problema, tal como nos recuerda el Papa Benedicto XVI (Ibid); en concreto, en el libro de los Salmos podemos leer (Salmos 19, 13):
Oración, esta última, dirigida a Dios, por
hombres temerosos de caer en una <mala conciencia>, y que conocían el riesgo que
corrían si se alejaban de la verdad.
El Papa Benedicto XVI refiriéndose a estas palabras del Salmo aducía el siguiente razonamiento (Ibid):
“Esto no es objetivismo
vetero-testamentario, sino la más honda sabiduría humana: dejar de ver las
culpas, el enmudecimiento de la voz de la conciencia en tantos ámbitos de la
vida, es una enfermedad espiritual mucho más peligrosa que la culpa, sí aún se está
en condiciones de reconocerla como tal. Quién ya es incapaz de percibir que
matar es pecado, ha caído más bajo que quién todavía puede reconocer la malicia
de su propio comportamiento, pues se halla mucho más alejado de la verdad y de
la conversión” El Papa Benedicto XVI refiriéndose a estas palabras del Salmo aducía el siguiente razonamiento (Ibid):
Esto es lo que hacían los fariseos y saduceos en tiempos de nuestro Señor Jesucristo, por eso dolido lanzó aquellos <siete ayes> del Evangelio de San Mateo, recordándoles a ellos y a todos los hombres, de todos los tiempos el <juicio final>, el <juicio de la gehena o infierno> (Mt 23, 13-36):
-< ¡Ay de vosotros escribas y
fariseos hipócritas, que cerráis a los hombres el reino de los cielos! Ni
entráis vosotros ni dejáis entrar a los que quieren>.
-< ¡Ay de vosotros escribas y
fariseos hipócritas, que viajáis por tierra y mar para ganar un prosélito, y
cuando lo conseguís lo hacéis digno de la gehena el doble que vosotros!>…
-< ¡Ay de vosotros escribas y
fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por
dentro estáis rebosando de robo y desenfreno!>
-¡Fariseo ciego!, limpia primero
la copa por dentro y así quedará limpia también por fuera.
< ¡Ay de vosotros escribas y
fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcro blanqueados!> Por fuera
buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de
podredumbre;
-lo mismo vosotros: por fuera
parecéis justos, pero por dentro estáis repletos de hipocresía y crueldad….
-Mirad yo os envío profetas y
sabios y escribas. A unos los mataréis y crucificaréis, a otros los azotaréis
en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad.
Así recaerá sobre vosotros toda
la sangre inocente derramada sobre la tierra, desde la sangre de Zacarías, hijo
de Baraquías, a quien matasteis entre el santuario y el altar…
Son palabras fuertes del Señor que
nos recuerdan a todos la responsabilidad que tenemos en la búsqueda de la
verdad, en la búsqueda de la salvación.
Po eso, próxima ya su Pasión, Muerte y Resurrección, Él pidió al Padre que consagrara en la verdad a sus discípulos (Jn 17, 15-19):
-No pido que los saques del
mundo, sino que los preserves del maligno.Po eso, próxima ya su Pasión, Muerte y Resurrección, Él pidió al Padre que consagrara en la verdad a sus discípulos (Jn 17, 15-19):
-No son del mundo, como ni yo soy
del mundo.
-Conságralos en la verdad: tu
palabra es verdad.
Como tú me enviaste al mundo, yo
también los envío al mundo.
Y por ellos me consagro a mí
mismo, para que ellos también sean consagrados en la verdad.
<Conságralos en la verdad>
o lo que es igual <Santifícalos en la verdad>, es lo que Jesús pide para
sus discípulos al Padre; ello se realiza en el <Espíritu Santo>, en el
<Espíritu de la verdad>, así quedarán preparados para anunciar la Palabra
de Dios, que es la <Verdad> con mayúsculas.
Por otra parte Nuestro Señor Jesucristo, con suma humildad, se <consagró así mismo por ellos y por nosotros>, ofreciéndose como víctima de reconciliación que es la santificación por excelencia. Cristo, el Santo Sacerdote, se consagró con su inmolación, para a su vez consagrar a sus enviados con la santidad de la verdad.
No obstante en la actualidad tal como nos recordó el Papa Benedicto XVI en su magnífico libro <El elogio de la conciencia. La verdad interroga al corazón>:
“La apertura necesaria a la
verdad está amenazada, desde dos frentes, de un lado, por un positivismo fideista
que teme perder a Dios al exponerse a la
verdad de las criaturas; de otro lado, por un positivismo agnóstico que se
siente amenazado por la grandeza de Dios…”Por otra parte Nuestro Señor Jesucristo, con suma humildad, se <consagró así mismo por ellos y por nosotros>, ofreciéndose como víctima de reconciliación que es la santificación por excelencia. Cristo, el Santo Sacerdote, se consagró con su inmolación, para a su vez consagrar a sus enviados con la santidad de la verdad.
No obstante en la actualidad tal como nos recordó el Papa Benedicto XVI en su magnífico libro <El elogio de la conciencia. La verdad interroga al corazón>:
Son dos aspectos distintos de un temor que
conduce al mismo resultado, esto es, a la negación de la verdad y por tanto al
alejamiento del camino de la salvación, en definitiva, al alejamiento de Cristo
que es la verdad pura.
Por ello, los cristianos debemos tener clara esta idea: < tenemos que persistir sin fatiga y con convicción en la búsqueda de la verdad durante toda nuestra existencia, si queremos llegar al final de la misma, con las garantías necesarias para afrontar el juicio divino>.
No responderíamos, por otra parte, con gratitud a la llamada de Cristo, si quisiéramos obviar la verdad, a favor de la <conciencia errónea>, porque como así mismo nos recordaba el Papa Benedicto XVI (Ibid):
Por ello, los cristianos debemos tener clara esta idea: < tenemos que persistir sin fatiga y con convicción en la búsqueda de la verdad durante toda nuestra existencia, si queremos llegar al final de la misma, con las garantías necesarias para afrontar el juicio divino>.
No responderíamos, por otra parte, con gratitud a la llamada de Cristo, si quisiéramos obviar la verdad, a favor de la <conciencia errónea>, porque como así mismo nos recordaba el Papa Benedicto XVI (Ibid):
“Con la luz de Jesús se
manifiesta también el esplendor de la verdad en las criaturas. Cristo nos abre
al mensaje de las criaturas, las criaturas nos guían al Señor. Amar la verdad y
amar a Cristo es una cosa indivisible en la figura espiritual de Santo Tomás:
<amando a Cristo, has amado la verdad; creando una relación cada vez más honda
con Cristo, has recibido la fuerza consagrante de la verdad>
<Bien has escrito de mi Tomás
¿Qué deseas?> Dijo el Señor crucificado, según la leyenda, al doctor
Angélico. <Nada más que a Ti Señor>, respondió Tomás. <Nada más que a Ti>
Esa es la síntesis del pensamiento y de la vida del gran doctor de la Iglesia. Su vida era deseo de Cristo, deseo de Dios, deseo de la verdad”
Gran ejemplo el que nos dio Santo
Tomás y gran ejemplo el que hemos recibido del Papa Benedicto XVI que nos ha exaltado tantas veces su figura, y con razón, porque
verdaderamente este santo doctor, sí respondió con gratitud a la gran promesa
de Jesús cuando dijo <me consagro a mí mismo, para que también ellos sean
consagrados en la verdad>; sin Cristo, sin la verdad absoluta, no hay
salvación y la <conciencia errónea> nos aleja del <camino, la verdad y
la vida>, que es nuestro Salvador.
A pesar de todo, hay que reconocer que aún hay personas que ó no han escuchado nunca hablar
de la <conciencia errónea>, ó que si han escuchado no quieren saber nada
al respecto, por eso no está de más que recordemos que, por ejemplo, <conciencia
errónea> es encerrarse en la idea, de que porque Dios es infinitamente bueno,
no puede condenar al hombre que no se arrepiente de las falta
cometidas contra la ley del Señor, ni le
pide perdón por ello. Así mismo, <conciencia errónea> puede ser también, dejarse llevar por lo que diga la mayoría de la gente, por las costumbres licenciosas, que ya no tienen otro significado que ser modernos y vivir en el siglo que nos ha tocado…pero que pueden ser perniciosas y hasta dañinas para la misma sociedad.
Tener <conciencia errónea>, es al fin también, proclamar y pedir que la Iglesia católica se modernice, ante los graves problemas surgidos en el seno de las familias: divorcios, control de la natalidad, aborto y un largo etc., aceptando estas nuevas tendencias de la sociedad y olvidando las leyes divinas.
En esto han estado de acuerdo los Pontífices y teólogos a lo largo de toda la historia de la cristiandad, como podemos comprobar con las palabras del Papa San Juan Pablo II (Cruzando el umbral de la esperanza):
“Muchos teólogos, en Oriente y en Occidente, también teólogos contemporáneos, han dedicado sus estudios a la escatología, a los Novísimos. La Iglesia no ha cesado, por su parte, de llevar a los hombres la vida eterna. Si ésta cesara de ser escatológica, dejaría de ser fiel a la propia vocación, a la Nueva Alianza, sellada con ella por Dios en Jesucristo”
La salvación, según esto, se ve
favorecida al tener presente la naturaleza escatológica del Mensaje de Jesús y
por supuesto, por la oración por todas las almas, tal como recomendaba el
Apóstol San Pablo a través de su discípulo Tito, a las Iglesias a él confiadas,
para el ejercicio de la misión pastoral (I Tim 2, 1-6):
-Recomiendo, pues, lo primero de
todo, que se hagan plegarias, oraciones, intersecciones, acciones de gracias
por todos los hombres,
-por los reyes, y por todos los
que ocupen altos puestos, a fin de que pasemos una vida tranquila y sosegada
con toda piedad y dignidad.
-Esto es bueno y acepto a los
ojos de Dios nuestro Salvador,
-Porque uno es Dios, uno también
el Mediador de Dios y los hombres, un hombre, Cristo Jesús,
-que se dio a sí mismo como
precio de rescate por todos; divino testimonio dado en el tiempo oportuno
La frase de San Pablo <Dios
desea que todos los hombres se salven>, tiene una importancia transcendental,
tal como nos recordaba el Papa Juan San Pablo II, para comprender el
significado de los Novísimos (Cruzando el umbral de la esperanza):
“Si Dios desea esto, si Dios por
esta causa entrega a su Hijo, el cual a su vez obra en la Iglesia mediante el
Espíritu Santo ¿Puede el hombre ser condenado, puede ser rechazado por Dios?”
Esta es desde luego una pregunta
difícil de responder sin la ayuda de la Palabra del Señor, porque también Él
dijo de Judas, el traidor, que <sería mejor para ese hombre no haber
nacido> (Mt 26, 24), esta afirmación de Jesús, según el Papa San Juan Pablo
II no puede, sin embargo, ser entendida con seguridad en el sentido de una
eterna condenación.
Pero al mismo tiempo, aseguraba también el santo Pontífice, hay algo en la misma conciencia moral del hombre que reacciona ante la pérdida de una tal perspectiva: ¿El Dios que es Amor no es también Justicia definitiva?
Pero al mismo tiempo, aseguraba también el santo Pontífice, hay algo en la misma conciencia moral del hombre que reacciona ante la pérdida de una tal perspectiva: ¿El Dios que es Amor no es también Justicia definitiva?
En la Santa Biblia, precisamente, se hace referencia al <fuego purificador> del purgatorio, tal vez, en referencia ésta pregunta (Papa San Juan Pablo II, Cruzando el umbral de la esperanza):
Dios hace pasar al hombre a través de un tal purgatorio interior toda su naturaleza sensual y espiritual, para llevarlo a la unión con Él. No nos encontramos aquí frente a un simple tribunal. Nos presentamos ante el poder del mismo Amor.
Recordemos, por otra parte, que
la verdadera evangelización es el anuncio del Reino de Dios, del Dios que entra
en la historia para hacer justicia y por ello es también el anuncio del juicio
final y el anuncio de nuestra responsabilidad ante el mismo (Benedicto XVI. El
elogio de la conciencia…):
“Cuando tomemos en serio el juicio y la grave responsabilidad que de él brota para nosotros, comprendemos bien el otro aspecto de este anuncio, esto es, la Redención, el hecho de que Jesús en la Cruz asume nuestro pecado.
La bondad de Dios es infinita,
pero no debemos reducirla a un melindre empalagoso sin verdad. Solo creyendo en
el <justo juicio> de Dios, solo teniendo <hambre y sed de justicia>
(Mt 5,6) abrimos nuestro corazón, nuestra vida, a la misericordia divina”
Son palabras del Papa Benedicto
XVI que siempre deberíamos tener en cuenta, como también las del Papa San Juan Pablo II, los cuales tanto se
preocuparon por inculcar a su grey el respeto a los Novísimos.
Sí, porque en el momento actual el hombre
corre el grave peligro de la palabra mal utilizada, porque ya nadie se acuerda
que el Señor dijo:
<Todo el que se deja llevar por la cólera
contra su hermano será procesado. Y si uno llama a su hermano -imbécil-, tendrá
que comparecer ante el Sanedrín, y si lo llama –necio-, merece la condena de la
gehena del fuego.
En una sociedad actual tan
mediática, se está corriendo el riesgo de la insidia en las palabras, por eso viene bien también recordar las sentencias del Señor
que leemos en el Evangelio del Apóstol San Mateo (Mt 12, 35-37):
-El hombre bueno, del buen tesoro
saca cosas buenas, y el hombre malo, del tesoro malo saca cosas malas.
-Os certifico que de toda palabra
ociosa que hablen los hombres, darán razón en el día del juicio.
-Porque por tus palabras serás
absuelto como justo y por tus palabras serás condenado.
Con razón San Pablo recomendaba a los pobladores de Éfeso que evitaran la mentira, la ira, y las palabras malas; que no salieran de sus bocas palabras que pudieran hacer daño a un tercero, sino que por el contrario utilizasen aquellas palabras que fueran más convenientes para favorecer el bien entre las personas que les escucharán (Ef 4, 25-30):
-No salga de vuestra boca palabra
alguna dañosa, sino que sea buena por la oportuna edificación, para que
comunique gracia a los que la oyen.
-Y no contristéis al Espíritu
Santo de Dios, con el cual fuisteis marcados para el día del rescate.Tomemos sobre todo ejemplo de Cristo que pasó por el mundo como buen <comunicador> del Padre>. En efecto, como en su día diría el Papa Juan Pablo II:
“En la historia de la
salvación, Cristo se nos ha presentado como <comunicador del Padre>,
<Dios en estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo> (Heb 1,
2).
Él, Palabra eterna hecha carne, al comunicarse, manifiesta siempre respeto hacia aquellos que le escuchan, les enseña a comprender su situación y sus necesidades, impulsa a la compasión por su sufrimiento y a la firme resolución de decirles lo que tienen necesidad de escuchar, sin imposiciones ni compromisos, engaño o manipulación.
Jesús enseña que la comunicación es un acto
moral: <El hombre bueno, del buen tesoro saca cosas buenas y el hombre malo,
del mal tesoro saca cosas malas>. <Os digo que de toda palabra ociosa que
hablen los hombres darán cuenta en el día del juicio>. <Porque por sus
palabras serán declarados justos y por
sus palabras serán condenados>"Él, Palabra eterna hecha carne, al comunicarse, manifiesta siempre respeto hacia aquellos que le escuchan, les enseña a comprender su situación y sus necesidades, impulsa a la compasión por su sufrimiento y a la firme resolución de decirles lo que tienen necesidad de escuchar, sin imposiciones ni compromisos, engaño o manipulación.
(Carta Apostólica del Sumo Pontífice San Juan Pablo II a los responsables de las comunicaciones sociales. Dada en el Vaticano el 24 de enero del año 2005, en memoria de San Francisco de Sales, Patrono de los periodistas)
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