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sábado, 23 de abril de 2016

AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN (II)


 
 

 
En cierta ocasión algunos fariseos se pusieron de acuerdo para tentar al Señor con la siguiente pregunta ( Mt 22, 36): ¿Cuál es el mandamiento principal de la Ley?
Enseguida Jesús respondió (Mt 22, 37-39):
"Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente. / Éste es el mayor y el principal mandamiento. / El segundo es como éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. / De estos dos mandamientos dependen toda la Ley y los Profetas"
 
Probablemente aquellos hombres se quedaron admirados de tanta sapiencia, y un poco humillados, por no haber conseguido sus funestos propósitos, pero es que Jesús era el Mesías y ellos todavía no se habían enterado...




Precisamente el Maestro, como ellos le llamaron, llevaba ya algún tiempo hablando de estas cosas, pues durante su <Discurso de la montaña>, Él aseguró (Mt 5, 17-19):
"No penséis que he venido a abolir la Ley o los Profetas; no he venido a abolirlos sino a darles su plenitud. / En verdad os digo que mientras no pasen el cielo y la tierra, de la Ley no pasará ni la más pequeña letra o trazo hasta que todo se cumpla. / Así, el  que quebrante uno solo de estos mandamientos, incluso de los más pequeños, y enseñe a los hombres, a hacer lo mismo, será el más pequeño en el Reino de los Cielos. Por el contrario, el que los cumpla y enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos. / Os digo, pues, que si vuestra justicia no es mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los Cielos"
 



Y es que Jesús era el Hijo unigénito de Dios y Dios verdadero...Hay que recordar en este sentido que en el libro del Deuteronomio se nos habla ya de los mandamientos, leyes y normas que el Señor ordena a los hombres para que los pongan por obra en la tierra y así prolonguen sus días...
El libro Deuteronomio forma parte del Pentateuco ( conjunto de los cinco primeros libros de la Biblia) del Antiguo Testamento, en él se presenta de forma clara las diferencias que existen entre la salvación y el castigo que Dios ofrece a los hombres en función de su comportamiento respecto a su fidelidad hacia Él y el cumplimiento de sus mandamientos.  
La unicidad de Dios se proclama, desde el principio, y sin paliativos, en este libro; Él ha hecho su Alianza con el pueblo elegido, que ha de ser uno, sin divisiones, por razones sociales, raciales, de culto, ni de ningún tipo...
La Shemá es la oración recitada hasta nuestros días por los judíos piadosos, por la mañana y por la tarde, contenida precisamente en el Deuteronomio (Dt 6, 4):
"Escucha (Shemá), Israel: el Señor es nuestro Dios, el Señor es Uno. / Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas"
 
 
 
Cristo, el Hijo Único de Dios, en el Nuevo Testamento, llama a todos los hombres a participar de la naturaleza divina por la gracia  (oración sacerdotal), tal como podemos leer en el evangelio del apóstol San Juan (Jn 17, 21):
"Que todos sean uno; como Tú, Padre, en mí y yo en Ti, que así ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que Tú me has enviado"  
 
Y al mundo vino y el mundo no le recibió, al menos en su totalidad, hasta el día de hoy, los hombres siguen enzarzados en conflictos y luchas desoyendo sus deseos. Por eso es tan necesaria la <nueva evangelización>, proclamada por los Papas de los últimos siglos...
Recordemos que el problema viene de lejos y que ya el apóstol Santiago (el Menor) en su carta... decía (Sant 4, 1-3):


-¿De dónde proceden los conflictos y las luchas que se dan entre vosotros? ¿No es precisamente de esas pasiones que os han convertido en campo de batalla?

-Ambicionáis y no tenéis; asesináis y envidiáis, pero no podéis conseguir nada; os enzarzáis en guerras y contiendas, pero no obtenéis porque no pedís;

-pedís y no recibís, porque pedís mal con la intención de satisfacer vuestras pasiones

-¡Gente infiel! ¿No sabéis que la amistad con el mundo es enemistad con Dios?

 Sí, tenemos que reconocer el peligro que conlleva la amistad con el mundo, los riesgos que implican la santificación en él y cómo ha habido desviaciones  del <verdadero espíritu cristiano>. Ha sido necesario, a lo largo de los siglos transcurridos, enseñar a los hombres a ser verdaderos creyentes y todavía sigue siendo necesario, si tenemos en cuenta que cada vez más se extiende en la sociedad el fenómeno del <laicismo>, que establece una radical separación entre el orden temporal y espiritual. Según el <laicismo>, la espiritualidad de la persona es exclusivamente privada, un hecho de la conciencia que no debe tener repercusión alguna en lo público o social. De esta forma el “orden temporal” gozaría de una completa autonomía y no tendría necesidad de ninguna referencia a un supuesto <orden transcendente>, para organizar la vida de los hombres en la sociedad.

El fenómeno del <laicismo> ha sido consecuencia de una mala utilización de la secularización de la sociedad, que puede tener, sin embargo, otra vertiente positiva < Así desde un punto de vista positivo, la secularización estaría directamente relacionada con la desclericalización de la sociedad, lo cual no significa, por otro lado, la pérdida del sentido religioso> No obstante, desde un punto vista negativo, la secularización ha conducido a ese <laicismo>, que da al hombre <autonomía absoluta, cortando todos los puentes con una posible instancia transcendente del mundo y por consiguiente a una crisis de fe. Esta crisis de la fe ha dado, después, paso a la desmitificación y racionalización del mundo y por último a la perdida creciente de toda transcendencia que lleve más allá de lo visible y aceptable.

Más allá de toda esta problemática lo esencial lo verdaderamente importante a la hora de la evangelización es buscar el sentido de la fidelidad a Dios, es recordar que Jesús ha pedido a los hombres en muchas ocasiones y de distintas formas su amor incondicional:

"Cristo ciertamente desea la fe. La desea del hombre y la desea para el hombre...
Jesús desea despertar en los hombres la fe, desea que respondan a la Palabra del Padre, pero lo quiere respetando la dignidad del hombre, porque en la búsqueda de la misma fe está ya presente una forma de fe, una forma implícita, y por eso queda cumplida la condición necesaria para la salvación" (Papa San Juan Pablo II)

Y sobre todo, sobre todo, tengamos en cuenta que el "Varón de dolores" es la revelación del amor que <lo soporta todo>, del amor que es <el más grande>. La imagen de Cristo en el Calvario nos recuerda sin cesar todo esto y también que <Dios está siempre de parte de los que sufren> 



 

 

  

 

  

 

 

 

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