Translate

Translate

domingo, 25 de diciembre de 2016

RECORDANDO LA NATIVIDAD DEL SEÑOR


 
 
 
 
 
 
Desde tiempos de San Gregorio Magno (+ 604), la Iglesia  romana tenía la costumbre de celebrar, en el día de  Navidad, tres Misas : *La primera misa se celebra  a media noche, en la Santa María Mayor, donde se veneraba el pesebre de la gruta de Belén: "En ella el pensamiento capital es Cristo, el Niño de Belén  nacido de la Virgen María e Hijo eterno y consustancial del Padre.

En ella celebramos, por tanto, el nacimiento eterno y temporal del Señor. En el <Introito> se alude al nacimiento eterno: <El Señor me dijo: Mi Hijo eres tú; hoy te he engendrado.>” (Rmo. P. Fr. Pérez de Urbel).

Se refiere esta frase a aquella que aparece en el Sartorio o libro de los Salmos, y más concretamente al Salmo 2, en el que se nos dice que Dios cumple sus designios estableciendo a su Ungido. En el Nuevo Testamento este Salmo aparece en distintas ocasiones siempre relacionándolo con Jesús, nuestro Salvador (Sal 2, 1-7):
“¿Por qué se sublevan las naciones y traman los pueblos vanos proyectos?/Se alzan los reyes de la tierra, y los príncipes se confabulan contra el Señor y contra su Ungido/< ¡Rompamos sus cadenas, arrojemos de nosotros su yugo!>/El que está sentado en los cielos se ríe, se burla de ellos el Señor/Les habla en su ira, con su cólera los aterra/<Yo mismo he ungido a mi Rey en Sión, mi monte santo>. Proclamaré el decreto del Señor Él me ha dicho: <Tú eres mi hijo. Yo te he engendrado hoy>"

 
 
 
Jesús es el Ungido, aquel del que Dios Padre dice: <Tú eres mi hijo. Yo te he engendrado hoy…>. La cuestión del origen de Jesús siempre ha estado en tela de juicio entre eruditos y no eruditos: ¿Quién dice la gente que soy yo? pregunta incluso Jesús en una ocasión a sus discípulos…Él sabía de sobra la respuesta, pero pregunta para probar la fidelidad, al menos, de los suyos. El duro corazón de los hombres siempre se esconde tras preguntas como éstas: ¿Quién es Jesús? ¿De dónde viene? cuestiones ambas íntimamente relacionadas…

Podríamos pensar ¿Cómo después de tantos siglos puede haber todavía gente que se haga este tipo de preguntas? Pero las hay sin duda, más aún, algunas personas ni se lo preguntan, porque pasan de Dios y de su Ungido, como si se tratara de alguien del pasado que no tiene nada que ver con el hombre de hoy, con el hombre del siglo XXI, tan envanecido de sus logros, que hasta pretende llegar a crear vida... a espaldas de su Creador, cosa que jamas logrará.

La humildad brilla por su ausencia en las generaciones actuales que se olvida, como se nos recuerda en el Salmo 2,  que el Señor es sumamente misericordioso y quiere que todos sus hijos se salven,  pero también es inmensamente justo y por eso dice: <¡Rompamos sus cadenas, arrojemos de nosotros su yugo!>...


 
 
El Papa Benedicto XVI en su libro <La infancia de Jesús>, nos muestra de forma clara como los cuatro evangelistas, al hablar de Jesús pretendían responder a las preguntas de los hombres respecto al origen de Jesús: “Han sido escritos (los Evangelios) precisamente para dar una respuesta. Cuando Mateo comienza su Evangelio con la genealogía de Jesús, quiere poner de inmediato bajo la luz correcta, ya desde el principio, la pregunta sobre el origen de Jesús; la genealogía es como una especie de título para todo el Evangelio. Lucas, a su vez, ha colocado la genealogía de Jesús, al comienzo de su vida pública, casi como una presentación pública de Jesús, para responder con matices diversos a la misma pregunta, y anticipando lo que luego desarrollará en todo el Evangelio…”

 *La segunda misa  con motivo de la Natividad del Señor se celebraba al amanecer: “Los cristianos de Roma se reunían para ofrecer nuevamente el sacrificio en la Iglesia de santa Anastasia, una mártir de Iliria, que había sufrido en este día, durante la persecución de Diocleciano. El horizonte empieza a dorarse con los primeros resplandores del sol; el verdadero sol, Cristo, brilla ya sobre nuestras cabezas. Este pensamiento se nos presenta desde el Introito, y se junta luego con el suceso de aquel amanecer glorioso: los pastores de la gruta…” (Rmo. P. Fr. Justo Pérez de Urbel)

 
 
Así es, en la zona de Belén, donde nació Jesús, debía ser frecuente la presencia cercana de algunos pastores. Como podemos leer en el libro de Benedicto XVI (Ibid): “Y  un ángel del Señor se les presentó; la gloria del Señor los envolvió en claridad (Lc 2, 8s). Los primeros testigos del gran acontecimiento son pastores que velan. Mucho se ha reflexionado sobre el significado que puede tener el que sean precisamente los pastores los primeros en recibir el mensaje"


Jesús nació fuera de la ciudad, en un ambiente en que por todas partes en los alrededores había pastos a los que los pastores llevaban sus rebaños. Era normal por tanto que ellos, al estar más cerca del acontecimiento, fueran los primeros llamados a la gruta.

"Naturalmente se puede ampliar inmediatamente la reflexión: quizás ellos vivieron más de cerca el acontecimiento, no solo exteriormente, sino también interiormente… Y tampoco estaban interiormente lejos del Dios que se hace niño. Esto concuerda con el hecho de que formaban parte de los pobres, de almas sencillas, a los que Jesús bendeciría, porque a ellos está reservado el acceso al misterio de Dios (Lc 10, 21s). Ellos representan a los pobres de Israel, a los pobres en general: los predilectos del amor de Dios…”(Papa Benedicto XVI; Ibid)

 
 
 
Verdaderamente es muy consolador recordar aquellos tiempos, no tan lejanos, cuando en  las casa de los cristianos católicos el <Belén>, constituía el centro de atención de toda la familia, y allí siempre estaban por supuesto los pastores adorando al Niño recién nacido…Ahora en cambio se prefiere  al papá Noel y el arbol de Navidad...

Sí, se prefiere muchos más, al papá Noel, porque trae regalos a los niños, una moda que recuerda según parece, las costumbres paganas de los romanos, cuando celebraban las fiestas, a mediados de diciembre en honor de uno de sus dioses, concretamente, Saturno (Cronos para los griegos), al final de las cuales los niños recibían obsequios de todos los mayores…

No cabe duda que esto es un síntoma más, del paganismo que impera en las sociedades de los últimos siglos, y que está llegando a límites insospechados en los últimos años…Si seguimos por éste camino va a tener razón Jesús, cuando dudó de que en su segunda venida a la tierra (parusía) pudiera encontrar algún creyente…
Pero volvamos de nuevo a la narración de San Lucas cuando habla de los pastores que adoraron al Niño Jesús:

“El ángel del Señor se presentó y la gloria del Señor  los envolvió de claridad. <Y se llenaron de gran temor> y les anuncia una <gran alegría para todo el pueblo: hoy en la ciudad de David, os ha nacido el Salvador, que es el Mesías, el Señor> (Lc 2, 10s). Se les dice que encontrarán como señal a un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
Y <de pronto, en torno al ángel, apareció una legión  del ejercito celestial, que alababa a Dios diciendo: Gloria a Dios en el cielo, y en la tierra paz a los hombres  en quienes él se complace> (Lc 2, 13, 14)…
Y así, desde aquel momento hasta ahora el canto de alabanza de los ángeles jamás ha cesado. Continúa a través de los siglos siempre con nuevas formas y, en la celebración de la Natividad de Jesús, resuena siempre de modo nuevo. Se comprende bien que el pueblo sencillo de los creyentes haya después oído cantar también a los pastores, y hasta el día de hoy se una sus  melodías en la Noche Santa, expresando con el canto la gran alegría que desde entonces hasta el fin de los tiempos se nos ha dado a todos…”  (Benedicto XVI; Ibid).

 
 
 
*La tercera y última misa celebrada por la Iglesia para conmemorar la Natividad del Señor, nos presenta al recién nacido en todo el esplendor  de su hermosura:“En la revelación del Misterio de la Navidad hay una graduación, expresada en cada una de las tres misas: noche, alborada, mediodía; María sola, los pastores (algunos elegidos), el mundo entero.

El Salvador, nuestro Salvador, el Salvador del mundo. El Introito de esta tercera misa condesa el pensamiento fundamental de la liturgia de este día: <Un Niño nos ha nacido>. Pero este Niño, que descansa en el pesebre, es el Señor del cielo. <Sobre sus hombros sostiene el imperio del mundo…En el principio era el Verbo…Y el Verbo se hizo carne…>

Los apóstoles, San Pablo y San Juan cantan sus grandezas divinas, el primero en la Epístola (a los Hebreos) y el segundo  en su Evangelio. Y nosotros nos llenamos de alegría porque <ese Niño, que nace para salvar al mundo, es para nosotros el autor de una generación divina y será dador de la inmortalidad>” (Rmo. Fr. Justo Pérez de Urbel).

 

Así es, como lo narra el apóstol San Juan en su Evangelio: <En Principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios…Y la Palabra se hizo carne  y acampó entre nosotros> (Jn 1, 1-14):

“El hombre Jesús es el <acampar> del Verbo, el eterno <Logos> divino en este mundo…El origen de Jesús, su <de dónde>, es el principio mismo, la causa primera de la que todo proviene; la <luz> que hace del mundo un cosmos…” (Papa Benedicto XVI; Ibid).