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martes, 24 de diciembre de 2013

JESÚS MEDIANTE LA ORACIÓN SALE AL ENCUENTRO DEL HOMBRE


 
 
 

“El hijo de Dios que es una sola cosa con el Padre, y que al entrar en el mundo dijo: He aquí que vengo, ¡Oh Dios, para hacer tu voluntad! Se ha dignado ofrecernos ejemplos de su propia oración”
                                                   (Tomás Kempis; Imitación de Cristo)


En efecto, la oración, era para Jesucristo una constante en su vida, y así lo podemos comprobar al leer  el Nuevo Testamento. En concreto, en los cuatro  Evangelios encontramos muchos ejemplos de la oración de Jesús, porque su actividad diaria estaba tan unida a ella, que incluso se podría decir que  semejaba a un rio que a su lado fluia.
En este sentido: ¿Quién no recuerda, aquellos momentos sublimes en los que Jesús, en el monte de los Olivos, oraba  preso de angustia al Padre, ante los acontecimientos que debería afrontar, para salvar a los hombres?

El evangelista San Lucas, narró así, la llegada al huerto y la oración del Señor (Lc 22, 39-43):

-Y saliendo de allí, se dirigió, según costumbre, al monte de los Olivos; y le siguieron también los discípulos.
-Y en llegando al lugar, les dijo:

-Orad, para que no entréis en tentación.

-Y El, arrancándose de ellos, se apartó a la distancia como de un tiro de piedra, y puesto de rodillas, oraba
-diciendo: Padre, si quieres traspasa de mí este cáliz, más no se haga mi voluntad sino la tuya

 
 


El Papa Juan Pablo II, el 9 de abril de 1992, analizó el sufrimiento en Getsemaní del Hombre-Dios (La Biblia de Juan Pablo II, p.185; La Esfera de los libros S.L. 2008):
“La Cruz ha entrado definitivamente en la vida mesiánica de Jesucristo durante una vigilia; si, una vigilia de oración. Ha entrado, esta Cruz, al huerto de Getsemaní, aunque en sentido figurativo, a poca distancia de la definitiva realidad de la Crucifixión. Durante las vigilias <velaba muchas veces>; Jesús pasaba las noches rezando. Pero ésta es la es la última noche, la vigilia definitiva…

Todo estaba listo, pero era necesario esa <Hora> del Getsemaní, aquella vigilia, aquella plegaria solitaria del Señor. Era necesario un último y definitivo encuentro entre el Hijo y el Padre…”

Así es, por eso, mediante la oración, Cristo sale al encuentro de todo hombre para recorrer con él, el camino de la vida, hasta llevarlo a la plena comunión con Dios, tal como nos indica el Papa Juan Pablo II, en su Encíclica “Redemptor hominis” (dada en Roma el primer domingo de Cuaresma del año 1979, primero de su Pontificado).
 
 


Por otra parte, Jesús nos enseñó a orar, a todos los hombres, con la plegaria del Padrenuestro (oración fundamental de la Iglesia), durante su Sermón de la Montaña (Mt 6, 9-13) y también durante este mismo Sermón nos pidió que tuviéramos absoluta confianza en los efectos de  la oración (Mt 7, 7-11):

-Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá;

-porque todo el que pide, recibe; y el que busca halla; y al que llama se le abrirá

-¿O quién habrá entre vosotros a quién su hijo pidiere pan?

¿Por ventura le dará una piedra?;

-O también le pidiere un pescado, ¿por ventura le dará una serpiente?

-Sí pues, vosotros, con ser malos, sabéis dar dádivas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más, vuestro Padre celestial dará bienes a los que se lo pidieren?

Jesús con su vida en oración nos puso de manifiesto, así mismo, la absoluta necesidad que tenemos todos los seres humanos de orar, ya que si Él, siendo Hijo Unigénito de Dios y Dios verdadero, necesitaba de la plegaria para preparar su espíritu, cuanto más necesitaremos los hombres, hijos adoptivos de Dios, de esta ayuda inestimable.

El mismo Papa, Juan Pablo II, consciente de esta necesidad imperiosa, al comienzo de su Pontificado y frente a los grandes retos a los que tenía que enfrentarse aseguraba  en la Encíclica anteriormente mencionada que:
“Frente a tales cometidos, que surgen a lo largo de las vías de la Iglesia…, nosotros, conscientes de la absoluta necesidad de todas estas vías, y al mismo tiempo de las dificultades que se acumulan sobre ellas, sentimos tanto más la necesidad de una profunda vinculación con Cristo…
Solamente la oración puede lograr que todos  estos grandes cometidos y dificultades que se suceden no se conviertan en fuente de crisis, sino en ocasión y como fundamento, de conquistas cada vez más maduras en el camino del Pueblo de Dios hacia la Tierra Prometida…”.


Ciertamente, en la vida espiritual, de los primeros cristianos, destacaba la práctica de la oración comunitaria e individual, en forma <oral>, y el <Padrenuestro> era tomado siempre, como principal modelo de plegaria.

Según el historiador y teólogo, Javier Sesé, el <Padrenuestro> era con diferencia la oración más <alabada, recomendada y comentada>, de tal modo, que muchos Padres de la Iglesia, han dedicado sus estudios a ella; así lo hicieron, Orígenes, Tertuliano y San Cipriano.

Dice Javier Sesé, en su libro “Historia de la espiritualidad”, que en las oraciones personales de la Iglesia primitiva abundaban las referencias a la Santísima Trinidad y a cada Persona divina y en particular a Jesucristo, centro sin duda, del culto espiritual de los creyentes:

“…la oración se hace en nombre suyo, por Él y en Él, además de dirigirse también a Él”.

Nos recuerda además, este mismo escritor, que los primeros testimonios sobre este tema, insisten mucho sobre la necesidad de la plegaria, para recibir el auxilio de Dios <origen de todo poder divino>:
“Se destaca así la actitud de confianza absoluta en la plegaria. Se busca y promueve la oración continua; y se subraya la estrecha relación entre la oración y la penitencia, y de ambas con la remisión de los pecados” (Ibid)


En la actualidad, se debe seguir haciendo hincapié, en todas estas <virtudes> de la oración y aún más, pues como nuestro Papa Benedicto XVI, nos ha dicho en su Encíclica “Caritas in Veritate”:
“El desarrollo necesita cristianos con los brazos abiertos hacia Dios en oración”


El “Padrenuestro”, es la oración fundamental de la Iglesia, pues como nos dice así mismo, el Papa Benedicto XVI, en su libro “Jesús de Nazaret” (Primera parte), cuando lo rezamos:
"Se cumple en nosotros la promesa de Jesús respecto a los verdaderos adoradores, a los que adoran al Padre <en espíritu de verdad> (Jn 4,23). Cristo que es la Verdad nos ha dado estas palabras y en ellas nos da el Espíritu Santo”

Por otra parte, también según el Santo Padre, es  significativo el hecho de que el evangelista San Lucas, relacione la oración del Padrenuestro con la oración personal de Jesucristo y de aquí que resulte esencial escuchar y entender lo que Jesús dice en la misma.

Debemos, según nos dice el Papa, intentar descubrir realmente, a lo largo de esta oración, los pensamientos de Jesús, es decir, lo que nos quería transmitir a través del Padrenuestro, teniendo en cuenta además que es una plegaria personal del Hijo con el Padre (Lc 11, 1-4):

-Y sucedió que estando El en cierto lugar orando, como hubo acabado, le dijo uno de sus discípulos:

-Señor, enséñanos a orar, lo mismo que Juan enseñó a sus discípulos.

-Díjoles: Cuando os pongáis a orar, decid: <Padre, sea santificado tu nombre; venga tu reino;

-el pan de nuestra subsistencia dánoslo cada día;

-y perdónanos nuestros pecados, porque también nosotros perdonamos a todo el que nos debe; y no nos metas en la tentación>


Entre las peticiones que el hombre hace al rezar el Padrenuestro tenemos en primer lugar la siguiente:
<Sea santificado tu nombre>

Que nos recuerda, según el Papa Benedicto XVI (Ibid), el segundo mandamiento de la ley de Dios:

                                                 <No pronunciarás el nombre del Señor, en falso>

La segunda petición del Padrenuestro es:
<Venga tu reino>

Y con ella recocemos  la primacía de Dios, pues como nos dice el Papa Benedicto XVI (Ibid):
<Donde Él no está, nada puede ser bueno. Donde no se ve a Dios, el hombre decrece y decrece también el mundo>

<Con la petición <Venga tu reino> (¡no el nuestro!), el Señor nos quiere llevar precisamente a este modo de orar y establecer las prioridades de nuestro obrar>
<El Reino de Dios llega a través del que escucha. Ese es su camino. Y por eso nosotros hemos de rezar siempre>

 

Todas las peticiones del Padrenuestro son importantísimas, pero quizás la que supera a todas, es la última:
<No nos metas en tentación>, o lo que es lo mismo, <No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal >
ya que el maligno siempre está al acecho y el hombre, pide ayuda urgente, con esta plegaria al Padre, porque desea ser redimido por Él, de ese Mal que le acecha a cada paso, a lo  largo de su vida.

Jesús sabía, que el hombre necesitaba apoyarse en la oración, para contrarrestar la acción del maligno, pues aunque espiritualmente, muchas veces, se encuentre dispuesto a asumir las dificultades del día a día, la carne le lleva por los derroteros del mal, para su desgracia, y es por ello que Jesucristo con su vida en oración nos quiere dar el ejemplo a seguir.

A tal propósito, recordemos con cuanta humildad se dirige Jesús al Padre del cielo, para pedirle por los <suyos>, por aquellos que Él le había dado, para que continuaran su labor evangelizadora, después de su Pasión, Muerte y Resurrección (Jn 17, 6-10):
Manifesté tu nombre a los hombres que  me distes del mundo, tuyos eran, y tú me los distes; y tu palabra han guardado. Ahora han conocido que todo cuanto me has dado de ti viene;

-pues las palabras que me confiaste, yo las he comunicado a ellos, y ellos las recibieron, y conocieron verdaderamente que de ti salí, y creyeron que tú me enviaste.
-Por ellos yo ruego: no ruego por el mundo, sino por aquellos que me has encomendado, pues tuyos son…
 
 

 
Esta oración sacerdotal, pudo ser realizada por el Señor, antes de encaminarse con sus Apóstoles hacía el huerto de Getsemaní, donde había de producirse su apresamiento, por la traición de Judas Iscariote.
Se trata de un ejemplo maravilloso de amor y de humildad, que nos da Jesús con una oración que viene de Dios y va hacia Dios…

Pero nosotros los hombres, podriamos preguntarnos, cuando rezamos: ¿De dónde viene la oración?
la respuesta la podemos encontrar en el Catecismo de la Iglesia Católica:
“La oración es una relación de Alianza entre Dios y el hombre en Cristo…Es acción de Dios y del hombre; brota del Espíritu Santo, dirigida por completo al Padre; en unión con la voluntad humana del Hijo de Dios hecho hombre”

Esta definición del Catecismo está en total concordancia con la <oración testamental de Jesucristo> En ella Jesús proclama su tarea reveladora del Padre; le glorifica, manifiesta su nombre, le da su palabra, es en definitiva el enviado del Padre, al que retorna una vez que ha cumplido su misión, en perfecta unión con Él.

 

El Señor como hombre nacido en el pueblo de Israel, rezaba muchas veces con el Salterio,  el libro por excelencia para orar desde la antigüedad. Todos los Salmos del Antiguo Testamento son excelentes para sobrellevar las dificultades de la vida del ser humano, que ha cambiado poco a lo largo de los siglos, desde el punto de vista, de la presencia del demonio y sus consecuencias.
Entre los mismos, en primer lugar, recordaremos el Salmo 2 del rey David, tantas veces recitado por el pueblo de Israel con ocasión de grandes desgracias o alegrías, como sucedió cuando  los Apóstoles, Pedro y Juan, se libraron de la cárcel, donde injustamente los mantenían los sanhedritas (Hechos de los Apóstoles 4, 23-31 ):

-Puestos en libertad (los dos apóstoles), se fueron a los suyos y les refirieron todo cuanto los sumos sacerdotes y los ancianos les habían hecho.
-Ellos, como lo oyeron, movidos de un mismo sentimiento, elevaron la voz hacia Dios y dijeron: <Señor, tú eres el Dios que hizo el cielo,  la tierra y la mar y todo cuanto existe en ellos>

-el que por el Espíritu Santo por boca de nuestro padre David, tu siervo, dijo

¿Por qué se embravecieron las naciones y los pueblos tramaron vanidades?

-Acudieron los reyes de la tierra, y los jefes juntáronse en un haz, en contra del Señor y en contra de su Ungido

En esta plegaria espontánea, de la primitiva iglesia de Cristo, se puede apreciar, en primer lugar, la seguridad absoluta de sus miembros en la inspiración divina de las Sagradas Escrituras, al asegurar, que David fue el instrumento del Espíritu Santo, para crear tan hermosa oración; y en segundo lugar, se pone de manifiesto, el significado profundo que la misma tenía para los seguidores de Cristo, al igual que la tuvo en su tiempo para el antiguo pueblo de Israel; ya que este Salmo y otros muchos, como por ejemplo, el 15(16), el 21(22), el 44(45), el 105(106) y el 136, son llamados <Salmos reales> y tienen carácter <mesiánico>, porque proféticamente anuncian la llegada del Mesías.

Aunque los <Salmos regios>, desde el aspecto estrictamente literario, según algunos autores, no tengan necesidad de interpretarse en el sentido <mesiánico>, lo cierto es que la Iglesia de Cristo y en particular los Santos Padres y lo que es más importante, nuestro Señor Jesucristo, le han dado éste carácter, justificable sin duda, por la realidad de los hechos acaecidos y profetizados por ellos.

Por otra parte, el Salmo 2 puede considerarse el <Salmo mesiánico>, por excelencia, porque nos habla del <Ungido>, en referencia al Hijo del hombre, que había de venir, lo cual se cumplió en la persona de Jesús, que fue perseguido y humillado por los hombres <malvados> y ensalzado y Resucitado por el Padre, en beneficio de toda la humanidad. Así mismo el Salmo 2, es uno de los más nombrados en la Santa Biblia ya que lo que nos viene a decir es que:

 


                                               “El Mesías, es el Rey de Sión y de toda la tierra”

Cuestión comprobada a lo largo de toda la historia de la Iglesia de Cristo, pues como profetiza el Salmo a pesar de los constantes ataques de los hombres <malvados> al Señor y su Ungido, en el pasado, y también en la actualidad, la Iglesia ha permanecido <firme en la fe> y perseverante por encima del mal, y así será hasta el fin de los siglos...

El Salterio (Tehil-lim) está constituido por 150 Salmos que por sus argumentos y contenidos presentan una gran variedad de estilos, por lo que se hace difícil clasificarlos adecuadamente, de una forma definitiva. De cualquier manera, no sólo representa el ejemplo más expresivo de la lírica del pueblo judío, además de la obra religiosa de carácter poético más perfecta y acabada, sino que constituye sobre todo el mejor libro de oraciones, que los hombres han utilizado en todos los tiempos,  para hablar con Dios, en todas las situaciones de sus vidas, pues el ser humano debe confiar siempre en el Señor que castiga el mal y perdona a los <humildes de corazón>.
El Papa Juan Pablo II quiso restablecer la utilidad del Salterio para realizar la <oración oral>, que bien hecha, es un medio ideal para relacionarnos con el Señor ,y decidió, llevar a cabo una serie de catequesis, para mostrar a los fieles la riqueza de los Salmos en oración:

“En la carta apostólica <Novo millennio ineunte> he manifestado mi deseo de que la Iglesia se caracterice cada vez más por el arte de la oración, aprendiéndola siempre de manera renovada de los labios del Divino Maestro. Este compromiso debe ser vivido especialmente en la Liturgia, fuente y culmen de la vida eclesiástica. En esta línea es importante prestar una mayor atención pastoral a la promoción de la <Liturgia de las Horas>, como oración de todo el Pueblo de Dios.
De hecho, si bien los sacerdotes y los religiosos tienen un preciso deber de celebrarla, se propone también vivamente a los laicos. Este fue el objetivo que se planteó hace ya 30 años, mi venerado predecesor, Pablo VI, con la constitución <Laudis canticum> en la que determinaba el modelo vigente de esta oración, con el deseo de que los Salmos y los Cánticos, que dan ritmo a la <Liturgia de las Horas>, fueran comprendidos <con amor renovado por el Pueblo de Dios>”
 

 
Juan Pablo II, cumplió con creces este propósito, con el análisis profundo de los siguientes salmos, entre otros:

Salmo 5 (Oración matutina), Salmo 8 (Gloria del Creador y dignidad del hombre), Salmo 10 (   No te olvides de los hombres), Salmo 18(17) (Himno a Dios creador), Salmo 20(19) (Acción de gracias por la victoria del Rey-Mesías)…, Salmo 140(139) (Oración en el peligro), Salmo 141(140) (Tu eres mi refugio) etc.

Por su parte, el Papa Benedicto XVI ha querido seguir con esta labor iniciada por su predecesor en la Silla Papal, dispensándonos también, con el beneficio de sus enseñanzas sobre el Salterio, y hasta la fecha, ha comentado un gran número de ellos, entre los que cabe destacar los siguientes:

Salmo 120(119) (El guardián de Israel), Salmo 122(121) (El Señor, esperanza del pueblo), Salmo 125(124) (Dios, alegría y esperanza nuestra), Salmo 126(125) (El esfuerzo humano es inútil sin Dios), Salmo 135(134) (Himno pascual)…, Salmo 137(136) (Himno de acción de gracias), Salmo 138(137) (Dios lo ve todo) etc.


Ambos Papas han coincidido, al menos en dos ocasiones en sus catequesis sobre los Salmos, y así nos encontramos, por ejemplo, que los Salmos 134 y 143, han sido comentados y analizados en profundidad por ellos, pero antes de recordar brevemente algunas de las ideas desarrolladas por los Santos Padres en los mimo, es necesario tener en cuenta las palabras de Juan Pablo II, sobre la comprensión de éstos (Audiencia General del miércoles 28 marzo de 2001):

“Podríamos introducirnos en la comprensión de los Salmos a través de diferentes caminos...Nuestra lectura buscará sobre todo hacer emerger el significado religioso de los Salmos, mostrando cómo, a pesar de estar escritos hace muchos años para creyentes judíos, pueden ser asumidos en la oración  de los discípulos de Cristo…De hecho, Jesús resucitado se aplicó a sí mismo los Salmos, cuando dijo a sus discípulos:
<Es necesario que se cumpla todo lo que está escrito en la ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos acerca de mí >(Lc  24, 44).

Los Padres añaden que los Salmos se dirigen a Cristo e incluso que es el mismo Cristo quién habla en ellos. Al decir esto, no pensaban sólo en la persona individual de Jesús sino en el <Christus totus>, el Cristo total, formado por Cristo cabeza y por sus miembros…El libro del Salterio sigue siendo, la fuente ideal de oración cristiana, y en él seguirá inspirándose la Iglesia en el nuevo milenio”

La primera parte del Salmo 143, fue comentado por el Papa Juan Pablo II en su Audiencia General del miércoles día 21 de mayo de 2003, y tres años después, en la Audiencia General del miércoles 11 de enero de 2006, el Papa Benedicto XVI, también dedicó su catequesis a este Salmo que dice así:                                                    

                            -Bendito sea Yahveh, la Roca mía,

                             que  mis manos enseña a la batalla

                             (y dispone) mis dedos a la guerra;

                             -misericordia mía, alcázar mío,

                              mi fortaleza, y quien del mal me libra,

                              mi pavés, el lugar de mi refugio,

                              el que los pueblos rinde a mi dominio

                              -¿Qué es el hombre, Yahveh, que de él te cuidas;

                               el hijo del hombre, para que en él pienses?

                              -Semeja el hombre al soplo de las auras;

                               sus días son sombras cual se pasan

                              -Yahveh, inclina los cielos y desciende;

                               toca los montes y exhalarán humo;

                               …..



Para el Papa Juan Pablo II, esta plegaria tiene las características de un Salmo real, entretejido con otros textos bíblicos, para dar vida a una nueva composición de oración, y quien habla, en primera persona es el mismo rey davinico, reconociendo el origen divino de sus éxitos, (Audiencia General, 21 de mayo de 2003):

“El Señor es presentado con imagines marciales, según la antigua tradición simbólica. En efecto, aparece como un instructor militar, un alcázar inexpugnable, un escudo protector, un triunfador. De esta forma se quiere exaltar la personalidad de Dios, que se compromete contra el mal de la historia: no es un poder oscuro o una especie de hado, ni un soberano impasible e indiferente respecto a las vicisitudes humanas. Las citas y el tono de esta celebración divina guardan relación con el himno de David que se conserva en el Salmo 17 y en el capítulo 22 del segundo libro de Samuel…

 Sólo con el apoyo de Dios podemos superar los peligros y las dificultades que encontramos diariamente en nuestra vida, sólo contando con la ayuda del cielo podremos esforzarnos por caminar, <como el antiguo rey de Israel>, hacia la liberación de toda opresión”

Termina el Papa Juan Pablo II su catequesis, recordando las palabras del sacerdote, asceta y Padre de la Iglesia, Juan Casiano, venerado por la Iglesia como santo, nacido en la actual Dobruja en Rumania, entre los años 360 - 365, y que murió en Marsella(Francia) en el año 435, (Audiencia General de Juan Pablo II anteriormente mencionada):

“Concluyamos, entonces, con una consideración que nos sugiere San Juan Casiano…En su obra (La encarnación del Señor), tomando como punto de partida el versículo 5 de nuestro Salmo <Señor, inclina tu cielo y desciende>, ve en estas palabras la esperanza del ingreso de Cristo en el mundo”

 

Por su parte, Benedicto XVI, también considera que este Salmo real tiene carácter mesiánico, (Audiencia General, 11 de enero  de 2006):

“El himno comienza con una bendición, es decir, con una exclamación de alabanza dirigida al Señor, celebrado con una pequeña letanía de títulos salvíficos: es la roca segura y estable, es la gracia amorosa, es el alcázar protegido, el refugio defensivo, la liberación, el escudo que mantiene alejado todo asalto del mal. También se utiliza la imagen marcial de Dios que adiestra a los fieles para la lucha a fin de que sepan afrontar las hostilidades del ambiente, las fuerzas oscuras del mundo”

Recuerda Benedicto XVI, al gran teólogo y Padre de la Iglesia griega, Orígenes (Siglo III), en su análisis de este mismo Salmo (Audiencia de 11 de enero de de 2006):

“Volvamos a Orígenes, que dice: No podrás salvar esta miseria que es el hombre, si tú mismo no la tomas sobre ti <Señor, inclina tu cielo y desciende>…

Has descendido, has abajado el cielo y has extendido tu mano desde lo alto, y te has dignado tomar sobre ti la carne del hombre, y muchos han creído en ti. Para nosotros, los cristianos, Dios ya no es, como en la filosofía anterior al cristianismo, una hipótesis, sino una realidad, porque Dios <ha inclinado su cielo y ha descendido>

 El cielo es Él mismo y ha descendido en medio de nosotros. Con razón Orígenes ve en la parábola de la oveja perdida, a la que el pastor toma sobre sus hombros, la parábola de la Encarnación de Dios. Sí, en la Encarnación él descendió y tomó sobre sus hombros nuestra carne, a nosotros mismos”

 La primera parte del Salmo 134, fue comentada por el Papa Juan Pablo II, en su Audiencia General del miércoles 9 de abril de 2003, y dos años después, en la Audiencia General del miércoles 28 de septiembre de 2005, el Papa Benedicto XVI, trató también sobre éste Salmo en su catequesis.

El Salmo 134(Primera parte), dice así:

                           -¡Aleluya! Alabad a Yahveh su (santo) nombre,

                           alabadle los siervos de Yahveh,

                           -los que estáis del Señor en la morada,

                           en los atrios del templo de Dios nuestro.

                           -Alabad a Yahveh, porque es benigno;

                           su nombre salmead, porque es amable,

                           -porque a Jacob tiene Yahveh elegido,

                           porque eligió a Israel por su peculio

                           Esto sé bien: que es Yahveh grande, y antes

                           el Señor nuestro que todos otros dioses.

                           -Lo que quiera Yahveh en la tierra y cielos

                           hace en el mar y en todos los abismos

                           Nubes alza de fines de la tierra;

                           desata los relámpagos en lluvia;

                           saca los vientos de sus receptáculos….

                           -Yahveh, tu nombre dura eternamente;

                           tu memoria de edades en edades.

                           -Porque Yahveh defensa es de su pueblo,

                           y con sus siervos muéstrose propicio

 


El Papa Juan Pablo II, consideró que este Salmo era el “gran Hallel”, es decir, la alabanza solemne y festiva que es preciso elevar al Señor con ocasión de la Pascua (Audiencia General de 9 de abril de 2003):

“Al inicio nos encontramos con la característica invitación a la alabanza, un elemento típico de los himnos dirigidos al Señor en el Salterio. La invitación a cantar el aleluya se dirige a los <siervos del Señor>, que en el origen hebreo se presentan <erguidos>en el recinto Sagrado del Templo, es decir, en el actitud de la oración.

Participan en la alabanza ante todo los ministros del culto, sacerdotes y levitas, que viven y actúan <en los atrios  de la casa de nuestro Dios>. Sin embargo, a estos <siervos del Señor>se asocian idealmente todos los fieles. En efecto, inmediatamente después se hace mención de la elección de todo el pueblo de Israel para ser aliado y testigo del amor del Señor:<Él se escogió a Jacob…>. Desde  esta perspectiva se celebran dos cualidades fundamentales de Dios: es <bueno> y es <amable>. El vínculo que existe entre nosotros y el Señor está marcado por el amor, por la intimidad y por la adhesión gozosa.

Finaliza el Santo Padre, su catequesis, recordando a su vez la catequesis del Papa del siglo I, San Clemente Romano, tercer sucesor de Pedro (cuarto Papa), que murió mártir en el año 87, bajo el reinado del emperador Trajano, sobre éste el Salmo 134 (Carta a los Corintios):

“Fijemos nuestra mirada en el Padre y Creador de todo el Universo y adhirámonos a los magníficos y sobrenaturales dones y beneficios de su paz. Mirémosle con nuestra mente y contemplemos con ojos del alma su magnífico designio…

Consideremos cuan blandamente se porta con toda la creación. Los cielos, movidos por su disposición, le están sometidos en paz. El día y la noche recorren la carrera por él ordenada, sin que mutuamente se impidan…

Todas estas cosas ordenó el grande Artífice y Soberano de todo el Universo que se mantuvieran en paz y concordancia, derramando sobre todas sus beneficios, y más copiosamente sobre nosotros, que nos hemos refugiado en su misericordia por medio de nuestro Señor Jesucristo. A él sea la gloria y la grandeza por la eternidad, Amén”.

Por su parte, el Papa Benedicto XVI, inicia su catequesis sobre el Salmo 134, con las palabras siguiente:

“Se presenta ahora ante nosotros la primera parte del Salmo 134, un himno de índole litúrgica,  entretejida, de alusiones, reminiscencias y referencias a otros textos bíblicos. En efecto, la liturgia compone a menudo sus textos tomando del gran patrimonio de la Biblia un rico repertorio de temas y de oraciones, que sostienen el camino de los fieles.

Sigamos la trama orante de esta primera sección, que se abre con una amplia y apasionada invitación a alabar al Señor. El llamamiento se dirige a los  <siervos del Señor que estáis en la casa de nuestro Dios>.

Por tanto, estamos en clima vivo del culto que se desarrolla en el templo, el lugar privilegiado y y comunitario de oración. Allí de modo eficaz la presencia de <nuestro Dios>, un Dios <bueno> y <amable>, el Dios de la elección y de la alianza...”


También Benedicto XVI, recuerda la <Carta a los Corintios> del Papa San Clemente Romano que decía así:

“Oh Señor, muestra tu rostro sobre nosotros para bien en la paz, para ser protegidos por tu poderosa mano, y líbrenos de todo pecado tu brazo excelso y de todos cuantos nos aborrecen sin motivos. Danos concordancia y paz a nosotros y a todos los que habitan sobre la tierra, como se la diste a nuestros padres que te invocaron santamente en fe y verdad…”

Después de este recuerdo del mensaje del Papa San Clemente, Benedicto XVI hace el siguiente comentario en la Audiencia General, mencionada anteriormente:

“Si, esta oración de un Papa del primer siglo la podemos rezar también nosotros, en nuestro tiempo, como nuestra oración el día de hoy: Oh Señor, haz resplandecer tu rostro, para el bien de la paz. Concédenos en estos tiempos concordia y paz a nosotros y a todos los habitantes de la tierra, por Jesucristo, que reina de generación en generación y por los siglos de los siglos. Amén”.

Han pasado ya seis años desde que nuestro actual Papa, pronunció estas palabras, y la paz no llega a la faz de la tierra, más aún, en los últimos tiempos, parecen empeñados los hombres en que no se cumplan los deseos de Dios, que en definitiva no son otros que <nos amemos unos a otros como él nos ha amado>. No obstante, no debemos desesperar, porque Dios sigue protegiendo a la humanidad, debemos tener la esperanza de que al final, el bien, derrotará al mal, y por eso  recordaremos el mensaje de  Fr. Justo Pérez de Urbel :

“La divina energía de la paz, de la alegría, flota a través de este mundo, como flota el aire que respiramos, aunque son muchos los que no quieren aprovecharse de ello, poniendo el acto de nuestra voluntad, que es necesario para apropiárnoslas, es decir la oración”

Los Salmos son oraciones maravillosas para estos tiempos, que nos pueden servir para aprovecharnos de esos beneficios que flotan en el aire, como nos indica el Rmo. P. Fr. Justo Pérez de Urbel (Misal y Devocionario del hombre católico), porque como nos recuerda nuestro Papa Benedicto XVI, en su libro Jesús de Nazaret (segunda parte):

“En estos Salmos la historia pasada se convierte siempre en momento presente. La acción de gracias por la liberación es al mismo tiempo un grito de socorro en medio de las pruebas y las amenazas siempre nuevas…”

Sí, pues como sigue diciéndonos Fr.Justo, Nuestro Señor Jesucristo:

“Al abandonar nuestra tierra, nos dejó esa <arma divina>, esa <fuerza omnipotente>, esa <fuente de alegría> que se llama la oración, soplo celeste que renueva las esperanzas del alma, como el incienso aviva la llama. Restauremos los bellos usos de nuestros padres, que rezaban por la mañana y la noche, cuando la campana les invitaba a hablar con Dios, cuando empezaban el trabajo y al tomar el alimento diario. La oración era el descanso de sus fatigas y el orgullo de su trabajo; y cuando llegaba el domingo se acercaban alegres a su Dios con el traje de fiesta y el alma iluminada también con blancuras de honradez y de alegría...”

Honradez y alegría es lo que necesitan ciertos países de este viejo Continente, que se burlan de las cosas de Dios, que piensan que todas estas cosas, son cosas trasnochadas, del pasado que nada tiene que ver con la Ciencia y la Tecnología, que el hombre ha desarrollado en los últimos siglos, y que le han hecho creerse todopoderoso, pero no, se olvidan de que deben pagar por sus pecados, todos tenemos que dar cuenta de ellos, cuando llegue nuestra hora, y eso no hay Ciencia en este mundo que lo pueda evitar. Tengamos, sin embargo, esperanzas en el futuro de la Iglesia, que se renueva cada día con el aporte de la sabía nueva de otros países más jóvenes, que han llegado, más tarde, a la fe en Jesucristo y que en un futuro, tendrán en sus manos la evangelización, nueva y siempre actual, de estos países ahora tan alejados del Señor. Todos podemos ayudar para que esto suceda, con esa <arma divina de la oración> que podemos realizar, siempre, en cualquier lugar en que nos encontremos, oralmente o mentalmente, como sea posible en cada caso, pero no dejemos de acudir a la Casa de Dios, porque el Templo es, como dice nuestro Papa Benedicto, el <lugar privilegiado y comunitario de oración>, para los creyentes.

Tengamos en cuenta, que aunque como dice el Catecismo de la Iglesia Católica <Cristo es el verdadero templo de Dios>, los hombres necesitan lugares para orar y  donde de forma conjunta con otros creyentes puedan celebrar la liturgia (Catecismo de la Iglesia Católica.  Compendio, 245):

“Los edificios sagrados son las casa de Dios, símbolo de la Iglesia que vive en aquel lugar e imagen de la morada celestial. Son lugares de Oración, en los que la Iglesia celebra sobretodo la Eucaristía y adora a Cristo realmente presente en el tabernáculo”

Ya, en el Antiguo Testamento, se nos narra el solemne juramento que pronunció el rey David, al Señor, asegurándole que no descansaría en paz, hasta conseguir para ÉL, una morada digna, y aunque fue el rey Salomón el que por fin logró esta dicha (Templo de Jerusalén), no deja de ser significativa dicha promesa, que nos demuestra la importancia de los edificios sagrados que los hombres, a lo largo de los siglos, ha construido para orar y dar culto a Dios.

El Salmo 131(primera parte), dice así:

                          -No entraré en el pabellón de mi casa, ni al lecho- de

                           mi estrado yo subiré,

                           -ni a mis ojos- sueño (reparador) he dar, ni a mis

                           parpados-ninguna diversión,

                           -hasta que pueda hallar-lugar para el Señor, y algún

                           -albergue-al “Fuerte de Jacob”.




Nuestro Papa Benedicto XVI, en su Audiencia General del miércoles 14 de septiembre de 2005, recordando este juramento del rey David, nos dice lo siguiente:

“…se dice que, una vez superado el duro contraste que tuvo con su predecesor el rey Saúl, juró al Señor e hizo voto al <Fuerte de Jacob>.

El contenido de este compromiso solemne, es claro: el soberano no pisará el palacio real de Jerusalén, no irá tranquilo a descansar, si antes no ha encontrado una morada para el arca del Señor.
Y esto es muy importante, porque demuestra que en el centro de la vida social de una ciudad, de una comunidad, de un pueblo, debe estar una presencia que evoca el misterio de Dios trascendente, precisamente un espacio para Dios, una morada para Dios. El hombre no puede caminar bien sin Dios, debe caminar juntamente con Dios en la historia, y el templo, la morada de Dios, tiene la misión de indicar de modo visible esta comunión, este dejarse guiar por Dios”