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jueves, 3 de septiembre de 2020

SAN GREGORIO MAGNO GRAN TEOLOGO Y EVANGELIZADOR DE LA IGLESIA



 
Se ha escrito mucho sobre esta figura eminente y fundamental de la iglesia católica,  recordaremos ahora lo que dijo de él, Benedicto XVI concretamente, durante su audiencia general del 28 de mayo de 2008:

“Reconociendo en cuanto había sucedido, la voluntad de Dios, el nuevo Pontífice se puso inmediatamente al trabajo con empeño. Desde el principio reveló una visión singularmente lúcida de la realidad con la que debía medirse, una extraordinaria capacidad de trabajo al afrontar los asuntos tanto eclesiales como civiles, un constante equilibrio en las decisiones, también valientes, que su misión le imponían.

 
 
 
Se conserva de su gobierno una amplia documentación gracias al Registro de sus cartas (aproximadamente ochocientas), en las que se refleja el afrontamiento diario de los complejos interrogantes que llegaban a su mesa. Eran cuestiones que procedían, de los Obispos, de los abades, de los clérigos, y también de las autoridades civiles de todo orden y grado. Entre los problemas que afligían en aquel tiempo a Italia y Roma había uno de particular relevancia en el ámbito civil como eclesial: la cuestión lombarda. A ella dedicó el Papa toda energía posible con vistas a una solución verdaderamente pacificadora.


A diferencia del emperador bizantino, que partía del presupuesto de que los lombardos eran sólo individuos burdos y depredadores a quienes había que derrotar o exterminar, san Gregorio veía a esta gente con los ojos del buen pastor, preocupado de anunciarles la palabra de salvación, estableciendo con ellos relaciones de fraternidad orientadas a una futura paz fundada en el respeto recíproco y en la serena convivencia entre italianos, imperiales y lombardos.
Se preocupó también, de la conversión de los jóvenes pueblos y de la nueva organización civil de Europa: los visigodos de España, los francos, los sajones, los inmigrantes  en Bretaña y los lombardos fueron los destinatarios privilegiados de su misión evangelizadora”


 
 
 
En el idioma griego, <Gregorio> significa vigilante, y en verdad que hizo honor a su nombre, tal como, nos ha explicado en su magnífica catequesis el Papa Benedicto XVI. Había nacido en Roma en el año 540  en el seno de  una familia acomodada pero particularmente cristiana, (sus padres son santos  y algunas de sus tías también) y estudió derecho, siendo nombrado Prefecto de la urbe en el año 573, pero su espíritu volaba hacia otros derroteros y pronto sufrió una transformación espiritual tan intensa que le llevó a retirarse de la política para abrazar la vida monástica, fundando un monasterio en su propia casa bajo la advocación de san Andrés.

 
Posteriormente, en años sucesivos creó otra serie de monasterios en algunas de sus posesiones en la isla de Sicilia, tomando como carisma, en todos ellos, la regla de san Benito. A la muerte del Papa Pelagio II, san Gregorio fue proclamado su sucesor, pasando a ocuparse con ardor, como hemos recordado por boca del Papa Benedicto XVI, de todos los asuntos que por su cargo, Cristo le había encomendado.

 
 
 
 
Se puede decir que durante todo su Pontificado, este Papa, realizó una labor apostólica extraordinaria, y así por ejemplo, envió al monje benedictino Agustín de Canterbury junto con otros cuarenta monjes, en el año 597 a evangelizar Inglaterra, que aunque ya había sido evangelizada con anterioridad, desde el siglo V se encontraba en graves dificultades debido a las invasiones de anglos y sajones, paganos.

 
San Agustín de Canterbury, tras una dura lucha contra el paganismo reinante, consiguió la conversión del rey Ethelberto de Kent  y a partir de este momento sus súbditos siguieron, en gran mayoría, su ejemplo. Canterbury fue  precisamente el lugar elegido finalmente por este santo varón, para fijar su residencia, donde con ayuda real comenzó la construcción de la Iglesia que sería después la Catedral de Canterbury. Pues bien, san Agustín siempre tuvo el apoyo incondicional del Papa San Gregorio, el cual le envió a dos sacerdotes para que le ayudaran en su intensa labor evangelizadora, estos fueron Melitón que llegó a ser el primer Obispo de Londres y Justo que fue el primer Obispo de Rochester.

 
Por otra parte, la  obra evangelizadora del Papa San Gregorio,  quedó reflejada también en sus escritos, entre los que cabe destacar además de su extensa obra epistolar, anteriormente mencionada, otros muchos trabajos de carácter exegético (Benedicto XVI; Audiencia del 4 de junio de 2008):
 
 
 
 
 
“Además de su conspicuo epistolario, nos dejó sobre todo escritos de carácter exegético, entre los que se distinguen el Comentario moral  a Job, las Homilías sobre Ezequiel y las Homilías sobre los Evangelios. Asimismo existe una importante obra de carácter hagiográfico, <Diálogos>, escrita por san Gregorio para edificación de la reina lombarda Teodolinda. Sin embargo, su obra principal y más conocida es sin duda la <Regla pastoral>, que este Papa redactó al comienzo de su Pontificado con finalidad claramente programática”

 
En cuanto a las enseñanzas teológicas de san Gregorio, el Papa Benedicto sigue diciendo (Ibid): “Haciendo un rápido repaso de estas obras observamos, ante todo, que en sus escritos Gregorio jamás se muestra preocupado por trazar una doctrina “suya”, una originalidad  propia. Más bien intenta hacerse eco de la enseñanza tradicional de la Iglesia, quiere sencillamente ser la boca de Cristo y de su Iglesia, en el camino que se debe recorrer para llegar a Dios”

 
Como se puede comprobar a través de las obras anteriormente mencionadas de este Papa santo, así como por otras quizás menos conocidas, por ejemplo, el <Sacramentario> y el <Antifonario>, fue uno de los Pontífices más grandes de la Iglesia,  preocupado siempre tanto por los grandes asuntos como por los pequeños de la Iglesia de Cristo.


 Murió a una edad en la que todavía podría haber seguido haciendo grandes cosas por la Iglesia, sesenta y cuatro años, pero su ejemplo ha dado y sigue dando a la Iglesia un gran impulso evangelizador…Para que la labor evangelizadora realizada por san Gregorio Magno  sea ejemplo vivificador en la iglesia del siglo XXI, pidamos lo al Señor mediante la siguiente oración:

 
 
“Señor Dios, que cuidas a tu pueblo y lo gobiernas con amor, te pedimos que, por intercesión del Papa san Gregorio Magno, concedas el Espíritu de sabiduría a quienes has establecido como maestros y pastores de la Iglesia”

 

 

 

   

 

 

 

 

 

 

lunes, 31 de agosto de 2020

EL AUGUSTO SACRAMENTO DEL ALTAR: LA EUCARISTIA (4ª Parte)





Aquellas páginas han guiado en los siglos sucesivos tanto la teología como la catequesis, y aún hoy son punto de referencia dogmática para la continua renovación y crecimiento del pueblo de Dios en la fe y en el amor a la Eucaristía. Ya en tiempos más cercanos a nosotros, se han de mencionar tres Cartas Encíclicas: <Mirae Caritatis> de León XIII (28 de mayo de 1902), <Mediator Dei> de Pio XII (20 de noviembre de 1947) y la <Mysterium Fidei> de Pablo  VI (3 de septiembre de 1965).
El Concilio Vaticano II, aunque no ha publicado un documento específico sobre el Misterio Eucarístico, ha ilustrado también sus diversos aspectos a lo largo del conjunto de sus documentos, y en especial en la Constitución dogmática sobre la Iglesia <Lumen Gentium> y en la Constitución  sobre la sagrada Liturgia <Sacrosantum Concilium>”




Como consecuencia de ello, vio la luz la Instrucción <Redemptionis Sacramentum>, con ocasión de la solemnidad de la Anunciación del Señor, el 25 de marzo de 2004. Ya en la Introducción de este documento se menciona la importancia de la observancia de las normas promulgadas por la Iglesia sobre la Sagrada Liturgia y las profundas consideraciones sobre las que han sido basadas (Introducción Redemptionnis Sacramentum. Congregación para el Culto y la Disciplina de los Sacramentos. Roma 25 de marzo de 2004):

 
 
 
 
“La observancia de las normas que han sido promulgadas por la autoridad de la Iglesia exige que concuerden la mente y la voz, las acciones externas y la intención del corazón. La mera observancia externa de las normas, como resulta evidente, es contraria a la esencia de la Sagrada Liturgia, con la que Cristo quiere congregar a la Iglesia, y con ella <formar un solo cuerpo y un solo espíritu>. Por esto la acción externa debe estar iluminada por la fe y la caridad, que nos une con Cristo y los unos con los otros, y suscitan en nosotros la caridad hacia los pobres y necesitados.




Las palabras y los ritos litúrgicos son expresión fiel, madurada a lo largo de los siglos, de los sentimientos de Cristo y nos enseñan a tener los mismos sentimientos que Él; conformando nuestra mente con sus palabras, elevamos al Señor nuestro corazón. Cuanto se dice en esta Introducción, intenta conducir a esta conformación de nuestros sentimientos con los sentimientos  de Cristo, expresados en las palabras y ritos de la Liturgia”             




Por supuesto, la <Fracción del Pan> o Eucaristía, ha sido y sigue siendo el centro de la vida de la Iglesia, tal como también recordaba el Papa Juan Pablo II con motivo del <año de la Eucaristía>, correspondiente al periodo de tiempo <octubre 2004-octubre 2005>: “En ella se recibe a Jesucristo en persona, como <pan vivo que ha bajado del cielo> (Jn 6, 51), y con Él se nos da la prenda de la vida eterna, merced a la cual se pregusta el Banquete eterno en la Jerusalén celeste”


Sí, porque el hombre desea conseguir la felicidad, aunque casi nunca sabe cómo debe alcanzarla, absorto en los bienes terrenales, olvidado completamente de los bienes eternos. Pues bien, como nos aseguraba el Papa Juan Pablo II y tantos otros Pontífices de la Iglesia, el Banquete eterno en la Jerusalén celeste, solo se puede pregustar en el Santísimo Sacramento del Altar.
Así lo pone de manifiesto, por ejemplo, las bellas palabras del Papa León XIII, en su Carta Encíclica <Mirae Caritatis> Dada en Roma el 28 de mayo de 1902,  un Pontífice que vivió durante una época verdaderamente peligrosa para la humanidad, donde se fraguaron errores teológicos y hábitos ciertamente inmorales, los cuales aún hoy en día persisten, pero aumentados:


 
 
“Como quiera que esta que llamamos vida celestial y divina tiene manifiesta semejanza con la vida natural del hombre, así como ésta se sostiene y robustece con el alimento, así aquella conviene que tenga también un alimento o comida que la sustente y fortalezca. Oportuno es recordar aquí en que tiempo y forma Cristo movió y preparó el ánimo del hombre para que recibiese convenientemente y fructuosamente el <pan vivo> que había de darle…Para establecer en los espíritus el vigor y el fervor de la fe, nada más apropósito, que el misterio Eucarístico, llamado con toda propiedad <Misterio de Fe>; pues ciertamente, cuánto hay de admirable y singular en los milagros y obras sobrenaturales se contiene en éste: El Señor misericordioso hizo compendio de todas sus admirables obras, dio comida a los que acogen su palabra”

 
Recordemos que precisamente <Mysterium Fidei> (3 septiembre de 1965) es el título dado por el Papa Pablo VI , bastante años después de estas palabras de León XIII, a una Carta   por él escrita para tratar principalmente sobre  la doctrina y el culto de la Sagrada Eucaristía, con la clara intención de restaurar la Sagrada Liturgia, que por entonces había sufrido algunos malos entendidos, y de esta forma lograr <copiosos frutos de piedad eucarística>, como él mismo manifestaba en su Encíclica.

El Papa Pablo VI, muy comprometido con el Mensaje de Cristo, quiso también con esta misiva poner de manifiesto algunas denuncias a tal respecto, algunas de las cuales, quizás convendrían recordar en estos momentos:


 
 
“Sabemos ciertamente que entre los que hablan y escriben de este Sacrosanto Misterio, hay algunos que divulgan ciertas opiniones de las misas privadas, del Dogma de la Transustanciación y del culto eucarístico, que perturban las almas de los fieles, causándoles no poca confusión en las verdades de la fe, como si a cualquiera le fuera licito  olvidar la doctrina, una vez definida por la Iglesia, o interpretarla de modo que el genuino significado de la palabra o la reconocida fuerza de los conceptos, queden enervados (faltos de fuerza o argumentos)”

 
Entre las ideas peregrinas que en tiempos de este magnífico Pontífice, ocupaban las mentes de algunos, se encontraba la de que la Sagrada Hostia quedaba después de la celebración de la Misa, exenta de la presencia viva y real de Nuestro Señor Jesucristo. Cuestiones parecidas a estas en contra del Mensaje de Cristo se divulgaban por entonces entre  distintos miembros de la sociedad, contribuyendo con ello a una relajación en el culto de la Eucaristía.


El Papa Pablo VI, con esta Carta Encíclica, pretendía poner las ideas claras, aunque ya estaban clarísimas desde los primeros siglos entre las comunidades cristianas católicas, tal como los Padres de la Iglesia han enseñado, con respecto al Misterio de la Santísima Eucaristía (Ibid):

 
 
 
 
“Es lógico que al investigar este Misterio sigamos como una estrella el magisterio de la Iglesia, a la cual el Divino Redentor ha confiado la palabra de Dios, escrita o transmitida oralmente, para que la custodie y la interprete, convencidos de que aunque no se indague con la razón, aunque no se explique con la palabra, es verdad, sin embargo, lo que desde la antigua edad con fe católica veraz se predica y se cree en toda la Iglesia”

 

Recuerda el Papa Pablo VI, en su Encíclica, al gran doctor de la Iglesia San Agustín,  nacido  en Tagaste, en la provincia de Numidia, en el África romana, en el año 354; gran luchador contra  herejías de su época, tales como el montanismo, el donatismo, el pelagianismo o el arrianismo; San Agustín es, uno de los sabios de la Iglesia más prolijos, ya que escribió muchas obras y abarcó todos los ámbitos de pensamiento. A él se deben, por ejemplo, las siguientes palabras (De Civ. Dei 10, 23 PL 41, 300):
“Los filósofos escriben, hablan libremente, y en las cosas más difíciles de entender, no temen herir los oídos religiosos. Nosotros, en cambio, debemos hablar según una regla determinada, no sea que el abuso de las palabras engendre alguna opinión impía, aún sobre las cosas allí significadas”

 
 
 
Excelente y sensato consejo del Santo Doctor de la Iglesia que fue Obispo de Hipona (hoy Anaba, en la costa de Argelia) desde el año 396 hasta el año 430 en que murió, durante el asedio de los vándalos a dicha ciudad,  que debería ser un ejemplo a seguir por los hombres de todos los tiempos.



Dice Benedicto XVI en su Exhortación Apostólica <Sacramentum Caritatis> en el apartado dedicado a la <Celebración de la Eucaristía como obra del Christus Totus>, que el Padre más grande de la Iglesia latina, San Agustín, se expresaba en los términos siguientes:


 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

JESÚS DIJO (LIV): TRABAJOS PUBLICADOS EN MRM.MARUS


 

 
 
 
 
 
-EL ESPIRITU SANTO Y LA ESPERANZA CRISTIANA (30/Mayo/2020)

 

 

-EL DON DE LA ESPERANZA NOS SOSTIENE Y PROTEJE EN TIEMPOS DE CRISIS (1/Junio/2020)

 

 

-EL SACRAMENTODE LA EUCARISTIA EN LA VIDA CRISTIANA (5/Junio/2020)

 

 

-JESUS DIJO (XLIX): TRABAJOS PUBLICADOS EN MRM.MARUS (7/Junio/2020)

 

 

-LA FIESTA DEL SANTISIMO CORPUS CHRISTI: HOMENAJE A LA SAGRADA EUCARISTIA (10/Junio/2020)

 

 

-LA MULTIPLICACION DE LOS PANES Y DE LOS PECES (21/Junio/2020)

 

 

 

La Santa Biblia. Traducida de los textos originales en equipo bajo la dirección del Dr. Evaristo Martín Nieto. Editorial San Pablo (1988)

 

 

 

HECHOS DE LOS APÓSTOLES: PROPAGACIÓN DEL EVANGELIO FUERA DE JERUSALÉN

 

 

 PERSECUCIÓN  EN JERUSALÉN (8, 1-3):

 

“Aquel día se desencadenó una gran persecución contrala Iglesia de Jerusalén; y todos, excepto los apóstoles, se dispersaron por las regiones de Judea y Samaría / A Esteban lo enterraron unos hombres piadosos, e hicieron duelo por él / Saulo, por su parte, se ensañaba con la Iglesia, entraba en las casas, apresaba a hombres y mujeres, y los metía en la cárcel”

 

 

PREDICACIÓN DE FELIPE (8, 4-8):

 

“Los que tuvieron que salir huyendo fueron por todas partes anunciando la palabra / Felipe llegó a la ciudad de Samaría, y se puso a predicar a Cristo / La gente escuchaba con atención a Felipe, pues había oído hablar de los milagros que hacía y ahora los estaban viendo: / De muchos posesos salían los espíritus impuros dando grandes voces, y muchos paralíticos y cojos quedaban curados / La ciudad se llenó de alegría”

 

 

SIMÓN EL MAGO (8, 9-13):

 

“Hacía tiempo que venía practicando la magia en la ciudad un tal Simón que tenía asombrada a la gente de Samaría, diciendo que él era algo grande / Todos, desde el más chico al más grande, le seguían y decían: <Este es el poder mismo de Dios, el que llaman el grande> / Lo seguían porque durante bastante tiempo los había asombrado con magias / Pero cuando Felipe les habló del reino de Dios y de Jesucristo, hombres y mujeres creyeron en él y se bautizaron / El mismo Simón creyó y se bautizó; y ya no se apartaba de Felipe, viendo maravillado los prodigios y milagros insignes que hacía”

 

 

EL ESPÍRITU SANTO (8, 14-17):

 

“Los apóstoles que estaban en Jerusalén, al saber que Samaría había recibido la palabra de Dios, les enviaron a Pedro y a Juan; / llegaron y oraron por los samaritanos, para que recibieran el Espíritu Santo; / pues aún no había bajado sobre ninguno de ellos, y sólo habían recibido el bautismo en el nombre de Jesús, el Señor / Entonces les impusieron las manos, y recibieron el Espíritu Santo”

 

 

CONDENACIÓN DE LA SIMONÍA (8, 18-25):

 

“Simón, al ver que mediante la imposición de las manos de los apóstoles se confería el Espíritu Santo, les ofreció dinero, / diciendo: <Dadme también a mí ese poder, para al que le imponga las manos reciba el Espíritu Santo> / Pedro le dijo: <Al infierno tú y tu dinero, por haber creído que el don de Dios se compra con dinero / No tienes parte ni herencia en esto, porque tu corazón no es recto delante de Dios / Arrepiéntete de tu maldad y pide al Señor que te perdone, si es posible, el mal pensamiento que has tenido / pues veo que no tienes buenas intenciones y estas atrapado en los lazos de la iniquidad> / Simón respondió: <Pedid vosotros por mí al Señor para que no me suceda nada de lo que acabáis de decir> / ellos, después de haber dado testimonio y haber predicado la palabra del Señor, se volvieron a Jerusalén, evangelizando muchas aldeas de los samaritanos>

 

 

BAUTISMO DEL ETÍOPE (8, 26-40):

 

“El ángel del Señor dijo a Felipe: <Ponte en marcha hacia el sur, por el camino que va de Jerusalén a Gaza a través del desierto> / Y se puso en marcha. En esto un etíope eunuco, ministro de Candaces, reina de Etiopia, administrador de todos sus bienes, que había venido a Jerusalén, / regresaba y, sentado en su carro, leía al profeta Isaías / El Espíritu dijo a Felipe: <avanza y acércate a ese carro> / Felipe corrió, oyó que leía al profeta Isaías y dijo: <¿Entiendes lo que estás leyendo?> / Él respondió: <¿Cómo lo voy a entender si alguien no me lo explica?> Y rogó a Felipe que subiera y se sentara con él / el pasaje de la escritura que leía era éste: <Como cordero llevado al matadero, como ante sus esquiladores una oveja muda y sin abrir la boca / Por ser pobre, no le hicieron justicia. Nadie podrá hablar de su descendencia, pues fue arrancado de la tierra de los vivos> / El eunuco dijo a Felipe: <por favor, ¿De quién dice esto el profeta? ¿De él o de otro?> / Felipe tomó la palabra y comenzando por este pasaje de la escritura le anunció la buena nueva de Jesús / continuaron su camino y llegaron a un lugar donde había agua; el eunuco dijo: <Mira aquí hay agua;  ¿Qué impide que me bautice?> / y mandó detener el carro. Bajaron los dos al agua, Felipe y el eunuco, y lo bautizó / al salir del agua, el Espíritu del Señor arrebató a Felipe. El eunuco no lo vio más y continuó su camino muy contento / Felipe se encontró con que estaba en Azoto, y fue evangelizando todas las ciudades hasta llegar a Cesarea

 

 

CONVERSIÓN DE SAULO (9, 1-19)

 

“Saulo, por su parte, respirando aún amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó al sumo sacerdote / y le pidió cartas para las sinagogas de Damasco, con el fin de que si encontraba alguno que siguiera ese camino, hombres o mujeres, pudiera llevarlos presos a Jerusalén / En el camino, cerca ya de Damasco, de repente le envolvió un resplandor del cielo / cayó a tierra y oyó una voz que le decía: <Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?> / Él preguntó: < ¿Quién eres, Señor?> Y él: <Yo soy Jesús, a quién tú persigues / Levántate y entra en la ciudad; allí te dirán lo que debes hacer / Los que lo acompañaban se quedaron atónitos, oyendo la voz, pero sin ver a nadie / Saulo se levantó del suelo, y, aunque tenía los ojos abiertos, no veía nada; lo llevaron de la mano a Damasco / donde estuvo tres días sin ver y sin comer ni beber / Había en Damasco un discípulo llamado Ananías, a quien el Señor llamó en una visión: <¡Ananías! Y él respondió dijo: <Vete rápidamente a la casa de Judas, en la calle Recta, pregunta por un tal Saulo de Tarso, que está allí en oración / y ha tenido una visión: un hombre Ananías entraba y le imponía las manos para devolverle la vista> / Ananías respondió: <Señor, he oído mucho hablar de ese hombre y decir todo el mal a tus fieles en Jerusalén / Y está aquí con plenos poderes de los sumos sacerdotes para prender a todos los que te invocan> / El Señor le dijo: <Anda, que este es un instrumento que he elegido yo para llevar mi nombre a los paganos, a los reyes y a los israelitas / Yo le mostraré cuanto debe padecer por mí> / Ananías partió inmediatamente y entró en la casa, le impuso las manos y le dijo: <Saulo hermano mío, vengo de parte de Jesús, el Señor, el que se te apareció en el camino por el que venías, para que recobres la vista y quedes lleno del Espíritu Santo> / En el acto se le cayeron de los ojos como escamas, y recobró la vista; se levantó y fue bautizado / Comió y recobró fuerzas. Y se quedó unos días con los discípulos que había en Damasco”