*JESÚS MURIÓ REALMENTE EN LA CRUZ
PERO LUEGO RESUCITÓ (22/6/16)
*HASTA QUE VENGA EL HIJO DEL
HOMBRE (26/6/16)
*SATANAS ARTIFICE DE LA
MUERTE (4/7/16)
*JESÚS Y EL RETO DE LA
EVANGELIZACIÓN: SIGLO IX (3ª PARTE)
(10/7/16)
*LA IGLESIA CATOLICA Y EL
FEMINISMO (I) (18/7/16)
Santa Biblia (Traducida de los
textos originales en equipo bajo la dirección del Dr. Evaristo Martín Nieto.
Ed. San Pablo 1988)
SEGUNDO VIAJE DE PABLO
Bernabé se separa de Pablo.
Pasados unos días, Pablo dice a
Bernabé: “Volvamos a visitar a los hermanos por todas las ciudades en que
anunciamos la palabra del Señor, a ver cómo están”
Bernabé quería llevar también a
Juan Marcos. / Pablo, en cambio juzgaba que no debían llevar al que los había
dejado en Panfilia y no los había acompañado en la tarea / Discutieron entre
ellos, y terminaron por separarse el uno del otro. Bernabé tomó consigo a
Marcos, y embarcó hacia Chipre; / Pablo escogió a Silas y partió, después de
encomendarlo los hermanos a la gracia del Señor. / Recorrió Siria y Silicia,
confirmando en la fe a las Iglesias
Timoteo
Llegó a Derbe y luego a Listra,
donde había un discípulo llamado Timoteo, hijo de una judía creyente y de padre
griego / Los hermanos de Listra e Iconio hablaban muy bien de él / Pablo quiso
llevárselo con él, y lo circuncidó en consideración a los judíos que había en
aquellos lugares, pues todos sabían que su padre era griego. /Según iban
pasando por las ciudades, les comunicaban, para que los guardaran, los decretos
dados por los apóstoles y los presbíteros de Jerusalén. /Las Iglesias se
reafirmaban en la fe y aumentaban en número de día en día
Pablo llamado a Europa
Atravesaron Frigia y la región de
Galia, pues el Espíritu Santo les impidió anunciar la palabra en Asia /
llegaron a Misia e intentaron entrar en Bitinia, pero el espíritu de Jesús no
se lo permitió. / Cruzaron, pues, Misia, y bajaron a Trôade. / Durante la noche
Pablo tuvo una visión: un macedonio, puesto en pie, le suplicaba: ven a
Macedonia y ayúdanos. / Inmediatamente después de la misión intentaron pasar a
Macedonia persuadido de que Dios los había llamado para evangelizarlos
En Filipos
Zarpamos de Trôade y fuimos
derecho a Samotracia; al día siguiente a Neápolis, / y de allí a Filipos,
ciudad del primer distrito de Macedonia, colonia romana en la que permanecimos
unos días / el sábado salimos fuera de la ciudad y fuimos por la orilla del
río, donde pensábamos que estaba el lugar de oración. Nos sentamos y nos pusimos
hablar con las mujeres que se habían reunido / una mujer llamada Lidia,
vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, fiel a Dios, nos estaba
escuchando. El Señor abrió su corazón para que aceptase las cosas que Pablo
decía / después de haber sido bautizada con toda su familia, nos suplicó: si
consideráis que soy fiel al Señor, venid y quedaos en mi casa. Y nos obligó a
ello / otra vez, cuando íbamos al lugar de la oración, nos salió al encuentro
una muchacha que tenía un espíritu adivinador, la cual con sus adivinaciones
procuraba a sus amos muchas ganancias / iba detrás de Pablo y de nosotros
gritando: estos hombres son siervos de Dios Altísimo, y os anuncia el camino de
la salvación / esto lo hizo muchos días, hasta que Pablo, ya cansado, se volvió
y dijo al espíritu: en nombre de Jesucristo te mando salir de ella. Y en el
mismo instante salió. / Sus amos, al ver que había desaparecido la esperanza de
su ganancia, prendieron a Pablo y a Silas y los llevaron a la plaza pública
ante las autoridades / los presentaron a los pretores y dijeron: estos hombres
alborotan nuestra ciudad. Son judíos / y predican costumbres que nosotros,
siendo romanos, no podemos aceptar ni practicar. / La gente se sublevó contra
ellos, y los pretores mandaron que los desnudaran y les dieran de palos. /
Después de haberles dado muchos palos, los metieron en la cárcel, encargando al
carcelero que los tuviera bien seguros; / él, al recibir tal orden, los metió
en la celda más segura, y sujeto sus pies en el cepo. / Hacia la media noche
estaban en oración cantando himnos a Dios, y los presos escuchaban / de repente
se produjo tan gran terremoto que se conmovieron los cimientos de la cárcel; se
abrieron todas las puertas de la cárcel y se soltaron las cadenas de todos. /
El carcelero se despertó y, al ver abiertas las puertas de la cárcel, creyendo
que los presos se habrían fugado desenvainó la espada para matarse. / Pablo le
gritó: no te hagas daño, que todos estamos aquí / él pidió una luz, entró y se
echó temblando frente a Saulo y Silas; / los sacó fuera y dijo: señores ¿Qué
debo hacer para salvarles? / Ellos les dijeron: cree en Jesús, el Señor, y te
salvarás tú y tu familia. / Y le anunciaron la palabra del Señor a él y a todos
los que había en su casa / A aquellas horas de la noche, el carcelero les lavó
las heridas, y seguidamente se bautizó él con todos los suyos. / Los subió a su
casa, puso la mesa y celebró con toda su familia el haber creído en Dios. / Al
llegar el día, los magistrados mandaron a los alguaciles a decir al carcelero:
pon en libertad a esos hombres / el carcelero dijo a Pablo: los magistrados han
ordenado que seáis libertados. Salid, pues, y marchad en paz / Pablo les dijo:
nos han apaleado públicamente y, sin juzgarnos, a pesar de ser ciudadanos romanos,
nos han metido en la cárcel, y ¿Ahora quieren sacarnos? / Pues no; que vengan
ellos a sacarnos. Los alguaciles llevaron la respuesta a los magistrados, los
cuales, al oír que eran romanos, tuvieron miedo / fueron y les pidieron
excusas; los sacaron y les suplicaron que se fueran de la ciudad / salieron de
la cárcel y fueron a casa de Lidia; vieron a los hermanos, los animaron y se
fueron
En Tesalónica
Pasaron por Anfípolis y Apolonia,
donde los judíos tenían una sinagoga / Pablo, según su costumbre, se presentó
allí, y durante tres sábados discutió con ellos sobre las escrituras, /
explicando y probando que el Mesías debía padecer y resucitar de entre los
muertos; y el Mesías, decía, es el Jesús que yo os anuncio / algunos de ellos
se convencieron y se unieron a Pablo y a Silas, así como muchos prosélitos
griegos y buen número de mujeres nobles / los judíos, llevados por la envidia
echaron mano de unos malhechores, que provocaron tumultos y alborotaron a la
ciudad. Se presentaron ante a la casa de Jasón para llevarlo ante la plebe; /
al no encontrarlos, arrastraron a Jasón y algunos hermanos ante los
magistrados, gritando: éstos, que han revolucionado el mundo entero, se han
presentado también aquí, / y Jasón los ha hospedado. Todos éstos actúan contra
los decretos del César, diciendo que hay otro rey, Jesús / La plebe y los
magistrados, al oír esto, se alarmaron; y exigieron una fianza a Jasón y a los
restantes para ponerlos en libertad