Por otra parte, se comprueba día a día que cada vez más personas se empeñan en ignorar que el Señor impartirá su justicia en cuanto <Fuerza Salvadora y Liberadora> al final de los tiempos. Alguien podría aducir ante esta verdad aplastante, que ello sería injusto para los seres humanos, sin embargo como podemos leer en el libro -Los caminos de la vida interior- del Papa Benedicto XVI (Ed. Chronica S.L. 2011):
“La protesta contra Dios en
nombre de la justicia no vale. Un mundo sin Dios es un mundo sin esperanza (Ef
2, 12), porque sólo Dios puede crear justicia.
La fe nos da esta certeza… Por otra parte, la imagen del <Juicio
Final>, no debería ser una imagen terrorífica para los hombres, sino una
imagen de esperanza; quizás la única imagen decisiva de la esperanza…”
Más concretamente el Papa
Benedicto XVI se refiere a aquellos versículos en los que san Pablo les habla a
los efesios de los tiempos pasados,
cuando ellos no habían conocido aún a
Cristo y llevaban una vida relajada e inmersa en la corrupción (2, 11-14):
“Recordad, por tanto, que en otro
tiempo vosotros, los gentiles según la carne, los llamados <sin
circuncisión> -practicada por mano de hombre en carne- / vivíais entonces
sin Cristo, erais ajenos a la ciudadanía de Israel, extraños a las alianzas de
la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo / Ahora, sin embargo, por
Cristo Jesús, vosotros, que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido
acercados por la sangre de Cristo / En efecto, Él es nuestra paz: el que hizo
de los dos pueblos uno solo y derribó el muro de la separación y la enemistad”
“Reconfortaos en el Señor y en la
fuerza de su poder / revestíos con la
armadura de Dios para que podáis resistir
las asechanzas del diablo / porque nuestra lucha no es contra los
adversarios de carne y hueso, sino contra los principados, contra las
potestades, contra los que dominan este mundo de las tinieblas, contra los
espíritus del mal que tienen su morada en un mundo supra-terreno / Por eso
debéis empuñar las armas que Dios os ofrece, para que podáis resistir en los momentos
adversos y superar todas las dificultades sin ceder terreno”
“Yo diría que se trata de una
imagen que exige la responsabilidad del
hombre. Es una imagen que infunde ese pavor al que se refería san Hilario
cuando decía que todo nuestro miedo está relacionado con el amor… Dios es
justicia y crea justicia. Éste es nuestro consuelo y nuestra esperanza. Pero en su justicia está
también la gracia. Esto lo descubriremos dirigiendo la mirada hacia Cristo Crucificado
y Resucitado. Ambas <justicia y gracia>
han de ser vistas en su justa relación interior. La gracia no excluye la
justicia. No convierte la injusticia en derecho. No es un cepillo que barre
todo, de modo que cuanto he hecho en la tierra acabe por tener siempre igual
valor… Al final los malvados, en el
banquete eterno, no se sentarán indistintamente a la mesa junto a las víctimas,
como si no hubiera pasado nada…”
“Cuando venga el Hijo del hombre
en su gloria con todos sus ángeles, se sentará en su trono de gloria / Todas
las naciones se reunirán delante de él, y él separará unos de otros, como el
pastor separa a las ovejas de los cabritos / y pondrá a las ovejas a un lado y
los cabritos a otro / Entonces el rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos
de mi Padre tomad, posesión del reino preparado para vosotros desde la creación
del mundo / Porque tuve hambre, y me distéis de comer; tuve sed y me distéis de
beber; era forastero, y me alojasteis / estaba desnudo, y me vestisteis;
enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y fuisteis a verme / Entonces le
responderán los justos: Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento y te alimentamos;
sediento y te dimos de beber? / ¿Cuándo te vimos forastero y te alojamos, o
desnudo y te vestimos? / ¿Cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y
fuimos a verte? /
El rey responderá: Os aseguro que cundo lo hicisteis con uno
de estos mis hermanos más pequeños conmigo lo hicisteis / Después dirá a los
del otro lado: Apartaos de mí, malditos, id al fuego eterno, preparado para el
diablo y sus ángeles / Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed ,
y no me disteis de beber / fui forastero, y no me alojasteis; estaba desnudo y
no me vestisteis y en la cárcel, y no me visitasteis / Entonces responderán
también éstos diciendo: Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento o sediento,
forastero o desnudo, enfermo o en la cárcel y no te asistimos? / Y él les
responderá: Os aseguro que cuando dejasteis de hacerlo con uno de estos
pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo / E irán éstos al castigo
eterno, y los justos a la vida eterna”
Estos consejos de san Pablo son
muy adecuados para los tiempos que corren en este nuevo milenio, en el que
seguimos estando en un <tiempo escatológico>; desde la entrada de Cristo
en el mundo, seguimos esperando la llegada de la Parusía, aunque no sabemos la
fecha en la que tendrá lugar… Sin embargo en su momento, el <Juicio
Final>, tendrá lugar. Los hombres no hemos sido informados por Dios del
momento justo en que esto sucederá, pero Cristo su unigénito Hijo, nos ha
informado que sucederá y que entonces Él mismo volverá para impartir
<Justicia Salvadora y Liberadora> (Lc 21, 25-27): “Habrá señales en el sol, y en la
luna, y en las estrellas y en la tierra angustia en las gentes, desatinados por
el mugido del mar y del oleaje / perdiendo el hombre el sentido por el terror y
la ansiedad de lo que va a sobrevenir al mundo, porque los ejércitos de los
cielos se bambolearán / Y entonces verán al Hijo del hombre viniendo en una
nube con gran poderío y gloria”
Por eso sin los consejos de Cristo, sin Él, el hombre no sabe
adónde ir, ni tampoco logra entender quién es. En este sentido, el Papa
Benedicto XVI manifestaba (Ibid): “Antes los grandes problemas del
desarrollo de los pueblos, que nos impulsan al desasosiego y al abatimiento,
viene en nuestro auxilio la Palabra de Jesucristo que nos hace saber: <Sin
mí no podéis hacer nada> (Jn 15, 5). Y nos anima: <Yo estoy con vosotros,
todos los días, hasta el final del mundo> (Mt 28, 20). Ante el ingente
trabajo que queda por hacer, la fe en la presencia de Dios nos sostiene, junto
con los que se unen en su nombre y trabajan por la justicia”
Los creyentes sabemos que Dios
aplica su Justicia en cuanto <Fuerza Salvadora y Liberadora>. Dios antes
de crear el mundo, desde la eternidad decidió salvar al hombre, pero en este
nuevo milenio la humanidad toda: ¿Espera ser salvada? Para responder a esta difícil
pregunta viene en nuestra ayuda una vez más el Papa Benedicto XVI (Ibid): “Da la impresión de que muchos
hombres consideran que Dios es ajeno a sus intereses. Aparentemente no tienen
necesidad de Él, viven como si no existiera y, peor aún, como si fuera un <obstáculo>, que hay
que quitar para poder realizarse. Por
otra parte, entre los creyentes algunos se dejan atraer por seductoras quimeras
y desviar por doctrinas engañosas que proponen atajos ilusorios para alcanzar
la felicidad”
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