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viernes, 19 de mayo de 2017

TRABAJOS PUBLICADOS EN: MRM.MARUS (XXVIII)



 
 
 




*JESÚS DIJO (XXVII): TRABAJOS REALIZADOS POR MRM.MARUS (18/3/17)

 

 

*JESÚS Y EL VERBO ENCARNADO (23/3/17)

 

 

*DIOS LOS CREÓ (1ª Parte) (1/4/17)

 

 

*JESÚS TENÍA QUE RESUCITAR DE ENTRE LOS MUERTOS (7/4/17)

 

 

*JESÚS Y SUS SACRAMENTOS (II) (11/4/17)

 






Biblia de Navarra. Edición Popular. Ediciones Universidad de Navarra, S.A. Pamplona (España) 2007

 

 

                                                                  CARTA A LOS GÁLATAS

 

*AMONESTACIONES A LOS GÁLATAS (1, 6-10)

 

Me sorprende que hayáis abandonado tan pronto al que os abandonó por la gracia de Cristo para seguir otro evangelio; / aunque no es que haya otro, sino que hay algunos que os inquietan y quieren cambiar el evangelio de Cristo. / Pero aunque nosotros mismos o un ángel  del cielo os anunciásemos un evangelio diferente del que os hemos predicado, ¡sea anatema! /  Como os lo acabamos de decir, ahora os lo repito: si alguno os anuncia un evangelio diferente del que habéis recibido, ¡sea anatema! / ¿Busco ahora la aprobación de los hombres o la de Dios? ¿O es que pretendo agradar a los hombres? Si todavía pretendiera agradar a los hombres, no sería siervo de Cristo.

 

*LA VOCACIÓN DE SAN PABLO (1, 11-24)

 

Porque os hago saber, hermanos, que el Evangelio que os he anunciado no es algo humano; / pues yo no lo he recibido ni aprendido de ningún hombre, sino por revelación de Jesucristo. / Porque habéis oído de mi conducta  anterior en el judaísmo: cómo perseguía con saña a la Iglesia de Dios y la combatía, y aventajaba en el judaísmo a muchos contemporáneos de mi raza, por ser extremadamente celoso de las tradiciones de mis padres. / Pero cuando Dios, que me eligió desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia, tuvo a bien / revelar en mí a su Hijo para que le anunciara entre los gentiles, enseguida, sin pedir consejo a la carne ni a la sangre, y sin subir a Jerusalén a ver a los apóstoles, mis predecesores, me retiré a Arabia, y de nuevo volví a Damasco. / Luego, tres años después, subí a Jerusalén para ver a Cefas, y permanecí a su lado quince días; / pero no vi a ningún otro de los apóstoles, excepto a Santiago, el hermano del Señor. / De lo que os escribo, Dios es testigo que no miento. / Después me fui a las regiones de Siria y Cilicia. / Por eso no me conocían personalmente las Iglesias de Cristo que había en Judea. / Solamente habían oído decir: <El que antes nos perseguía, predica ahora la fe que en otro tiempo combatía>, y glorificaban a Dios por mi causa.

 

*VIAJE A JERUSALÉN (2, 1-10)

 

Luego, catorce años después, subí otra vez a Jerusalén con Bernabé, llevando conmigo también a Tito. / Subí impulsado por una revelación y, a solas, les expuse a los que gozaban de autoridad el Evangelio que predico entre los gentiles, no fuera que corriese o hubiese corrido inútilmente. / Pues bien, ni siquiera Tito, que me acompañaba, aunque era griego, fue obligado a circuncidarse. / Y eso, a pesar de los falsos hermanos intrusos que se infiltraron para espiar la libertad que tenemos en Cristo Jesús, para reducirnos a servidumbre. / Pero ni por un momento accedimos a someternos a ellos, para que la verdad del Evangelio permanezca en vosotros. / En cuanto a los que consideraba que eran autoridad –nada me importa lo que hayan sido en otro tiempo: Dios no hace acepción de personas-, pues bien, los que gozaban de autoridad, no me hicieron ninguna corrección, / sino que, por el contrario, al ver que se me había confiado la predicación del Evangelio a los incircuncisos, de la misma manera que a Pedro a los circuncisos / -pues quien dio fuerzas a Pedro para el apostolado entre los circuncisos me las dio también a mí para el de los gentiles-, / y al conocer la gracia que se me había concedido, Santiago, Cefas y Juan –que eran considerados como columnas- nos dieron la mano a mí y a Bernabé, en señal de comunión, para que nosotros predicásemos a los gentiles, y ellos a los circuncisos. / Solamente nos recomendaron que nos acordásemos de los pobres, cosa que he procurado hacer con empeño.

 

*EL INCIDENTE CON ANTIOQUÍA (2, 11-21)

 

Pero cuando vino Cefas a Antioquía, cara a cara le opuse resistencia, porque merecía reprensión. / Porque antes de que llegasen algunos de los que estaban con Santiago, comía con los gentiles; pero en cuanto llegaron ellos, empezó a retraerse y a apartarse por miedo a los circuncisos. / También los demás judíos le siguieron en el disimulo, de manera que incluso arrastraron a Bernabé al disimulo. / Pero, en cuanto vi que no andaban rectamente según la verdad del Evangelio, le dije a Cefas delante de todos: <Si tú, que eres judío, vives como un gentil y no como un judío, ¡cómo es que les obligas a los gentiles a judaizarse?> / Nosotros somos judíos por nacimiento; no somos pecadores procedentes de los gentiles. / Y sin embargo, como sabemos que el hombre no es justificado por las obras de la Ley, sino por medio de la fe en Jesucristo, también nosotros hemos creído en Cristo Jesús, para ser justificados por la fe en Cristo y no por las obras de la Ley, ya que por las obras de la Ley ningún hombre será justificado. / Ahora bien, si al buscar ser justificados en Cristo, nosotros somos también considerados pecadores, ¿es que Cristo es ministro del pecado? ¡De ninguna manera! / Pues si lo que he destruido lo vuelvo a edificar, me manifiesto como transgresor. / Porque yo por la Ley he muerto a la Ley, a fin de vivir para Dios. Con Cristo estoy crucificado: / vivo, pero ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Y la vida que vivo ahora en la carne la vivo en la fe del Hijo de Dios, que me amó y se entregó a sí mismo por mí. / No anulo la gracia de Dios; pues si la justicia viene por medio de la Ley, entonces Cristo murió por nada.

 

*LA JUSTIFICACIÓN POR LA FE (3, 1-14)

 

¡Oh gálatas insensatos! ¿Quién os fascinó a vosotros, que habéis tenido ante los ojos a Jesucristo en la cruz? / Sólo quiero saber de vosotros esto: ¿habéis recibido el Espíritu por las obras de la Ley o por la obediencia a la fe? / ¿Tan insensatos sois? Habéis empezado con el Espíritu, ¿y acabáis ahora en la carne? / ¿En vano habéis vivido cosas tan grandes? ¡Bien en vano sería! / Ahora bien, el que os comunica el Espíritu y obra milagros entre vosotros ¿Lo hace por virtud de las obras de la Ley o por la obediencia a la fe? / Así, Abrahán creyó en Dios, y le fue contado como justicia. / Por tanto, daos cuenta de quiénes viven de la fe, ésos son hijos de Abrahán. / La Escritura, previendo que Dios justificaría a los gentiles por la fe, anunció de antemano a Abrahán: En ti serán bendecidas todas las naciones. / Así pues, los que viven de la fe son bendecidos con el fiel de Abrahán. / Porque todos los que se apoyan en las obras de la Ley están sujetos a maldición, pues está escrito: Maldito todo el que no persevere en el cumplimiento de todo lo que está escrito en el libro de la Ley. / Porque está claro que nadie es justificado delante de Dios en virtud de la Ley, ya que el justo vivirá de la fe; / pero la Ley no se funda en la fe, sino que quien cumple sus preceptos vivirá por ellos. / Cristo nos rescató de la maldición de la Ley, haciéndose maldición por nosotros, pues está escrito: Maldito todo el que esté colgado de un madero, / para que la bendición de Abrahán llegase a los gentiles en Cristo Jesús, a fin de que por medio de la fe recibiésemos la promesa del Espíritu.

 

*LA LEY Y LA PROMESA (3, 15-29)

 

Hermanos, voy a utilizar un razonamiento humano: nadie anula ni puede añadir nada a un testamento legalmente reconocido, a pesar de ser de un  hombre. / Pues bien, las promesas fueron hechas a Abrahán y a su descendencia. No dice: <Y a los descendientes>, como si hablara de muchos, sino de uno solo: Y a tu descendencia, que es Cristo. / Con esto quiero decir: el testamento establecido antes por Dios con la forma debida, no lo invalida la Ley, otorgada cuatrocientos treinta años después, de modo que la promesa quede anulada. / Porque si la herencia viene de la Ley, entonces no viene de la promesa; sin embargo, Dios se la concedió gratuitamente a Abrahán por medio de la promesa. / ¿Para qué entonces la Ley? Fue añadida pensando en las transgresiones, hasta que viniese la descendencia a quien iba dirigida la promesa, Ley que fue promulgada por medio de ángeles con intervención de un mediador. / Ahora bien, donde actúa uno solo no cabe mediador, y Dios es uno solo. / Luego, ¿la Ley va en contra de las promesas de Dios? ¡De ninguna manera! Pues si se hubiera dado una Ley capaz de vivificar, entonces la justicia vendría realmente de la Ley. / Pero la Escritura encerró todas las cosas bajo el pecado, para que la promesa fuese dada a los creyentes por la fe en Jesucristo. / Antes de que llegara la fe, estábamos bajo la custodia de la Ley, encerrados en espera de la fe que debía ser relevada. / Por consiguiente, La Ley ha sido nuestro pedagogo, que nos condujo a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe; / pero cuando ha llegado la fe, ya estamos sujetos al pedagogo. / En efecto, todos sois hijos de Dios por medio de la fe en Cristo Jesús. / Porque todos los que fuisteis bautizados en Cristo os habéis revestido de Cristo. / Ya no hay diferencia entre judío y griego, ni entre esclavo y libre, ni entre varón y mujer, porque todos vosotros sois de Cristo, sois también descendencia de Abrahán, herederos según la promesa.

*LA FILIACIÓN DIVINA (4, 1-11)

 

Ahora bien, mientras el heredero es menor de edad, aunque sea dueño de todo, no se diferencia en nada de un siervo, / sino que está sometido a tutores y administradores hasta el momento señalado por su padre. / También nosotros cuando éramos menores de edad estábamos sujetos como esclavos a los elementos del mundo. / Pero al llegar la plenitud de los tiempos, envió a Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, / para redimir a los que estaban bajo la Ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. / Y, puesto que sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: < ¡Abbá, Padre!> / De manera que ya no eres siervo, sino hijo; y como eres hijo, también heredero por gracia de Dios. / Pero en otro tiempo, cuando no conocíais a Dios, servisteis realmente a los que no son dioses. / Ahora, en cambio, que habéis conocido a Dios, mejor dicho, que habéis sido conocidos por Dios, ¿cómo es que volvéis otra vez a estos elementos sin fuerza y sin valor, a los que queréis servir de nuevo como antes? / ¡Seguís observando cuidadosamente los días, los meses, las estaciones y los años! / Temo haberme esforzado por vosotros inútilmente.

 

*ADVERTENCIAS PATERNALES DE SAN PABLO (4, 12-20)

 

Os ruego, hermanos, que seáis como yo, pues también yo me he hecho como vosotros. En nada me habéis agraviado; / bien sabéis que cuando os prediqué el Evangelio por primera vez, por culpa de una enfermedad, / a pesar de que esa situación era una prueba para vosotros, no me despreciasteis ni me rechazasteis, sino que me recibisteis como a un ángel de Dios, como al mismo Cristo Jesús. / ¿Entonces, dónde está esa alegría que manifestabais? Puedo atestiguar de vosotros que, de ser posible, os habríais arrancado los ojos para dármelos. / ¿Es que me he convertido en vuestro enemigo por deciros la verdad? / El interés que muestran por vosotros no es bueno, sino que quieren separaos de nosotros, para que os entreguéis a ellos. / En cambio lo que es bueno es mostrar siempre interés por el bien, y no sólo cuando estoy presente entre vosotros, / hijos míos, por quienes padezco otra vez dolores de parto, hasta que Cristo esté formado en vosotros. / Desearía estar presente ahora entre vosotros, y cambiar el tono de mi voz, porque no sé qué hacer con vosotros.

 

*ALEGORÍA DE LOS DOS TESTAMENTOS: AGARE Y SARA ( 4, 21-31)

 

Decidme, los que queréis estar sujetos a la Ley: ¿no habéis oído la Ley? / Pues está escrito que Abrahán tuvo dos hijos, uno de la esclava y otro de la libre. / Pero el de la esclava nació según la carne; en cambio, el de la libre, en virtud de la promesa. / Todo esto tiene un sentido alegórico, porque estas mujeres representan los dos testamentos: uno, el del Monte Sinaí, que entrega esclavos, es Agar. / La palabra <Agar> en Arabia designa el monte Sinaí y corresponde a la Jerusalén actual, que es, en efecto, esclava junto  a sus hijos. / En cambio, la Jerusalén de arriba es libre, y es nuestra madre; /  pues está escrito: Alégrate, estéril, que no das a luz; rompe en gritos de júbilo, tú que no sufres dolores de parto, porque son muchos los hijos de la abandonada, más que de la que tiene marido. / Vosotros, hermanos, como Isaac, sois hijos de la promesa. / Pero al igual que entonces el que había nacido según la carne perseguía al nacido según el espíritu, así sucede también ahora. / Pero  ¿qué dice la Escritura? Expulsa a la esclava y a su hijo, pues no heredará el hijo de la esclava como el hijo de la libre. / por tanto, hermanos, no somos hijos de la esclava, sino de la libre.

 

*LA LIBERTAD CRISTIANA (5, 1-12)

 

Para esta libertad Cristo nos ha liberado. Manteneos, por eso, firmes, y nos os dejéis sujetar de nuevo bajo el yugo de la servidumbre. / Mirad: yo, Pablo, os digo que, si os circuncidáis, Cristo no os servirá de nada. / Y lo vuelvo a atestiguar a todo hombre que se circuncida: queda obligado a cumplir toda la Ley. / Os habéis separado de Cristo los que buscáis la justicia en la Ley; os habéis apartado de la gracia. / Pues nosotros, por el Espíritu, anhelamos a partir de la fe el fruto de la justicia. / Porque en Cristo Jesús no tienen valor ni la circuncisión ni la falta de circuncisión, sino la fe que actúa por la caridad. / Estabais corriendo bien. ¿Quién os ha impedido obedecer a la verdad? / Esa persuasión no procede del que os llamó. / Un poco de levadura hace fermentar toda la masa. / Yo confío en vosotros en el Señor que no tendréis otro sentir. El que os desconcierta, sea quien sea, recibirá el castigo merecido. / En cuanto a mí, hermanos, si predico aún la circuncisión, ¿por qué me persiguen todavía? Entonces habría desaparecido el escándalo de la cruz. / ¡Ojalá se mutilaran los que os inquietan!

 

*LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU Y LAS OBRAS DE LA CARNE (5, 13-26)

 

Porque de vosotros, hermanos, fuisteis llamados a la libertad. Pero que esta libertad no sea pretexto para la carne, sino servíos unos a otros por amor. / Pues toda la Ley se resume en este único precepto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. / Y si os mordéis y os devoráis unos a otros, mirad que acabaréis por destruiros. / Yo os digo: caminad en el Espíritu y no deis  satisfacción a la concupiscencia de la carne. / Porque la carne tiene deseos contrarios al espíritu, y el espíritu tiene deseos contrarios a la carne, porque ambos se oponen entre sí, de modo que no podéis hacer lo que os gustaría. / Si os dejáis conducir por el Espíritu, no estáis sujetos a la Ley. / Ahora bien, están claras cuáles son las obras de la carne: la fornicación, la impureza, la lujuria, / la idolatría, la hechicería, las enemistades, los pleitos, los celos, las iras, las riñas, las discusiones, las divisiones, / las envidias, las embriagueces, las orgías y cosas semejantes. Sobre ellas os prevengo, como ya os he dicho, que los que hacen esas cosas no heredarán el Reino de Dios. / En cambio, los frutos del Espíritu son: la caridad, el gozo, la paz, la longanimidad, la benignidad, la bondad, la fe, / la mansedumbre, la continencia. / Contra estos frutos no hay ley. / Los que son de Jesucristo han crucificado su carne con sus pasiones y concupiscencias. / Si vivimos por el Espíritu, caminemos también según el Espíritu. / No seamos ambiciosos de vanagloria, provocándonos unos a otros, envidiándonos recíprocamente.

 

*CARIDAD FRATERNA (6, 1-10)

 

Hermanos, si alguien se le sorprendiera en alguna falta, vosotros, que sois espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, fijándote en ti mismo, no vaya a ser que tú también seas tentado. / Llevad los unos las cargas de los otros y así cumpliréis la ley de Cristo. / Porque si alguno se imagina que es algo, sin ser nada, se engaña a sí mismo. / Que cada uno examine su propia conducta, y entonces podrá glorificarse solamente en sí mismo y no en otro; / porque cada uno tendrá que llevar su propia carga. / Que el discípulo comparta toda clase de bienes con el que le instruye. / No os engañéis: de Dios nadie se burla. Porque lo que uno siembre, eso recogerá: / el que siembra en su carne, de la carne cosechará corrupción; y el que siembre en el Espíritu, del Espíritu cosechará la vida eterna. / No nos cansemos de hacer el bien, porque si perseveramos, a su tiempo recogeremos el fruto. / Por tanto, mientras disponemos de tiempo hagamos el bien a todos, pero especialmente a los hermanos en la fe.

 

*CONCLUSIÓN (6, 11-18)

 

Fijaos con qué letras tan grandes os escribo de mi propia mano. / Todos los que quieren ser bien vistos según la carne, ésos os obligan a circuncidaros, únicamente para que no les persigan por causa de la cruz de Cristo; /  porque ni los mismos que se circuncidan guardan la Ley, y lo que en realidad quieren es que vosotros os circuncidéis para gloriarse en vuestra carne. / ¡Que yo nunca me gloríe más que en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo! / Porque ni la circuncisión ni la falta de circuncisión importan, sino la nueva criatura. / Para todos los que sigan esta norma, paz y misericordia, lo mismo que para el Israel de Dios. / En adelante, que nadie me importune, porque llevo en mi cuerpo las señales de Jesús. / Hermanos, que la gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu. Amén

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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