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domingo, 6 de octubre de 2019

MARÍA INMACULADA: LA LLENA DE GRACIA



El ángel antes de llamarla María, la llama <llena de gracia> y así revela el nombre nuevo que Dios le ha dado y que le conviene más que el que le dieron sus padres. También nosotros la llamamos así, en cada Ave María.

¿Qué quiere decir llena de gracia? Que María está llena de la presencia de Dios. Y si está completamente habitada por Dios, no hay lugar en Ella para el pecado. Es una cosa extraordinaria, porque todo el mundo, desgraciadamente, está contaminado por el mal. Cada uno de nosotros, mirando dentro de sí, ve algunos lados oscuros.

 
 
 
También los santos más grandes eran pecadores y todas las realidades, incluso las más bellas, están tocadas por el mal: Todas, menos María. Ella es el único <oasis siempre verde> de la humanidad, la única incontaminada, creada inmaculada para acoger plenamente, con su <sí> a Dios que venía al mundo y comenzar así una historia nueva.

Cada vez que la reconocemos <llena de gracia>, le hacemos el cumplido más grande, el mismo que le hizo Dios. Un hermoso cumplido para una señora es decirle con amabilidad, que parece joven. Cuando le decimos a María <llena de gracia>, en cierto sentido también le decimos eso, a nivel más alto.
En efecto, la reconocemos siempre joven, nunca envejecida por el pecado. El pecado envejece porque esclerotiza el corazón. Lo cierra, lo vuelve inerte, hace que se marchite. Pero la <llena de gracia> está vacía de pecado, es siempre joven…”


Sí, es cierto que el pecado envejece, cuantas veces podemos observar en la vida diaria el envejecimiento prematuro en personas que viven totalmente apartadas de Dios y es que como seguía recordando el Papa Francisco, la Virgen María es más joven que el pecado, es la más joven del género humano  (Ibid):
“La <llena de gracia> vivió una vida hermosa. ¿Cuál era su secreto? Nos damos cuenta si miramos otra vez la escena de la Anunciación. En muchos cuadros, María está representada sentada ante el ángel con un librito en sus manos. Este libro es la Escritura.

 
 
 
María solía escuchar a Dios y transcurrir su tiempo con Él. Las Palabras de Dios eran su secreto: Cercana a su corazón, se hizo carne luego en su seno. Permaneciendo con Dios, dialogando con Él en toda circunstancia, María hizo bella su vida. No la apariencia, no lo que pasa, sino el corazón tendido hacia Dios hace bella la vida.

Miremos hoy con alegría a la <llena de gracia>. Pidámosle que nos ayude a permanecer jóvenes, diciendo <no> al pecado, y a  vivir una vida bella diciendo <sí> a Dios”

Consejos maravillosos de nuestro actual Pontífice que no deberíamos echar en <saco roto> y practicar con asiduidad porque todo lo que dice se ve constantemente reflejado en nuestro vivir diario y en el del resto de la sociedad, cada vez más paganizada y apartada de Dios…
Todos los Papas, a lo largo de los últimos siglos, se han manifestado sobre este dogma de la Iglesia aplicado a la Virgen María y han hecho maravillosas reflexiones sobre el mismo.

 
 
 
 


Además del relato lucano de la Anunciación, la Tradición y el Magisterio han considerado el así llamado Proto-Evangelio (Gen 3,15) como una fuente más de la Sagradas Escrituras, sobre la verdad de la Inmaculada Concepción de María. Ese texto, a partir de la antigua versión latina: <Pondré enemistad entre ti y la mujer, entre tu linaje y el suyo; él te herirá en la cabeza, mientras tú le herirás en el talón>, ha inspirado muchas representaciones de la Inmaculada que aplasta a la serpiente bajo sus pies”

Recordemos que la traducción, a partir de la antigua versión latina anteriormente mencionada, no corresponde realmente con el texto hebraico, en el que quien pisa la cabeza de la serpiente no es la mujer, sino su linaje, su descendiente. Esto quiere decir que dicho texto no atribuye a María su victoria sobre Satanás, sino a su Hijo. Por eso sigue diciendo el Papa Juan Pablo II (Ibid):

 
 
 
“Dado que la concepción bíblica establece una profunda solidaridad entre el progenitor y la descendencia, es coherente con el sentido original del pasaje la representación de la Inmaculada que aplasta a la serpiente, no por virtud propia sino de la gracia del Hijo.

En el mismo texto bíblico, además, se proclama la enemistad entre la mujer y su linaje, por una parte, y la serpiente y su descendencia, por otra. Se trata de una hostilidad expresamente establecida por Dios, que cobra un relieve singular si consideramos la cuestión de la santidad personal de la Virgen.

Para ser la enemiga irreconciliable de la serpiente y de su linaje, María debía estar exenta de todo dominio del pecado. Y esto desde el primer momento de su existencia…

La absoluta enemistad puesta por Dios entre la mujer y el demonio exige, por tanto, en María la Inmaculada Concepción, es decir, una ausencia total de pecado, ya desde el inicio de su vida.
 
 
 
 
El Hijo de María obtuvo la victoria definitiva sobre Satanás e hizo beneficiaria anticipadamente a su Madre, preservándola del pecado. Como consecuencia, el Hijo le concedió el poder de resistir al demonio, realizando así en el misterio de la Inmaculada Concepción el más notable efecto de su obra redentora”

 
Unos años más tarde concretamente en 2004 durante la santa Misa con ocasión del 150 aniversario de la proclamación del Dogma de la Inmaculada Concepción, el Papa san Juan Pablo II se expresaba en los siguientes términos:

“¡Cuán grande es el misterio de la Inmaculada Concepción, que nos presenta la liturgia de hoy!

Un misterio que no cesa de atraer la <contemplación de los creyentes e inspira la reflexión de los teólogos>. El tema del Congreso que acabo de recordar <María de Nazaret acoge al Hijo de Dios en la historia>, ha favorecido una profundización de la doctrina de la concepción inmaculada de María como presupuesto para la acogida en su seno virginal del Verbo de Dios encarnado, Salvador del género humano…

El Padre la eligió en Cristo antes de la creación del mundo, para que fuera santa e inmaculada ante él por el amor, predestinándola como primicia a la adopción filial por obra de Jesucristo (Ef 1, 4-5).
 
 
 


En previsión de la muerte salvífica  de Él, María, su Madre, fue preservada del pecado original y de todo pecado. En la victoria del nuevo Adán está también la de la nueva Eva, madre de los redimidos. Así, la Inmaculada es signo de esperanza para todos los vivientes, que han vencido a Satanás en virtud de la sangre del Cordero (Ap 12, 11)”

 
Sí, la Virgen María es la Madre del Redentor; el sí de esta  joven de Nazaret al anuncio del ángel  san Gabriel, se puede considerar un humilde obsequio a la voluntad divina de salvar a la humanidad, en la historia. Y esto es así, porque preservada de todo pecado se benefició de un modo muy especial de la obra de Cristo. María es la primera redimida por su Hijo, es el icono escatológico de la Iglesia.


 

 

      

 

  

 

 

 

 

 

 

 

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