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martes, 21 de julio de 2020

JESÚS SE DESPRENDIÓ DE SUS APOSTÓLES Y FUE LLEVADO EN ALTO AL CIELO



“Y los sacó afuera (de Jerusalén) hasta llegar junto a Betania, y alzando sus manos los bendijo / Y aconteció que mientras los bendecía se desprendió de ellos, y era llevado en alto al cielo / Y ellos, habiéndolo adorado, se tornaron a Jerusalén con gran gozo, y estaban continuamente en el templo bendiciendo a Dios”

 
 

 
El Papa Benedicto XVI en su homilía durante la celebración Eucarística celebrada en Blonia (Cracovia), un 28 de mayo de 2006 manifestaba, recordando lo que el evangelista escribió, sobre este acontecimiento de forma más amplia en su libro de los <Hechos de los apóstoles>: “Hoy en la explanada de Blonia, resuena nuevamente esta pregunta recogida en los <Hechos de los apóstoles>. Esta vez dirigida a nosotros: < ¿Qué hacéis ahí mirando al cielo>  (Hch 1, 9-11 )?. La respuesta a esta pregunta se refiere a la actitudes relacionadas con la dos realidades en la que se inscribe la vida del hombre: la terrena y la celeste”

 
Recordemos que san Lucas, la  descripción de los hechos ocurridos tras la <Muerte y Resurrección> del Señor, la amplió en efecto, en su libro de los <Hechos de los Apóstoles>, tras haberse informado concienzudamente, mediante una seria investigación entre los testigos presenciales de los mismos, entre los que según todos los indicios se encontraba la Virgen María. El resultado fue el relato  que aparece en el libro de los <Los Hechos de los Apóstoles>, anteriormente  mencionado (Hch  1, 3-11):


 
Como decía en su día el Papa Benedicto XVI (Ibid):

“En primer lugar,  a la pregunta: ¿Qué hacéis ahí?, es decir, ¿Por qué estáis en la tierra? Respondemos: Estamos en la tierra  porque el Creador nos ha puesto aquí como coronamiento de la obra de  la creación. Dios todopoderoso, de acuerdo con su inefable designio amoroso, creo el cosmos, lo sacó de la nada. Y después de realizar esa obra, llamo a la existencia al hombre, creado a su imagen y semejanza (Gn 1, 26-27). Le concedió la dignidad de hijo de Dios y la inmortalidad…



 
 
Por otra parte, a la pregunta: ¿Qué hacéis mirando al cielo?...Recordemos que los apóstoles  estaban mirando fijamente al cielo, dado que acompañaban con la mirada a Jesucristo, crucificado y resucitado, que era elevado. No sabemos si en aquel momento se dieron cuenta de que precisamente ellos se estaban abriendo a un horizonte magnifico, infinito, el punto de llegada definitivo de la peregrinación del hombre. Tal vez lo comprendieron solamente el día de Pentecostés, iluminados por el Espíritu Santo”

 
Son numerosísimos los datos históricos suministrados en el libro <Hechos de los Apóstoles>, que nos hablan  de forma fehaciente de la vida social, política y religiosa de los pueblos que allí aparecen, datos que han sido comprobados, como reales, a lo largo de los siglos y hasta nuestros días, por los estudiosos de las Sagradas Escrituras.

Esta información pone de relieve el trabajo inestimable realizado por san Lucas, el cual probablemente no conoció personalmente a Jesús, pero que sin embargo, a través de los testimonios de aquellos que estuvieron cerca de Él, llegó a amarle como cualquiera de sus apóstoles. Este hombre de origen gentil, de nacionalidad sirio-antioquena, tuvo por profesión la curación del cuerpo de los hombres y aparece por primera vez en las Sagradas Escrituras, precisamente en uno de sus libros acompañando como médico a san Pablo cuando éste se encuentra realizando su segundo viaje evangelizador.

 
 
 
En el Evangelio de san Lucas, se pone de manifiesto el amor de su autor por Cristo y su Mensaje, a través de la misericordia, la ternura y la compasión de Éste por los enfermos y los marginados. La comunidad a la que estaba destinado este libro estaba compuesta por los cristianos de la segunda generación que se ven algo inmersos ya en la rutina de la vivencia en una fe que tiene que enfrentarse a otros valores sociales que parecen más atractivos para el ciudadano común. Por eso san Lucas invita a estas personas a la conversión, teniendo presente que Dios actúa siempre misericordiosamente en la historia del hombre. Jesús de Nazaret es el centro de su magistral obra, en la que claramente se manifiesta que sólo en Él se encuentra la salvación de los hombres.


En el libro de los <Hechos de los Apóstoles>, san Lucas describe exhaustivamente el nacimiento y la evolución de la Iglesia de Cristo. Desaparecido de este mundo el Salvador de los hombres, los cristianos se reagruparon para vivir en comunidad la buena noticia de su Mensaje. Este libro histórico, fue el resultado de las investigaciones realizadas por  su autor, pero también de sus propias experiencias acompañando en muchas ocasiones a san Pablo en sus viajes para cumplir con la labor misionera que a éste, el Señor le había encomendado.

El Papa Benedicto XVI refiriéndose a estas dos obras de san Lucas, en su libro <Jesús de Nazaret; 2ª Parte; Ed. Encuentros S.A. 2011>, se expresaba en los siguientes términos: “La conclusión del Evangelio de san Lucas nos ayuda a comprender mejor el comienzo del libro de los <Hechos de los Apóstoles> en el que se revela de forma explícita la <Ascensión de Jesús>.
 
 
 
Aquí, a la partida de Jesús precede un coloquio en el que los discípulos, todavía apegados a sus viejas ideas (sobre el mesianismo) preguntan si acaso no ha llegado el momento de instaurar el reino de Israel. A esta idea de un <reino  de David> renovado, Jesús contrapone una promesa y una encomienda. La promesa es que estarán llenos de la fuerza del Espíritu Santo; la encomienda  consiste en que deberán ser sus testigos hasta los confines del mundo”

 
Hay que tener en cuenta que san Lucas hombre culto e interesado en decir la verdad y solamente la verdad de la historia de la Iglesia de Cristo, se preparó concienzudamente al respecto, como antes hemos comentado, con la idea de dar en sus escritos toda la información por él recabada al respecto. Sin duda su libro de los <Hechos de los Apóstoles> no fue escrito con un solo fin, ya que este médico amigo de san Pablo era también un gran teólogo, tal como pone de manifiesto a lo largo del mismo. Su libro tiene un claro carácter apologético  ya que pone bien a las claras la hostilidad que desde el principio los enemigos de Jesús hicieron gala. Por otra parte, también el libro es un ejemplo esplendido como predicador de la Palabra; en él se nos narra la actividad salvífica de Dios frente al enemigo común del hombre, el diablo.


 
 
 
Pero sobre todo este libro de san Lucas, da fe de la veracidad de la vida y la obra de Jesús, testimoniada en sus últimas palabras: <Seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria y hasta los confines de la tierra>. Por otra parte, como también diría en su día el Papa Benedicto XVI, recordando las palabras del evangelista, la misión de los seguidores de Jesús no debe ser ni la de hacer conjeturas sobre la historia de Éste, ni la de tener la mirada solamente puesta en un futuro desconocido.




No, el cristianismo es presencia, don y tarea, mantener la alegría y fundándose en todo ello, contribuir a dar testimonio en favor de Jesucristo. Así mismo, como también aseguraba este Pontífice, la observación de la <nube que tomándolo sobre sí lo ocultó a los ojos de los apóstoles>, recuerda el momento de la <Transfiguración del Señor>, cuando una nube luminosa se posa sobre Jesús y sus discípulos poco después de que Éste anunciara su Pasión a los mismos. Así  narró el evangelista san Lucas los hechos ocurridos (Lc 9, 28-36):


 
 
 
 
 
“Unos ocho días después, Jesús tomó consigo a Pedro, a Juan y a Santiago (hermano del anterior) y subió al monte para orar / mientras oraba, cambió el aspecto de su rostro y sus vestidos se volvieron de una blancura resplandeciente / En esto aparecieron conversando con él dos hombres. Eran Moisés y Elías / que resplandecientes de gloria, hablaban del éxodo que Jesús había de consumar hasta Jerusalén / Pedro y sus compañeros, aunque estaban cargados de sueño, se mantuvieron despiertos y vieron la gloria de Jesús y a los dos que estaban con él / Cuando estos se retiraban, Pedro dijo a Jesús: <Maestro, ¡qué bien estamos aquí! Vamos a hacer tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías. Pedro no sabía lo que decía / Mientras estaba hablando, vino una nube y los cubrió; y se asustaron al entrar en la nube / De la nube salió una voz que decía: <Éste es mi Hijo elegido; escuchadlo> / Mientras sonaba la voz, Jesús se quedó solo. Ellos guardaron silencio y no contaron a nadie por entonces nada de lo que habían visto”     

 

Como nos recuerda también el Papa Benedicto XVI, en libro <Jesús de Nazaret> (Ibid): “El cristianismo es presencia: Don y tarea; estar contentos por la cercanía interior de Dios y fundándose en eso contribuir activamente a dar testimonio en favor de Jesucristo. En este contexto se inserta (luego) la mención de la nube que lo envuelve y lo oculta…Nos recuerda la hora del encuentro de María y el mensajero de Dios, Gabriel, el cual le anuncia que el poder del Altísimo, la <cubrirá con su sombra>. Nos hace pensar en la tienda sagrada del Señor en la Antigua Alianza, en la cual la nube es la señal de la presencia del Señor, que también en forma de nube, va delante de Israel durante su peregrinación por el desierto”

 
 
 
Interesante razonamiento del Papa Benedicto XVI que nos advierte de lo difícil que es para el hombre entender las cuestiones de naturaleza divina y que solo podemos aproximarnos algo a ellas a través de las enseñanzas de los  Papas y Padres de la Iglesia. En concreto refiriéndonos a la Ascensión  de Jesús después de su Resurrección, las palabras del Papa Benedicto XVI nos reconfortan porque nos ayudan   a comprender mejor que en definitiva Jesús al desprenderse  de sus discípulos no se va a un astro lejano porque (Ibid): “ Él entra en comunión de vida y poder de Dios sobre todo espacio. Por eso <no se ha marchado>, sino que en virtud del mismo poder de Dios, ahora está siempre presente junto a nosotros y por nosotros…


 
 
 
Puesto que Jesús está junto al Padre, no está lejos, sino cerca de nosotros. Ahora no se encuentra en un solo lugar del mundo, como antes de la su Ascensión; por su poder que separa todo espacio, Él no está ahora en un solo sitio, sino que está presente al lado de todos, y todos lo pueden invocar en todo lugar y a lo largo de la historia”  

  

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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