Translate

Translate

lunes, 15 de octubre de 2018

JESÚS Y EL MISTERIO DE SU RESURRECCIÓN


 
 
 


El Papa Francisco, en su primera Audiencia general, al recoger el testigo de su venerado Predecesor, aseguró que retomaría la Catequesis sobre la Resurrección de Cristo del <Año de la fe>, propuesta por Benedicto XVI, y efectivamente así lo hizo, con estas palabras:

“La Resurrección de Jesús es el centro del mensaje cristiano, que resuena desde los comienzos y se ha transmitido para que llegue hasta nosotros. San Pablo escribe a los cristianos de Corinto: Yo os trasmití en primer lugar, lo que yo también recibí que <Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado al tercer día; y que se apareció a Cefas y más tarde a los doce>. Esta breve confesión de fe anuncia precisamente el misterio Pascual; con las primeras apariciones del Resucitado a Pedro y a los Doce: la Muerte y la Resurrección de Jesús son precisamente el corazón de nuestra esperanza”
 

 Recordemos que Jesús, después de su muerte, siguió pidiendo a los hombres que no tuviéramos miedo de enfrentarnos al gran misterio de su Resurrección, nos lo dijo a través  de María Magdalena  y las otras Marías que se habían acercado al sepulcro del Señor, encontrando allí a un ángel que les hizo saber que había resucitado, y más tarde, el mismo Jesús les salió al encuentro para ratificarlo con estas palabras (Mt 28, 9-10):

- ¡Alegraros! Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante Él

-Entonces les dijo Jesús: No temáis: Id, anunciad a mis hermanos que se vayan a Galilea, y allí me verán.

 
Refiriéndose a este pasaje del Evangelio de San Mateo, Benedicto XVI en su libro <Jesús de Nazaret (2ª Parte) asegura que:

“Así como bajo la Cruz se encontraban únicamente mujeres <con la excepción del Apóstol San Juan>, así también el primer encuentro con el Resucitado estaba destinado a ellas. La Iglesia, en su estructura jurídica, está fundada en Pedro y los Once, pero en la forma concreta de la vida eclesial son siempre las mujeres las que abren la puerta al Señor, lo acompañan hasta el pie de la Cruz, y así lo pueden encontrar también primero como Resucitado…”

 


Es por esto que la Iglesia no puede dejar de comprender  y apreciar, la participación crucial de las mujeres en la misión de la evangelización (Benedicto XVI. <Cuando Dios llama> Ed. Rialp; S.A. 2010):

“Nunca se ponderará suficientemente, lo mucho que la Iglesia reconoce, aprecia y valora la participación de las mujeres en su misión de servicio a la difusión del Evangelio”

La confesión más exigente sobre los testimonios dados del misterio de la Resurrección de Jesús, se encuentra en la primera Carta de San Pablo a los Corintios, que él escribió con objeto de rebatir la negación de <la resurrección de los muertos> por parte de algunos miémbros de aquella comunidad (I Co 15, 1-8):

-Os recuerdo hermanos, el Evangelio que os prediqué y que habéis recibido, en el que perseveráis

-y por el que sois salvos, si lo guardáis tal como yo os lo anuncié, a no ser que hayáis creído en vano.

-Os transmití, pues, en primer lugar, lo que yo mismo recibí, a saber: que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras;

-que fue sepultado, que resucitó al tercer día, según las Escrituras;

-que se apareció a Pedro y luego a los Doce;

-después se apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales vive todavía, otros han muerto; después se apareció a Santiago, más tarde a todos los Apóstoles;

-por último, como un aborto, se me apareció también a mí

 


Con esta última expresión humilde, el Apóstol San Pablo, quiere dar a entender metafóricamente lo inaudito e inesperado de su encuentro con el Señor, en el camino de Damasco, cuando perseguía a los cristiano para llevarlos ante los tribunales de justicia de la época. Por eso sigue diciendo en esta misma Carta (I Co 15, 9-11):

-Porque yo soy el menor de los Apóstoles y no soy digno de llamarme Apóstol porque he perseguido a la Iglesia de Dios.

-Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia para conmigo no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo.

-Pues bien, tanto yo  como ellos predicamos así, y así lo creísteis vosotros. 

 


Como aseguraba el Papa Benedicto XVI, refiriéndose a estas palabras de San Pablo (Jesús de Nazaret 2ª parte 2011):

“Los Doce siguen siendo la piedra fundamental de la Iglesia, a la cual siempre se remite. Por otra parte se subraya el encargo especial de Pedro, que le fue confiado primero en Cesárea de Filipo (Lc 5, 11), y confirmado después  en el Cenáculo (Lc 22, 32). Un cargo que lo ha introducido, por decirlo así, en la estructura eucarística de la Iglesia. Ahora después de la Resurrección, el Señor se manifiesta a él, antes que a los Doce, y con ello se renueva una vez más la misión única.

Si, el ser de los cristianos significa esencialmente la fe en el Resucitado, el papel particular del testimonio de Pedro es una confirmación del cometido que se le ha confiado de ser la roca sobre la que se construye la Iglesia”

 

Finalmente, recordemos una vez más que Jesucristo después de su Resurrección pronunció, de nuevo, la excelsa frase: ¡No tengáis miedo! Misiva inapelable del Señor, para todos los cristianos y también ¿por qué no? para todos aquellos hombres de buena voluntad que buscan la autentica Verdad…

En cambio estas palabras de Jesús no pueden estar dirigidas a su Madre, la Virgen María, y esto es así <porque fuerte en su fe, Ella no tuvo miedo>, como nos recordaba el Papa San Juan Pablo II.

El modo en que María participa en la victoria de Cristo es según este  Pontífice la que él mismo escuchó en boca del cardenal August Hlond, el cual al morir dijo:

 <La victoria, si llega, llegará por medio de María>.

Este Papa  recordaba en su libro <Cruzando el umbral de la esperanza>, que <durante su ministerio pastoral en Polonia, fue testigo del modo en que aquellas palabras se iban realizando>:

“Mientras entraba en los problemas de la Iglesia universal, al ser elegido Papa, llevaba en mí, una convicción semejante: que también en esta dimensión universal, si llegaba la victoria, sería alcanzada por María.

Cristo vencerá por medio de Ella, porque El quiere que las victorias de la Iglesia en el mundo contemporáneo y en el mundo futuro estén unidas a Ella”

 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario